Rudy conquista Tenerife y guía al Madrid a la final de la Supercopa
El Real Madrid se clasificó para la final de la Supercopa Endesa, después de imponerse de forma clara a Iberostar Tenerife. El equipo blanco, liderado por Rudy y Campazzo, se medirá al Barça en el partido por el título
El Real Madrid estará en la final de la Supercopa Endesa. El vigente campeón es el equipo más seguro de Europa en cuanto a presencia en rondas finales y, después de pinchar en el ya pasado Playoff Express de Liga, no dieron lugar a la sorpresa en Tenerife. El anfitrión, Iberostar, no pudo (79-92) frenar la profundidad de plantilla de la que disfruta Pablo Laso, con grandes sensaciones entre sus nuevos fichajes –notables Abalde y Alocén– y los dos pilares diferenciales de siempre en las figuras de Campazzo y Tavares, sumados a un descomunal Rudy Fernández. El Barça espera en la final.
Se va a hacer muy complicado entender al Real Madrid sin Facundo Campazzo, en el probable caso de que abandone el equipo mediada la temporada rumbo NBA. La ascendencia del argentino ha llegado a unas cotas inasumibles de igualar para sus compañeros, algunos de los exteriores más talentosos de Europa. El Madrid seguirá ganando y jugando bien, pero parece imposible que llegue a hacerlo igual que con el Facu de director de orquesta.
Rodeado de físico y centímetros –Abalde, Deck, Garuba y Tavares junto al ‘7’– el Facu salió de inicio dispuesto a morder al rival y encarrilar el pase a la final desde el principio. El acierto en la creación no acompañó y Deck fue la única vía anotadora, facilitada por Campazzo, pero lo feroz de la defensa blanca otorgó el aprobado a los primeros minutos madridistas. La baja de Tavares, inédito en la primera mitad a partir del minuto 3, de nuevo por faltas, ejerció de contrapeso para evitar el despegue, moderado, ante un Iberostar competitivo y que encontraba en Fitipaldo a su mejor hombre.
La salida de Marcelinho Huertas desde el banco deparó un duelo generacional con Alocén, consolidado como segundo base madridista. Llull debe espabilar y de momento espera turno en la tercera unidad, mientras Laprovittola comprueba como Laso prefiere al bisoño director maño, quién cumplió con creces aunque, lógicamente, dejaba a deber en la comparación con el NBA Campazzo.
El Madrid producía a un ritmo potencial de entre 90 y 100 puntos, por lo que el encuentro caminaba a una velocidad de crucero apta para la pizarra de Laso, siempre favorecida por los altos vuelos. Iberostar resistía, aunque en clara inferioridad física y dejando la sensación de que en el momento en que subiese el acierto merengue, el partido podía romperse con suma facilidad.
Acelerón tras el descanso
Ocurrió tras el descanso, con Garuba y Tavares de vuelta tras sus descansos obligados por faltas, y Campazzo y Abalde haciendo de las suyas en la gestión. La barrera de los diez de ventaja se resquebrajó y alcanzó ventajas de 16 arriba en el tercero, un cuarto históricamente devastador para los rivales madridistas. El secreto aquí siempre ha sido la defensa, desde los tiempos de Draper, otrora especialista y sucedido por una batería de jugones que en defensa se reparten el papel para seguir marcando diferencias.
Entre ellos se encuentra un rejuvenecido Rudy, ya recuperado de su crisis y alargando su segunda juventud con las tres armas que le llevaron a su techo baloncestístico: tiro, defensa y picardía. Su partido, de auténtico MVP, es una de las explicaciones del pase a la final del Real Madrid, quizá la principal.
El partido, por el nivel del Real Madrid, debía haberse roto del todo, pero Iberostar maquillaba y permanecía con vida gracias al acierto exterior de secundarios como López o Suljemanovic. Sin embargo, Rudy aceptó el órdago, y lanzó a su equipo a por la victoria. Los últimos minutos, ya con presión moderada, dejaron un par de acciones más que estimulantes de la perla Alocén, confirmatorias de una victoria clara y un Clásico para decidir el primer título del año en España.