Costa Blanca, una escapada justo al destino que deseas

No importa si ya has estado antes o es tu primera vez, la Costa Blanca siempre emociona. Es lo que pasa cuando un lugar contiene algo que lo convierte en especial: el mar Mediterráneo en estado puro.

La costa Blanca comprende desde el municipio de Denia en el norte, hasta el de Pilar de la Horadada. No se puede negar la belleza natural y la armonía visual que encontrarás en sus playas, en sus pueblos y en sus paisajes de interior. Y con la casi total seguridad de que serás recibido por días soleados, debido a su clima suave y sus 320 días de sol. Para que te veas disfrutando de tu actividad favorita al aire libre en cualquier momento del año.

¿Qué buscas alguna más acuática? puedes practicar vela, submarinismo, esnórquel, windsurf, paddle surf, kayak, catamarán… ¿Qué prefieres poner los pies en tierra firme? hay numerosas rutas de senderismo y ciclismo, para todos los niveles y debidamente señalizadas, además, también podrán contar con empresas especializadas que harán que las experiencias sean más agradables y seguras.

Y es que este litoral, con 244 kilómetros de calas y playas, destila el encanto propio de los pueblos con reminiscencias de la vida tranquila, que se asoman a pinares y a acantilados y a playas de postal, a rincones paradisíacos y a pequeños puertos con sabor a los de antes. Y, además, cuenta también con montañas apacibles que van salpicando el horizonte de cumbres que parecen estar esperándote en cualquier momento. Y si esto fuera poco, es un destino de lagunas y salares donde las vistas espectaculares, el vuelo de las aves y las caricias del viento salpican el horizonte y la luz de los días eternos.

En el norte, en la comarca de la Marina Alta, los paisajes montañosos conservan un profundo potencial natural y dan lugar a asombrosos paisajes que nacen de la fusión de las montañas con un litoral más salvaje, lugar en el que aparecen acantilados y calas remotas y menos accesibles, pero a las que vas a querer acceder cueste lo que cueste. Otras veces, esas estribaciones montañosas se asoman hasta arenas de playa, pegadas a las zonas más urbanas, como en Benidorm, o como en las extensas playas de Dénia, Jávea y Benissa, donde el mar siempre está perfecto.

Porque la Costa Blanca es una región tranquila de paisajes idílicos, ideales para dejarse mecer por el colorido de sus municipios, por el rumor de las olas y por el disfrute de tantos momentos de relax.

De camino hacia el sur, desde Alicante hasta Pilar de la Horadada, se hace visible la estampa propia de un cambio en el paisaje. Las calas vertiginosas y escarpadas se van convirtiendo en zonas de dunas, extensiones ocres y verdes en los que se intuye la vida que acogen. Un claro ejemplo se encuentra en Guardamar del Segura. A partir de aquí, los humedales y marismas toman el relevo a los típicos bosques mediterráneos, henchidos de verdor y fragancias.

Eso lo vemos en hábitats tan especiales como tranquilos y que se dibujan en las Lagunas de la Mata, en Torrevieja, y El Hondo, en Elche. Mientras, a su vera, vamos vislumbrando unos cuantos arenales infinitos, como el de la playa de San Juan, con kilómetros y kilómetros de arena dorada y aguas cristalinas, a los que el Mediterráneo parece haber aportado toda su sabiduría.

Y claro que, con tanto mar y tanta montaña, la Costa Blanca atesora nueve parques naturales. Tan evocadores y distintos como sus nombres: Peñón de Ifach, El Montgó, La Font Roja, El Hondo, La Marjal de Pego-Oliva, las Salinas de Santa Pola, las Lagunas de la Mata-Torrevieja, la Sierra de Mariola y la Sierra Gelada.

La Costa Blanca también está esculpida por la mano de sus habitantes a través de los pueblos que la jalonan, núcleos urbanos volcados al mar en los que aún se conserva la esencia de los pueblos de pescadores, paraísos inolvidables en los que conectar con la vida que deseamos.

Altea rebosa callejuelas, casas encaladas, cúpulas de iglesia, fachadas engalanadas de flores, empedrados y cuestas con vistas al cielo y al mar. Villajoyosa, a la que los lugareños rebautizaron como La Vila, conserva aún el encanto del conjunto formado por su antigua muralla y las casas colgantes sobre el río. Jávea tiene al mar como compañero fiel, situada entre montañas, es una de las perlas de esta costa repleta de rincones con panorámicas imborrables, no en vano enamoró a Sorolla y enamora a quienes la visitan.

Moraira sigue siendo una población encantadora, de esas que conserva un coqueto puerto deportivo y navega entre la esencia mediterránea y sus tradiciones, sin dejar de ser hospitalaria. Y Benidorm, destino turístico emblemático, con el skyline más bello del Mediterráneo, es una ciudad divertida, con días tan vibrantes como sus noches, repletos de planes y diversión y siempre lista para hacernos sentir debajo de un cielo límpido a cualquier hora.

Otras cosas que casan de maravilla con la Costa Blanca es entregarse a actividades tan sugerentes como el avistamiento de aves, disfrutar de un sosegado paseo entre viñedos y su cata posterior o conocer, a través de la Ruta del Vino, variedades vitivinícolas tan de aquí como la Moscatel de la Alejandría o el vino Fondillón. Es bien fácil hallar infinidad de planes en www.experienciascv.es.

Para que una escapada en la Costa Blanca sea redonda, solo quedan dos pasos. Primero: hospedarse y descansar en cualquiera de sus hoteles y alojamientos llenos de encanto. Y segundo: disfrutar de su gastronomía de fama mundial. Paellas y más de 300 recetas de arroces y platos autóctonos elaborados con materias primas exquisitas tanto del mar como de la huerta. En un entorno con vistas al mar o a los valles de los pueblos de interior. En establecimientos de toda la vida o en cualquiera de sus restaurantes con 13 Estrellas Michelin.

La Costa Blanca es mucho, así que seguro que esta escapada también tendrá mucho más de lo que crees. www.comunitatvalenciana.com