Soy mecánico y esto es lo que le va a pasar a tu coche si usas gasolina ‘low cost’
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En los últimos años, las gasolineras denominadas «low cost» han experimentado un crecimiento significativo, ya que ofrecen combustible a precios considerablemente más bajos que las estaciones de servicio tradicionales. En un contexto donde los precios de los carburantes no dejan de subir, muchos conductores se ven atraídos por la posibilidad de ahorrar unos céntimos por litro, que a la larga pueden suponer un ahorro notable en cada depósito lleno.
Sin embargo, este ahorro genera una pregunta recurrente entre los conductores: ¿es seguro para el motor del vehículo utilizar gasolina o diésel de bajo coste? ¿Hay algún riesgo oculto que pueda pasar factura con el tiempo? A pesar de la cantidad de mitos y opiniones circulando en redes sociales y foros, la respuesta definitiva llega de manos de expertos que conocen bien el funcionamiento interno de los vehículos.
La realidad de las gasolineras ‘low cost’
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Uno de los datos más importantes que suelen pasar desapercibidos es que la mayoría del carburante que se consume en España proviene del mismo lugar: Exolum (anteriormente conocida como CLH). Esta empresa distribuye más del 90 % del combustible del país, tanto para las grandes petroleras como para las estaciones independientes.
Esto significa que la gasolina base o el diésel que se sirve en una gasolinera tradicional es, en esencia, el mismo que el que llega a una estación «low cost». El combustible tiene un origen común, está sujeto a los mismos controles de calidad exigidos por la normativa española y europea, y llega desde los mismos centros de distribución.
La diferencia de precio radica principalmente en dos factores: los costes operativos de la estación de servicio y los aditivos que se incorporan al combustible. Las gasolineras tradicionales suelen tener personal, tiendas de conveniencia, sistemas de fidelización, y mayores inversiones en imagen y mantenimiento. Todo esto se traduce en un precio más elevado en el surtidor.
Por otro lado, las grandes marcas añaden a sus carburantes aditivos específicos, diseñados para mejorar el rendimiento del motor, reducir el consumo, limpiar inyectores o proteger el sistema de combustión. Estos aditivos, aunque beneficiosos, no son imprescindibles para que el coche funcione correctamente. Y, en muchos casos, las estaciones «low cost» también añaden sus propios aditivos, en menor proporción o con fórmulas distintas, pero igualmente válidas.
Mantenimiento del depósito
El verdadero problema que puede surgir con el uso de combustible «low cost» no tiene tanto que ver con el producto en sí, sino con el estado de las instalaciones donde se almacena. Las estaciones más antiguas o con mal mantenimiento pueden acumular residuos, agua o sedimentos en sus tanques subterráneos. Si estos contaminantes llegan al depósito del coche, sí pueden ocasionar daños en el sistema de alimentación o incluso en el motor.
Por tanto, el riesgo no está necesariamente en si la gasolinera es de bajo coste o no, sino en la calidad de sus depósitos, el mantenimiento de sus surtidores y la frecuencia con la que se limpian sus sistemas. Hay estaciones económicas que cuidan mucho estos detalles y ofrecen un producto de alta calidad.
Rendimiento del vehículo
Si el combustible procede de un distribuidor autorizado y la estación de servicio está en buen estado, el motor del coche no debería notar ninguna diferencia en cuanto a rendimiento o consumo. La mayoría de los vehículos actuales están diseñados para funcionar con carburantes estándar, y el uso continuado de gasolina o diésel ‘low cost’ no supone un peligro inmediato para su funcionamiento.
Sí es cierto que, a largo plazo, el uso constante de combustible sin aditivos específicos puede derivar en una acumulación mayor de residuos en el sistema de inyección o en los inyectores. Pero esto también depende del tipo de conducción, el kilometraje y, sobre todo, del mantenimiento general del vehículo. Un coche que se somete a revisiones periódicas y que utiliza filtros de buena calidad no debería experimentar problemas.
Muchos profesionales del sector automotriz coinciden en que los carburantes ‘low cost’ no representan una amenaza real si se utilizan con criterio. El motor puede funcionar perfectamente con este tipo de combustible, siempre que se reposte en estaciones de confianza, que sigan un buen mantenimiento y tengan un flujo constante de clientes (lo que garantiza que el carburante no permanece estancado demasiado tiempo en los depósitos).
Los vehículos diésel son algo más sensibles a la calidad del combustible, especialmente en lo que respecta al sistema de inyección, que es más delicado que el de los motores de gasolina. Sin embargo, incluso en este caso, los carburantes de bajo coste cumplen con las especificaciones mínimas requeridas por ley, y no deben generar daños si proceden de distribuidores autorizados.