La multa está asegurada: llegan los nuevos radares de la DGT de los que nadie puede escapar

• Janire Manzanas
• Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.
• • 24/06/2025 10:00
  • Actualizado: 24/06/2025 10:00

La Dirección General de Tráfico (DGT) ha decidido intensificar la vigilancia del cumplimiento de las normas de circulación con la implantación de un nuevo tipo de radar que está dando mucho que hablar. Lejos de los ya conocidos dispositivos fijos que muchos conductores han aprendido a evitar, los nuevos radares de la DGT revolucionar el control de la velocidad en las carreteras españolas.

A diferencia de los radares tradicionales que solían tener puntos ciegos o limitaciones en su operatividad, los nuevos modelos cuentan con tecnología bidireccional. Es decir, no sÓlo detectan a los vehículos que se aproximan, sino también a los que se alejan. Esta mejora está pensada para evitar una táctica habitual entre los conductores: reducir la velocidad al ver el radar y luego acelerar una vez superado.

Así son los nuevos radares de la DGT

Los primeros dispositivos se han instalando en regiones como Castilla y León, Comunidad Valenciana y Andalucía; un total de 122 nuevos puntos de control que combinan 9 radares fijos y 8 de tramo. Los nuevos equipos registran datos de aproximación y alejamiento, capturan imágenes de alta resolución, y gracias a su sistema de inteligencia artificial incorporado, pueden diferenciar entre tipos de vehículos y condiciones meteorológicas adversas. Esta IA reduce el margen de error y evita denuncias injustas, aumentando la confianza ciudadana en el sistema.

Durante la fase de pruebas, realizada en escenarios con tráfico real y condiciones complejas como lluvia o cambios de carril repentinos, los radares mostraron una efectividad sorprendente. En sólo 48 horas se detectaron miles de infracciones, lo que aceleró su puesta en marcha definitiva.

Estos dispositivos, inspirados en modelos europeos, funcionan tanto de día como de noche, incluso bajo condiciones meteorológicas extremas. Gracias a la combinación de cámaras de alta definición e iluminación infrarroja, son capaces de operar con máxima precisión. Esto permite que el control sea constante y efectivo, sin importar el momento del día ni la climatología.

Actualmente, en España existen aproximadamente 3.000 radares operativos: 2.010 fijos, 400 de semáforo, 167 de tramo y 243 móviles, incluyendo aquellos destinados a sancionar el uso del teléfono móvil al volante o la omisión del cinturón de seguridad. Sin embargo, los nuevos radares bidireccionales representan un salto cualitativo. No sólo recogen datos en ambos sentidos de la marcha, sino que también analizan el comportamiento posterior del conductor.

Uno de los puntos clave en la instalación de estos radares ha sido su ubicación estratégica. La DGT ha priorizado los tramos con mayor siniestralidad, especialmente aquellos cercanos a zonas urbanas o donde se concentran altos números de accidentes por exceso de velocidad. La idea es sencilla pero eficaz: disuadir antes de que ocurra la infracción, no solo sancionar después. La presencia de estos radares es en sí misma una medida preventiva.

Otro aspecto novedoso es la movilidad de ciertos dispositivos. Existen versiones móviles y «vololáser», que se incorporan en helicópteros Pegasus que sobrevuelan las carreteras. Estos sistemas también cuentan con tecnología bidireccional y han demostrado ser especialmente útiles en el control de zonas rurales o secundarias, donde la instalación fija resulta inviable. De esta forma, el radio de acción de la DGT se amplía notablemente.

Un dato que llama la atención es que más del 80 % de las infracciones detectadas por estos nuevos radares se dan tras el paso de un radar fijo convencional. Este patrón ha sido el detonante para acelerar la implantación de sistemas más completos, que aseguren un cumplimiento real y sostenido de los límites establecidos. La finalidad última no es sancionar más, sino salvar vidas.

Exceso de velocidad

El exceso de velocidad es uno de los factores más peligrosos en la conducción. Uno de los principales efectos del exceso de velocidad es la reducción del tiempo de reacción. A mayor velocidad, el conductor tiene menos tiempo para detectar un peligro y responder adecuadamente. Por ejemplo, frenar a tiempo, esquivar un obstáculo o reaccionar ante la maniobra de otro vehículo se vuelve mucho más difícil.

Además, al aumentar la velocidad, también se incrementa la distancia de frenado. Un vehículo que circula a 100 km/h necesita una distancia mucho mayor para detenerse que uno que va a 60 km/h. Esto es especialmente peligroso en condiciones climáticas adversas, como lluvia o neblina, donde el pavimento está resbaladizo y la visibilidad es baja.

Otro efecto crítico es la pérdida de control. A altas velocidades, pequeñas maniobras como girar el volante bruscamente o frenar de golpe pueden hacer que el vehículo se desestabilice, derrape o incluso vuelque.

Conducir por encima de la velocidad máxima permitida también afecta la percepción del entorno. El campo de visión del conductor se reduce, lo que dificulta detectar peatones, ciclistas o vehículos que se aproximan por los costados. Esta limitación visual es especialmente peligrosa en zonas urbanas o escolares.

En conclusión, el exceso de velocidad altera significativamente la seguridad en la conducción. Afecta el tiempo de reacción, la distancia de frenado, el control del vehículo y la percepción del entorno. Respetar los límites de velocidad es esencial para proteger vidas.