Pepa Flores, el mito que eligió ser libre
Un merecido Goya de Honor que vuelve a sacar a la luz la singular vida y personalidad de Pepa Flores.
“Es el mayor animal cinematográfico que he conocido”, dijo de ella Orson Welles, pero ahora, Pepa Flores, aquella fulgurante estrella, sigue buscando ser una mujer normal, que se escapa a su campo cuando puede o cuando quiere, que disfruta como cualquier abuela de sus nietos, que pasea a sus perros, hace la compra, convive con su pareja Massimo Stecchini y, sobre todo, ¡es libre! Su concesión al Goya de Honor la sitúa de nuevo en la palestra informativa a sus 71 años. Muchos se llenaron de alegría al pensar que la verían subir las escaleras para recoger su galardón y va Pepa y dice que no, que no va a recoger el Goya.
Fiel a sus principios y promesas, esta mujer, a la que los millones de admiradores que sigue teniendo no le dejan huir de la fama, ha hecho saber, a través de su hermana Vicky, que no la esperen, que no va, que ella ya no tiene edad de ponerse un vestido ostentoso y que ya se retiró de todo eso hace mucho tiempo.
La malagueña dio su primer brillo como actriz y cantante infantil en 1960, debutando con la película ´Un rayo de luz`, de la mano del productor Manuel Goyanes. Ese papel la convirtió en un Icono y el primer escalón para el salto internacional. Tal fue la magnitud de sus trabajos y su fama, que empezó a codearse con los mejores artistas del mundo, en particular de Hollywood, como Audrey Hepburn, John Wayne, Mel Ferrer o los hermanos Marx. La querían en España, la querían en Hollywood, todos la querían y Pepa Flores, entonces apodada ´Marisol`, iba de acá para allá, con sus bonitos ojos azules llenos de la ilusión de una niña, su melena rubia y una sonrisa desbordante, camelando a todos, siendo recibida en algunas ocasiones con unos honores que para si los querría cualquier artista.
Todo alrededor de ella era impactante, sus películas, grabaciones, la voz, hasta el ´merchandising` que sacaron y que se vendía muy bien. Y en plena vorágine Pepa, o Josefa Flores González, como realmente se llama, fue convirtiéndose en una bellísima joven que dejaba atrás a la niña prodigio y que cautivaba aún más. El trabajo no cesó y los éxitos se solapaban. Al mismo tiempo, en su vida personal se casó en 1969 con Carlos Goyanes, hijo de su descubridor. Sobre este tema han salido algunas historias oscuras, pero no es momento de malos recuerdos, es momento de homenajes y felicitaciones.
En 1972, justo el año que se separó de su primer marido, quedó en el tercer puesto en la primera edición del Festival de la OTI, con la canción ´Niña`, de Manuel Alejandro. Después se enamoraría del bailarín Antonio Gades, quien se convirtió en su segundo marido. De su boda, en Cuba, fueron padrinos Fidel Castro y Alicia Alonso. Lo mejor de todos los años que estuvieron juntos, pues se divorciaron en 1986, han sido sus tres hijas: María, Tamara y Celia, cada una con su personalidad, como les inculcó su madre, una madre que ya es abuela, sobre la que hay que resaltar como le cambia la cara cuando está con sus nietos, los adora, no se le borra la sonrisa.
Volviendo a los momentos de esplendor de ´Marisol`, poco a poco la persona se dio cuenta que no estaba contenta con la artista, que se sentía como en una jaula de oro, y entonces, en 1978, decidió dejar de ser ´Marisol` y llamarse Pepa Flores. Ese fue el primer paso y después, progresivamente, se fue retirando de la vida pública hasta hacerlo definitivamente.
Han pasado los años y Pepa Flores ´sigue en sus trece`, prefiere el anonimato. Las esperanzas de que acuda a la gala donde se entregaran los Goya son muy bajas, si lo hace sería toda una sorpresa hasta para su propio entorno que lo ha negado. De este modo, atrás han quedado para la historia las películas ´Tómbola` o ´Ha llegado un ángel`, y tantas otras de su niñez. Canciones como ´Chiquitina`, ´Corre, corre, caballito` o ´Estando contigo` se siguen tarareando hoy en día por todas partes. De su etapa más adulta están las películas ´Bodas de sangre` o ´Carmen` y la serie sobre María Pineda, con impresionantes interpretaciones.
La voz y ese atractivo innato que tiene Pepa Flores es lo que se echa de menos. Es obvio que la admiración viene porque ella es fiel a sus principios, no ha cambiado de opinión por dinero o intereses. Desde que decidió ser anónima tan solo ha acudido a unos actos que se cuentan con los dedos de una mano. Uno de ellos una exposición fotográfica de su hija María Esteve, donde se reunió la familia. También la ‘Asociación de la Esclerosis Múltiple de Málaga’ ha conseguido sacarla de su ático malagueño para apoyarles en su causa. Y otra vez fue la graduación de su hija Tamara lo que la llevó al Paraninfo de la Universidad.
Pepa Flores cortó con la fama y también había cortado un poco antes con cualquier vinculación a un partido político. Llegó a ser del Partido Comunista y promover o participar en algunas huelgas, pero al separarse de Gades dejó atrás la primera línea y eligió la tranquilidad de su Málaga natal como refugio del guerrero. Un refugio que comparte con su pareja, el italiano Massimo Stecchini, desde hace 30 años.