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Dolido, abrumado y triste. Manuel Díaz ha querido desvelarle a María Teresa Campos en ‘Qué tiempo tan feliz’ cómo se siente después de que su padre le haya reconocido como hijo. Esto llega tras una larga espera de 48 años. Un camino plagado de dificultades que ha recorrido de la mano de su madre siendo ella la que le dio la noticia mediante una llamada telefónica cuando estaba con la cuadrilla en un tentadero.
Ella lloraba y ante sus lágrimas, él se asustó creyendo que había ocurrido algo grave. Por fin, su padre había dicho «yo soy su padre, él es mi hijo». Tras entrarle una risa floja, prometió ir a darle un abrazo y ahí sintió el final, «ahora he conseguido lo que buscaba en mi vida».
Feliz de donde viene, se muestra resentido al escuchar el ofrecimiento de su padre de verse y hablar por primera vez ante las cámaras y los flashes. Él desea algo más personal «algo tendremos que hablar cara a cara, si lo que necesita es una foto para que no le sigan, me las hago y que las ponga donde quiera». Aún se desconoce si se verán las caras el próximo 11 de marzo en la plaza sevillana de Morón de la Frontera, donde toreara junto a su hermano Julio Benitez. Habla de ese posible encuentro diciendo que «es una oportunidad que se le presenta para demostrar. Sería un paso muy bonito, a mí no me va a fallar si no está porque me ha fallado siempre pero Julio sí merecería que su padre estuviera allí». El torero se refiere a Julio como alguien tímido al que le encanta torear y aunque ,de momento, solo le une cariño, ha dicho que ojalá algún día ambos sientan que son hermanos.
Al recordar su infancia no duda en nombrar una anécdota que se le quedó grabada porque pese a que fuera pequeño, absorbía las emociones. Se detiene para hablar sobre algo que repetían su madre y él todas las noches. Se sentaban en un escalón esperando a que llegara su padre hasta que una de esas noches ella le dijo ahí está tu padre y entonces, cuenta «El Cordobés» que salio corriendo hacia la ventanilla del coche «me asomé y dije -papá- y el hombre que nunca se me olvidara en la vida, dijo -tira, tira-«.
Considera que las cosas deben cambiar. Sus hijos siempre han pensado que no conocían a su abuelo porque viajaba mucho y él lo tiene claro, «si este hombre no viene de corazón no le voy a enseñar a mis hijos a una persona que no merece que lo conozcan». Él tiene claro de dónde viene, pero aún así tras la sentencia conocida el año pasado, no puede evitar preguntarse «¿Maestro por qué has tardado tanto en llamarme si has tenido un año entero?».