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Confidencias de la Casa Blanca

El cocinero de los Obama nos cuenta los secretos de la familia: “Solo cocina Michelle”

  • Andrea Mori
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Ocho años junto a una de las familias más influyentes del mundo. Sam Kass tiene el privilegio de conocer algunos de los secretos más íntimos de los Obama. Y es que hasta que la periodista Alex Wagner, su actual esposa, se cruzó en su camino, el joven de Chicago era el chef oficial de la Casa Blanca. Un puesto al que no todo el mundo puede acceder, pero que en el caso de Sam resultó relativamente fácil. Su interés por la nutrición y su capacidad de innovación constante fueron dos de las claves para que Michelle Obama se fijara en él cuando su marido aún era un prometedor senador en Chicago.

Barack Obama y su cocinero personal en una imagen de archivo / Gtres

Desde entonces y hasta 2013 ha sido el responsable de cocinar para el expresidente de Estados Unidos en la Casa Blanca. Con recelo guarda las intimidades de una de las familias más famosas del mundo y es consciente del interés que despierta por ello. En conversación con LOOK se muestra cercano y atento y asegura que no se arrepiente de haber dejado su puesto en Washington para seguir los dictados de su corazón. ¿Qué haría si Michelle le reclamase ahora? Lo tiene claro: estaría a su lado.

Este chef ha significado mucho más que un empleado para la mujer de Obama y el resto de la familia. Tanto es así que es de los pocos que ha tenido el privilegio de compartir largas jornadas de golf junto al expresidente, uno de sus deportes preferidos.

Una familia disciplinada

Si muchos creen que tener un chef supone poder contar con servicio 24 horas, para los Obama el descanso de los empleados es más importante. Frente a otros mandatarios que hacen peticiones a deshoras, “ellos son muy disciplinados, respetan los horarios y nunca piden snacks fuera de los tiempos establecidos”, asegura el cocinero.

La familia Obama y Sam Kass en una imagen de archivo /Gtres

Una disciplina que trasciende de los horarios y llega a otros aspectos relacionados con la alimentación como la calidad de los ingredientes o las formas de preparación. “Los Obama no son maniáticos en lo que respecta a la dieta, no siguen dietas determinadas, pero sí les gusta cuidarse, comer alimentos de la máxima calidad y que estén preparados de una manera sana”.

Pero como todos, tienen sus debilidades: “A Obama le pierde el picante, sin duda, y yo les he tentado alguna vez con una paella, pero no voy a decir cuándo”. ¿Y ha temido algún envenenamiento?, quiere saber LOOK. “No, nunca. Es una cuestión muy seria y que se supervisa de manera minuciosa en todos los aspectos. Nunca hemos temido por una posibilidad de envenenamiento o similar porque se lleva un control estricto”, responde serio.

“Michelle cocina a veces”

Pero si hay algo que llama la atención a todo el mundo es la naturalidad tanto del expresidente como de su mujer dentro y fuera de la Casa Blanca. Una naturalidad de la que también hacen gala en su vida privada, tal y como revela Sam. “He visto a Michelle cocinar en alguna ocasión y a Obama hacer alguna barbacoa, pero claro, no tienen necesidad de hacerlo de forma habitual”, explica.

Michelle Obama y Sam cocinando con alimentos del huerto ecológico de la Casa Blanca / Gtres

No es ningún secreto las aficiones de la exprimera dama y en más de una ocasión se le ha podido ver encargándose del huerto ecológico que tenían en la Casa Blanca, un huerto que, por cierto, fue idea del propio Sam en una iniciativa que promueve que todos los norteamericanos sean conscientes de dónde procede lo que comen. “Creo que estaría bien que los colegios invirtiesen en huertos, no para que los niños comiesen lo que se cultiva, sino para que entendiesen la relación que existe entre la tierra y la comida y aprendiesen a valorarlo”, argumenta.

Lo dejó todo por amor

Pero aunque para este privilegiado chef su etapa con los Obama es una de las mejores de su vida, llegó un día en que tuvo que dejarse llevar por su corazón y en la balanza de su vida pesó más el amor que su trabajo como cocinero presidencial. Como en los buenos films hollywoodienses, Sam lo dejó todo por amor cuando cayó prendado por una periodista que, como si se tratase de un guión de cine, cubría la información política de la Casa Blanca.

De aquella drástica decisión, Sam habla con orgullo y no tiene inconvenientes en desvelar cómo conquistó a su mujer. Con él los estereotipos funcionan: “A mí mujer le encanta comer, así que esa fue mi principal estrategia y funcionó. Por eso ahora la mayoría de las veces en casa me toca cocinar a mí”.

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