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la actriz carla hidalgo se lo desvela a este medio

EXCLUSIVA LOOK | Las anécdotas más disparatadas de Chiquito de la Calzada durante los rodajes

El particular humor de Chiquito de la Calzada conquistó España en los 90. Con 62 años logró traspasar las pantallas de los hogares de millones de españoles para no marcharse jamás. Ni él ni su «chiquitopedia», ese lenguaje propio que nadie olvidará. Era fistro y pecador de la pradera a partes iguales y dejó un legado que antes y después de su fallecimiento se ha catalogado como profundamente valioso, aunque inimitable. Gregorio Esteban Sánchez es y será genio hasta la sepultura y así lo relatan los compañeros que compartieron escena con el humorista. Y es que, numerosas son las disparatadas anécdotas de Chiquito. Sin embargo, no todas han sido desveladas. La actriz Carla Hidalgo desvela a LOOK alguno de los momentos más surrealistas que vivió junto a este gran cómico en dos rodajes en el pasado.

[Bertín Osborne se despide de Chiquito de la Calzada]

Carla Hidalgo durante los Premios Iris de la Academia de la Televisión en Madrid. /Gtres

Carla y Chiquito coincidieron en ‘Brácula: Condemor II’ y en ‘Papá Piquillo’ y desde el primer día congeniaron. El cabello rubio casi platino que la actriz lucía  por entonces, llevó a que Gregorio hiciera gala una vez más de su derroche de imaginación y se dirigiera a ella como «Miss California». Carla le recuerda como una persona entrañable, de esas que deja huella. «El día que hicimos el cartel de ‘Brácula’ lo pasamos genial. Cuando el fotógrafo pedía que nos preparásemos y nos decía ‘un, dos, tres, foto’ él sólo gritaba su ‘jarrrrrl’. Sus dedos se le metían entre las extensiones que yo llevaba y me las descolgaba todo el rato. Lo recuerdo con mucho cariño», confiesa la artista. A los enredos con el cabello, se sumaron los conflictos con los pantalones: «Había una escena en la que Chiquito tenía que subir a una mesa dando un salto gritando «Soy un vampiro sesuar» y del ímpetu que mostraba se le rajaron varias veces los pantalones. Se los tuvieron que cambiar».

Pero, ¿y en su papel?, ¿demostró la autonomía de la que se ha hablado tantas veces? «No se aprendía casi los textos porque era muy libre y su representante Arturo se ponía un pinganillo para soplarle. Chiquito le decía que se lo leyera y Arturo le decía que no podía y Chiquito le contestaba» Arturorrr que no te oigorrr». Era como un continuo sketch».

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Todo el mundo le recuerda como alguien entrañable. Aunque su círculo más íntimo señala que desde que su mujer Pepita falleciera la tristeza se apoderó de su humor, cuando ella todavía vivía Chiquito impregnaba al resto de felicidad. «Chiquito llegaba a las seis y media de la mañana de muy buen humor. Siempre estaba con Pepita e iban siempre juntos a todas partes. Daba igual la hora que fuera, sorprendía mucho. Se veía que era una pareja enamorada. Pepita tenía carácter, pero se la veía muy buena». Era sus pies y sus manos y una vez más se desvela: «La persona que le teñía el pelo a Chiquita era Pepita. Era muy presumido».

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