Lujo

PIEZAS CON HISTORIA

De la duquesa de Alba a la baronesa Thyssen, royals y aristócratas que empeñan joyas en momentos de necesidad

Para la gran mayoría de las royals sus joyas son sus bienes más preciados. Por ejemplo, ¿qué sería de la Reina Letizia sin su inseparable anillo de Karen Hallam? ¿Y de doña Sofía o de la Reina Isabel II sin sus múltiples broches de oro? Muchas de ellas encuentran en sus joyas su verdadera seña de identidad, pero también es cierto que algunas acuden a su joyero cuando la necesidad económica empieza a apretar. Quizá porque es una de las maneras más sencillas de adquirir importantes cantidades de dinero a corto plazo,  o porque es de las pocas alternativas que tienen para conseguir beneficio económico de una forma discreta.

La duquesa de Alba en una imagen de archivo / Gtres

Que las casas de subastas fijan el importe por la procedencia de la joya y no por su verdadero valor es una realidad, pero ¿a dónde acuden las royals y aristócratas, y en quién confían para realizar la compra – venta? Según apunta el digital Vanidades en un artículo dedicado a este tema, las mujeres de la realeza y de la aristocracia interesadas en vender sus joyas confían en una casa de empeño en la Gran Manzana, “situada en la calle 72 entre la Tercera y Lexington, en Nueva York”, una especie de banco que, después de un largo periodo de tiempo, las vende en casas de subasta anunciándolas como “joyas históricas”, siempre y cuando ellas no hayan decidido rescatarlas.

Según el portal, la duquesa de Alba, Amelia de Portugal, la condesa Aline de Romanones, la Reina Victoria Eugenia, la baronesa Thyssen, la emperatriz María Luisa de Austria y la duquesa de Windsor, Wallis Simpson, son algunas de las que han recurrido a la casas de empeño para desprenderse de algunas de sus joyas más preciadas, con el único propósito de conseguir el dinero suficiente como para saldar sus deudas o alcanzar una estabilidad económica dañada por cuestiones, hasta ahora desconocidas.

Wallis Simpson en una foto de archivo / Gtres

En el caso de la duquesa de Alba, en su día se comentó que había vendido su tiara más valorada, aquella que cobraba el nombre de “La Rusa”, a unos anticuarios de origen iraní – neoyorkino, conocidos como Joseph Saidian & Sons. Tal y como recoge Vanidades, hay quien dice que el dinero obtenido lo utilizó para la compra de un caballo que regaló a su hijo, Cayetano Martínez de Irujo, y que alcanzó la cifra de 120.000 euros, una información que muchos tachan de incierta al contemplar los continuos problemas económicos de Cayetana.

Se dice que la famosa tiara Westminster de Amelia de Portugal y varios broches de la colección de la duquesa de Windsor también recayeron en manos de los mismos anticuarios y, aunque se desconoce quién se las entregó a los especialistas, sí se sabe que estos se las vendieron al joyero Harry Winston.

La baronesa Thyssen en una imagen de archivo / Gtres

Este tipo de rumores también circularon en torno a la figura de la condesa de Romanones, de quien se comenta que renunció a sus esmeraldas más preciadas para cubrir sus necesidades de liquidez. Por ellas, se dice que obtuvo 300.000 euros, pero ella misma recurrió al periódico El Mundo para aclarar que los motivos de su venta no se debieron a un problema económico, sino a que ya no quería usarlas más.

Otra de las royals que ha querido despojarse de algunas de sus joyas ha sido la Reina Victoria Eugenia. 30 fueron las piezas a las que renunció para subastarlas en Ginebra, aunque si bien es cierto que los rumores apuntaban a que las joyas pasaron a ser propiedad de una buena amiga de la familia, que la recompensó generosamente ayudándola económicamente.

La reina Victoria Eugenia junto a Alfonso XIII en una imagen de archivo / Gtres

La baronesa Thyssen parece que también ha pasado apuros económicos pese a la cantidad de obras de arte que la han hecho convertirse en una mujer millonaria. No obstante, se trata de algo material que no la aporta la liquidez suficiente como para llevar una vida de lujos y caprichos, por lo que se sabe que, en alguna ocasión, no le ha quedado más remedio que poner a la venta algunas de sus joyas artísticas por excelencia.

Lo mismo ocurre con Wallis Simpson, aunque en vez de con sus cuadros, con su preciada colección de joyas, formada 305 piezas que, en 1987, fueron subastadas en Sotheby´s por 51 millones de dólares. Lo más anecdótico de estos enseres personales de la duquesa de Windsor es que, además de un valor económico, cobraban un gran valor sentimental, ya que, según Vanidades, algunas de estas joyas llevaban inscritas “frases de amor de su esposo”.

El caso de la emperatriz María Luisa de Austria tampoco pasa desapercibido, puesto que fueron cuatro las veces en las que la sobrina de la Reina María Antonieta subastó sus joyas, llegando a obtener por estas más de 20 millones de dólares.

La condesa de Romanones en una imagen de archivo / Gtres

Y es que, tal y como se ha podido comprobar, pertenecer a la realeza o a la aristocracia no siempre implica llevar una vida donde el dinero no sea un problema. Ejemplo de ello son estas royals y nobles que, pese a pertenecer a familias con un gran patrimonio, han vivido etapas en las que no les ha quedado más remedio que despojarse de algunos de sus enseres personales más valorados, en la mayoría de los casos, joyas cuyo valor monetario llega a alcanzar grandes cifras.

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