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¿Qué son los huevos Fabergé?: sale a subasta uno por 27 millones

Londres va a acoger la subasta de uno de los huevos más espectaculares de la colección Fabergé

Una pieza que el zar Nicolás II regaló a su madre pocos años antes de su ejecución

La historia de una de las colecciones de joyas más importantes del mundo está ligada a la de una familia cuyo destino acabó en tragedia. Estamos hablando de los huevos Fabergé y de la familia imperial de Rusia, los Romanov. Los Fabergé son un conjunto de huevos de Pascua de materiales preciosos creados entre los años 1885 y 1916 para los zares rusos. El primero de los huevos lo encargó el zar Alejandro III para su esposa, la zarina María Feodorovna.

A lo largo de los años, la histórica joyería, ubicada en San Petersburgo, solamente produjo medio centenar de huevos. Cada uno de ellos era una pieza única cuidadosamente elaborada y cuyos detalles finales incluso se mantenían en secreto hasta para el zar hasta el momento de entrega. El valor no dependía tanto de los materiales preciosos que se utilizaban, sino más bien en la habilidad de los artistas y la capacidad creativa de los diseñadores.

Algunos de ellos desaparecieron y nunca se supo cuál había su destino final, otros quedaron en manos de instituciones y museos de diferentes partes del mundo, pero también unos cuantos privilegiados pudieron atesorarlos en sus colecciones. Sin embargo, muy pronto no quedará ninguno en las colecciones privadas, en concreto solamente tres. Uno de ellos está a punto de salir a subasta.

Una pieza excepcional

Se trata del Huevo de Invierno, que data de 1913 y que podría alcanzar un precio superior a los 27 millones de euros. La subasta está prevista para estos días en Londres y si se cumplen las expectativas, superaría todos los récords en más de 100 años. Incluso la de esta misma pieza en 2002, cuando el emir de Catar pagó casi 10 millones de euros por él. Se dice incluso que es el más espectacular de todos los huevos de Fabergé.

El huevo en cuestión es un objeto sublime y único. Tiene un tamaño de apenas 10 centímetros y se encuentra fabricado a partir de un bloque de cuarzo transparente con platino y diamantes, lo que hace que parezca tallado directamente en hielo y espolvoreado con escarcha. En su interior se abre paso la primavera tras el deshielo.

El Huevo de Invierno. (Foto: Christie’s)

«Es como sostener un trozo de hielo en la mano», ha dicho Kieran McCarthy, experto en Fabergé. Este huevo fue un encargo del zar Nicolás II para su madre, la emperatriz viuda María Fiódorovna en la Pascua ortodoxa de 1913. Aquel año se cumplían 300 años de la dinastía Romanov. A los pocos años, la mayor parte de la familia Romanov fue brutalmente ejecutada en la Casa Ipátiev. La madre del zar se libró de ese destino y pasó el resto de su vida en Dinamarca, su país de origen.

La joya fue realizada por Alma Theresia Pihl, una de las diseñadoras con más talento de la casa de joyería y nieta del jefe del taller, August Holmström. Pihl también elaboró otro huevo que está en manos de los Windsor. La familia real británica tiene varios huevos en su haber.

Las piezas más famosas

Aunque se fabricaron más de medio centenar de huevos y no todos se conservan, algunas destacan más que otras. Entre ellas, por supuesto, el Huevo de Invierno, que resalta por su apariencia etérea, pero también otros más recargados.

El primero de los huevos fue el Huevo de la Gallina y consiste en una cáscara esmaltada bajo la cual se encontraba una yema de oro, una gallina y una corona con un rubí. El éxito de este huevo provocó que se convirtieran en una tradición. De hecho, Nicolás II solía encargar dos por año, uno para su madre y otro para su esposa. Entre los más llamativos se encuentran el Huevo de la Coronación, el Tercer Huevo Imperial o el Huevo Lirios del Valle.

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