¿Cura de lujo o timo clínico? Orlando Bloom se purga la sangre por 12.000 euros
El tratamiento del actor es un híbrido entre tecnología médica real y marketing de lujo
Lo que antes se usaba para tratar algunas enfermedades graves, ahora se vende como ritual de desintoxicación
¿Moda, placebo… o necesidad de sentirse especial?
¿Cuánto pagarías por limpiar tu alma? ¿Y tu sangre? Para Orlando Bloom, la respuesta está clara: 12.000 euros bien invertidos en una clínica de Londres donde, en vez de un jugo detox, te ofrecen un filtrado sanguíneo de alta gama que promete desintoxicarte por dentro —con filtro literal. No hablamos de un chute espiritual en Bali ni de ayuno intermitente con luz ultravioleta, sino de una aféresis de plasma, técnica médica real reconvertida en tratamiento VIP para los cada vez más angustiados por los microplásticos.
El actor británico, famoso por su papel de elfo, pirata y ahora gurú biohacker, se ha sometido a una “limpieza” de sangre en Clarify Clinic, centro de longevidad de lujo en Londres, y lo ha contado —cómo no— en Instagram. “Gracias por ayudarme a eliminar los microplásticos y las toxinas del cuerpo”, escribió con tono beatífico, mientras mostraba la escena: conectado por ambos brazos a una máquina, reclinado, cómodo, con cara de quien ha alcanzado el Nirvana tras dos horas de diálisis voluntaria.
La técnica, en teoría, no tiene nada de nueva: es una plasmaféresis, procedimiento que se usa en medicina de verdad, para tratar enfermedades como lupus, miastenia gravis o ciertos tipos de cáncer. El problema no es el cómo, sino el porqué. Bloom no tiene ninguna de esas dolencias. Lo que busca es otra cosa: eliminar del plasma los microcontaminantes que, según la clínica, se acumulan en tu torrente sanguíneo sin que te des cuenta.
¿Qué le hacen exactamente?
Durante el tratamiento, la sangre del paciente se extrae por un brazo, se separa el plasma (la parte líquida), se filtra a través de una columna adsorbente con una especie de «brita biomédica», y luego se reinfunde la mezcla —ya supuestamente “limpia”— por el otro. Todo con tecnología CE, luces suaves y promesas de juventud eterna.
Según el centro, se eliminan hasta el 90% de los microplásticos de más de 5 micras, parte de los pesticidas y cierta proporción de los famosos PFAS, esos químicos que, una vez entran en tu cuerpo, se quedan para siempre (de ahí su apodo: “químicos eternos”). Y todo sin hospital y sin baja médica.
¿Y qué dice la ciencia?
Aquí es donde el cuento se empieza a deshilachar. No hay evidencia científica sólida que respalde que este tipo de limpieza tenga algún efecto beneficioso en personas sanas. Ni la Sociedad Española de Hematología ni la Americana de Aféresis contemplan esta práctica para uso preventivo o wellness. Ni siquiera Clarify Clinic presenta estudios independientes que avalen los resultados que publicita.
Y eso sin contar que muchos de esos microcontaminantes ni siquiera están flotando por la sangre. Como ha recordado la científica del CSIC Ethel Eljarrat, la mayoría de estas sustancias se almacenan en tejidos como el hígado, el cerebro o el tejido adiposo, y filtrar el plasma no los toca ni con un palo. Es como pasar la aspiradora por el felpudo y esperar que se limpien los armarios.
La doctora Elena Codina, experta en salud ambiental pediátrica, ha sido tajante: “Fisiológicamente, cuesta ver la lógica de esta técnica”. Por no hablar de los riesgos inherentes: pincharte ambos brazos con vías gruesas, aplicar anticoagulantes, alterar tus niveles de calcio… Todo por una promesa sin demostrar.
¿Y si funcionara?
Aunque el sistema eliminara realmente una buena parte de microplásticos de tu plasma, el efecto duraría lo que tardes en tomarte el próximo sorbo de agua, respirar el siguiente aliento o comer una ensalada envuelta en plástico. El problema, como señalan los expertos, no está en tu plasma, sino en tu estilo de vida… y en la industria petroquímica.
¿La solución? Según los científicos, prevenir, no purificar: evitar envases plásticos, aspirar en lugar de barrer, reducir cosméticos con ftalatos y optar por alimentación sin pesticidas. Es menos glamuroso que una aféresis con música ambiental, pero infinitamente más eficaz.