EXCLUSIVA | La reina Isabel comete la misma temeridad que pudo acabar con la vida de su marido
Tan solo 48 horas después de sufrir un accidente, Felipe de Edimburgo fue 'cazado' conduciendo sin cinturón de seguridad. Pero no ha sido el único.
El pasado 17 de enero el duque de Edimburgo hizo saltar todas las alarmas. El marido de la reina Isabel II sufría un aparatoso accidente de tráfico cuando conducía su vehículo en Norfolk, cerca de Sandringham, donde la familia real británica suele disfrutar de su descanso navideño. Felipe de Edimburgo volcaba su Range Rover al colisionar con otro vehículo en el que circulaban dos mujeres, que resultaron heridas de levedad, y un bebé que salió ileso. A sus 97 años, el marido de la reina resultó indemne y, aunque pareció expresar su arrepentimiento tras salir del coche según testigos presenciales, tan solo 48 horas después fue ‘cazado’ por las cámaras conduciendo de nuevo y sin utilizar el cinturón de seguridad. Pues bien, no ha sido el único.
En las imágenes que LOOK muestra en exclusiva se puede comprobar que la propia reina de Inglaterra cometió la misma temeridad que pudo acabar con la vida de su marido al día siguiente del accidente de tráfico del duque de Edimburgo. Muy aficionada a la conducción, al igual que su esposo, la reina no ha dejado de ponerse al volante de su Range Rover a pesar de que ha cumplido ya 92 años. La soberana británica fue ‘pillada’ por la prensa cuando conducía en Norflok ataviada con el look campestre que suele lucir en estos periodos de descanso en Sandringham. Sin embargo, llevó la comodidad al extremo de no utilizar el obligatorio sistema de retención en caso de colisión: el cinturón de seguridad.
Aunque el código de circulación británico no establece ninguna edad límite para ponerse al frente del volante, está claro que ni siquiera la Familia Real puede eludir el cumplimiento de la normativa de seguridad, especialmente cuando se tiene un reciente ejemplo en el que el vehículo puede acabar volcado tras una colisión y salir, por tanto, disparado por las ventanillas. Y es que, aunque la reina Isabel ha mostrado en más de una ocasión su deseo de que su marido, el duque de Edimburgo, aparque de una vez su pasión por la conducción, por lo visto ella tampoco se toma demasiado en serio los riesgos de ponerse al volante.