Los privilegios de la visita de la infanta Cristina a prisión, en 4 claves
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Tuvo que pasar casi una semana en conocer que la infanta Cristina había visitado a su marido, Iñaki Urdangarin, en la cárcel de Brieva. Un encuentro que tuvo lugar el pasado domingo 24 de junio y que, como desveló El País, encargado de confirmar la información, se produjo con ciertos privilegios para que la hermana de Felipe VI pudiera volver a verse con su pareja con toda la tranquilidad posible y sin que existiera ninguna imagen que evidenciara el que se ha llamado como ‘paseíllo de la vergüenza’.
A pesar del cuidado que se tuvo para que hoy no exista una sola fotografía de doña Cristina en el penal, sí que se ha sabido cuáles fueron los privilegios exactos de los que pudo disfrutar aquel domingo en el que quedó claro que no era un familiar más. El Diario de León descubre en su edición digital que fue el Ministerio del Interior el que pidió un “trato adecuado a circunstancias de seguridad y orden del establecimiento penitenciario” para la hija de Juan Carlos I, que se tradujo en varias concesiones por parte de los funcionarios que recogemos a continuación:
Fuera de horario
El estricto horario de visita a familiares presos no supuso ningún impedimento para doña Cristina. Los funcionarios supieron que acudiría al penal apenas unos minutos antes de que se presentara con “órdenes estrictas” de que todo estuviera listo para las dos de la tarde, cuando llegaría. Una hora elegida con cuidado para evitar su coincidencia con el primer turno de visitas y que su presencia pasara totalmente desapercibida.
En vehículo privado
Acceder en vehículo privado al interior de un centro penitenciario es algo impensable para la mayoría de la gente. No así para doña Cristina, que llegó en una furgoneta con cristales tintados que ni siquiera tuvo que pasar una identificación previa ni parar para ser revisada por los funcionarios.
Entrada directa
Ni colas, ni control, ni cacheo. Cristina de Borbón no tuvo que sufrir la “bastante más allá de media hora” que, según cuentan al citado medio los funcionarios que presenciaron su llegada, sufren el resto de los visitantes en fin de semana. Ella solo necesitó cinco minutos para entrar directamente al módulo masculino, en el que Urdangarin es el único inquilino, y en el que pasó 40 minutos.
Salida en primera clase
Al igual que pasó a su llegada, la salida también fue inusual. Se subió una vez más al vehículo de lunas tintadas sin detenerse en ningún control de salida, algo prácticamente prohibido para el común de los mortales.