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CASA REAL BRITÁNICA

La mudanza imposible de Guillermo y Kate en Windsor: una propiedad maldita y un inquilino atrincherado

El heredero y su esposa se instalaron en Adelaide Cottage en 2022

Su deseo era estar más cerca de la Reina Isabel II, que vivía en Windsor

  • Andrea Mori
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Después de muchos años instalados en uno de los apartamentos más importantes del Palacio de Kensington, en 2022 los príncipes de Gales decidieron mudarse a Windsor. Dejaron atrás Londres por una vida más tranquila y discreta en Adelaide Cottage, una pequeña y coqueta casita de escaso tamaño, quizás demasiado modesta para un futuro rey y su familia, pero que permitió a Guillermo estar más cerca de su abuela en los últimos momentos de su vida. Entonces la familia ya era consciente de que el final de la Reina Isabel II estaba cerca, de hecho, falleció a principios del mes de septiembre mientras se encontraba en el Castillo de Balmoral.

Desde entonces y, a pesar del relevo en el trono, Kate y Guillermo no han cambiado de casa y Adelaide Cottage sigue siendo su residencia oficial. Mantienen el apartamento del Palacio de Kensington y cuentan con la casa de Norfolk, por cierto, más grande que la de Windsor, pero son muchos los que consideran que la coqueta casita es demasiado pequeña para el heredero, sobre todo, dado su papel actual. Más aún si se tiene en cuenta que el príncipe Andrés sigue residiendo en el Royal Lodge, cerca de Adelaide, a pesar de que ya no tiene ningún rol oficial.

Adelaide Cottage, casa de los príncipes de Gales. (Foto: Gtres)

Una mudanza complicada

Por el momento, ni Kate Middleton, ni tampoco Guillermo han hablado sobre un posible traslado, pero varios medios sí que han especulado sobre las opciones de la familia en este sentido. Incluso se ha comentado que podrían estar pensando en reformar una especie de granero cercano a su actual casa para poder tener un poco más de espacio.

Los terrenos de la familia real en Windsor cuentan con varias residencias oficiales más allá del propio castillo, que fue muy especial para la Reina Isabel II y pasó allí gran parte de su vida. Está el Royal Lodge, la casa que antes ocuparon los duques de Sussex, Frogmore House o Fort Belvedere, entre otras.

El Royal Lodge, al fondo. (Foto: Gtres)

Aunque en principio se comentó que el príncipe de Gales tenía puesta la mirada en el Royal Lodge, la situación del príncipe Andrés ha provocado que, de momento, Guillermo haya tenido que dejar aparcada esta idea. El duque de York se ha convertido en una figura muy incómoda para la familia real y aunque el rey Carlos III le ha ofrecido las llaves de Frogmore Cottage tras pedirle a los Sussex la devolución, el príncipe tiene un contrato que le permite estar en el Royal Lodge durante varios años todavía. Siempre y cuando se pueda hacer cargo de los costes de mantenimiento de la casa.

Algo que no es tan evidente porque ya no tiene ingresos por parte de la casa real, dado que está completamente al margen de lo institucional por los escándalos. El rey le ha insistido en que se marche, dicen algunas fuentes que porque su hijo mayor quiere instalarse allí. Lo cierto es que esta cuestión no ha avanzado.

La reina madre en los jardines del Royal Lodge. (Foto: Gtres)

No es de extrañar que Guillermo haya puesto sus ojos en el Royal Lodge, ya que es una casa mucho más apropiada para un heredero. De un tamaño mucho mayor que la discreta Adelaide Cottage, el Royal Lodge fue el hogar de la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, desde 1952 hasta su fallecimiento, por lo que tiene un gran simbolismo para toda la familia. En especial para Carlos III, que estaba muy unido a su abuela.

La propiedad se erige sobre una antigua casa que se edificó en 1662 con el nombre de Lower Lodge, para distinguirla del Cumberland Lodge, que en la actualidad se utiliza para actos oficiales y educativos. En el siglo XVIII se instaló allí Thomas Sandby, artista y topógrafo militar, que ejercía como guardabosques en Windsor. A principios del siglo XIX, Jorge IV pasó un tiempo en la casa cuando era príncipe regente mientras se llevaban a cabo los trabajos de reforma del Cumberland Lodge.

Esta propiedad ha estado vinculada desde mediados del siglo XX a la reina madre, que pasó allí algunos de los momentos más felices de su vida. Pero tras su muerte, fue el duque de York el que quiso instalarse en ella.  Hace dos décadas, firmó un contrato de arrendamiento de 75 años con el Crown State. Hizo frente a una serie de reformas de más de siete millones de libras, incluso instaló una piscina. En caso de marcharse, tendría derecho a recuperar su inversión, pero él se resiste y deja a Guillermo sin la opción de vivir ahí con su familia.

La polémica de Fort Belvedere

Con la opción del Royal Lodge descartada por el momento, algunos medios apuntan a que la otra posibilidad del príncipe de Gales y su familia sería marcharse a Fort Belvedere, otra de las propiedades más emblemáticas de Windsor. Sin embargo, si en el Royal Lodge tienen el problema de un duque de York completamente atrincherado, en Fort Belvedere la situación no es mucho mejor. Los fantasmas del pasado podrían perseguir a la pareja.

Vista de los terrenos de Fort Belvedere. (Foto: Gtres)

Esta propiedad, construida a mediados del siglo XVIII por Jorge II, tiene estilo neogótico y se encuentra rodeada de bosques, praderas, lagos y preciosos jardines. En un principio fue construido a modo de estructura decorativa sin función militar, pero, con el tiempo acabó convertida en una residencia de verano y más tarde en un pabellón de caza.

Es una residencia de gran tamaño con todas las comodidades, Más de 30 habitaciones, pista de tenis, invernadero, huerto, piscina y casas auxiliares para el personal. Aparentemente es una zona perfecta para el heredero al trono y su familia, pero tiene un pasado delicado.

Eduardo VIII con Wallis Simpson. (Foto: Gtres)

Fue allí donde Eduardo VIII firmó su abdicación en el año 1936 porque quería casarse con Wallis Simpson. Un episodio que cambió el curso de la monarquía y convirtió al padre de Isabel II en nuevo rey. Desde entonces, Fort Belvedere ha sido considerada una residencia cargada de simbolismo, hasta el punto de que se la llama la casa del silencio. No sería, por tanto, la mejor opción para el príncipe de Gales y su familia.

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