Felipe de Edimburgo: una herencia ‘limitada’ con un beneficiario incuestionable
Pocos días después de la muerte del príncipe Felipe ahora se plantean las dudas sobre el reparto de su patrimonio
La familia real británica se acaba de enfrentar a uno de los momentos más difíciles de su vida. El pasado día 9 de abril, Felipe de Edimburgo fallecía a los 99 años. Era este fin de semana cuando se celebraba el funeral por su eterno descanso en Windsor. Un sepelio según sus propios planes pero adaptado a las restricciones de seguridad actuales y en el que la Reina apenas podía contener las lágrimas tras perder al que ha sido su mayor apoyo los últimos 73 años.
Tras la muerte del Duque queda pendiente una cuestión burocrática sobre la que apenas se han dado detalles: su herencia. Al margen de su legado personal y la imborrable huella que deja en todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo, el marido de la reina Isabel deja tras de sí un ‘modesto’ patrimonio, que se estima superior a los 10 millones de libras, aunque fuentes oficiales del Palacio de Buckingham no se han pronunciado sobre los detalles del mismo.
Sin embargo, lo más probable es que todas sus posesiones -o la mayor parte de ellas-, pasen a manos de la Reina. Según la tradición británica, los royals suelen dejar todo su patrimonio en manos de la persona más cercana para que sea ella quien decida sobre su reparto. Esta es una cuestión que tiene mucho que ver con los impuestos.
Y es que las herencias en el Reino Unido están gravadas con impuestos que pueden llegar al 40%. Sin embargo, existe una cláusula especial que exime a la Reina de pagar este impuesto cuando la herencia se produce de soberano a soberano o del consorte de un soberano a un monarca reinante. Se trata de una especie de pacto alcanzado entre la monarquía y el Gobierno. Este acuerdo se basa en la idea de que el monarca no puede trabajar o comerciar para hacer crecer su riqueza privada, a diferencia de otros miembros de la realeza y, por eso, se les permite pasar su riqueza privada al próximo soberano.
En estos casos, la herencia está exenta del impuesto por encima de las 250.000 libras. Sin embargo, los legados o herencias entre otros miembros de la familia real sí que están sometidos a este impuesto. No obstante, cuando Carlos sea rey, podrá heredar el patrimonio de su madre y de su padre sin tener que pagar este impuesto.
El patrimonio del duque de Edimburgo
El marido de la reina Isabel no contaba con un importante patrimonio personal hasta que entró a formar parte de la familia real. Apenas tenía unas pocas joyas que trajo de Grecia y que, de hecho, utilizó para su compromiso con la entonces princesa.
A lo largo de los años como miembro en activo de “La Firma”, el consorte acumuló algunos bienes importantes. Felipe de Edimburgo tenía un sueldo público de 359.000 libras al año. Esta cantidad la siguió cobrando aun cuando se había retirado de la vida institucional en 2017 y que estaba regulado por la Soverign Act. Además de esta cantidad, la Reina también le daba parte del dinero del Ducado de Lancaster, que está al margen de la asignación pública.
Aparte de esto, Felipe de Edimburgo atesoró una importante colección de obras de arte gracias a los regalos que recibía. Sentía predilección por el arte aborigen, pero también era un gran fanático del pintura figurativa. No obstante, la mayor parte de obras que adquirió, las compró para la Corona, aunque sí que cuenta con una interesante colección de cuadros de Edward Seago. Fue él quien le enseñó a pintar y que además le regaló bastantes cuadros a lo largo de su vida. Son precisamente los cuadros pintados por el duque de Edimburgo lo que constituye en estos momentos una de las facetas más interesantes de su herencia. Aunque ahora no están a la venta, es muy probable que con el tiempo se revaloricen, no solo por el hecho de que han sido realizados por un royal, sino porque además algunos de ellos tienen a la propia Isabel II como modelo.
Testamentos privados
Debido a un fallo histórico de principios del siglo XX, los testamentos de la familia real no suelen publicarse. Esta exención de la publicación de los testamentos de la realeza se remonta a un familiar de los Windsor en cuyo testamento provocó un gran escándalo.
Una polémica relacionada con la reina María, abuela de Isabel II y esposa del rey Jorge V. Se trató del príncipe Francisco de Teck. Un royal con una trayectoria similar a la del duque de Edimburgo en materia militar, sin embargo, a pesar de sus méritos, era más conocido como jugador y mujeriego, y había rumores de un hijo ilegítimo, que nunca se confirmaron. Lo que sí se supo es que pasó tiempo exiliado en La India por sus deudas.
Aunque nunca se casó, había tenido un romance con una mujer casada: Ellen Constance, condesa de Kilmorey, también conocida como Nellie, cuyo marido era Francis Needham. Francisco murió repentinamente en 1910 en Balmoral a la edad de 40 años a consecuencia de una neumonía, poco antes de la coronación de su hermana como reina consorte. Su testamento sentó un precedente legal cuando se selló para evitar que saliera la noticia.
Se cree que fue la propia reina María quien solicitó al tribunal que no se revelara el testamento por temor a un escándalo en el año de su coronación. Sin embargo, un borrador del mismo fue descubierto en Irlanda entre los documentos de la familia Kilmorey. Este borrador sugiere que dejó las joyas de la familia Teck a su amante, Nellie. Esto probablemente indignó a la familia y, por eso, trató de silenciarlo.
El tribunal acordó ocultar las indiscreciones del Príncipe y este precedente se ha seguido por las generaciones posteriores. La oficina de registros públicos de Belfast dijo que los documentos «arrojan algo de luz sobre el papel tácito, pero ampliamente reconocido, de Lady Kilmorey como ‘compañera’ del príncipe Francisco de Teck, quien hizo una provisión vergonzosamente generosa para ella en su testamento».
Aunque el testamento no salió a la luz, se sabe que las gemas fueron compradas silenciosamente a la Condesa por la reina María por la suma cercana a las 10.000 libras, lo que equivale a más de un millón en la actualidad. La Reina las utilizó durante la coronación de su esposo como Rey al año siguiente. Los documentos de Kilmorey se depositaron en los archivos de Belfast y la Familia Real ha seguido la tradición de mantener en secreto sus testamentos desde entonces.
Un regalo especial para Lady Louise
En los últimos días, gracias a las imágenes que se han publicado en los diferentes perfiles oficiales de la familia real hemos podido comprobar algunas de las facetas menos conocidas del duque de Edimburgo. Una de ellas es la de abuelo y bisabuelo, en la que se desenvolvía con absoluta devoción y ternura. No solo con sus nietos, como Lady Louise o Eugenia de York, sino también con sus bisnietos, como los hijos de Zara Tindall o de los duques de Cambridge.
Precisamente con Lady Louise ha querido tener un detalle especial en su herencia. No es ningún secreto que en los últimos años los condes de Wessex y, en concreto, Sophie Rhys Jones han sido unos de los más cercanos a la reina Isabel y al duque de Edimburgo. De hecho, será el príncipe Eduardo, menor de los hijos de la monarca y el consorte, quien herede el título de duque de Edimburgo. Con su hija, Lady Louise, el príncipe Felipe tenía una relación muy especial, ya que solían ir a montar juntos en coche de caballos. Unos paseos en los que la joven aprendía muchas cosas de su abuelo, hasta el punto de que ha llegado a competir en esta disciplina que tanto gustaba al consorte. En alguna ocasión, Felipe de Edimburgo asistió a alguna carrera en las que participó su nieta. Por este motivo ha decidido legarle en carruaje tirado por ponis con el que tanto disfrutó en la última etapa de su vida y que estuvo presente en la procesión durante el funeral.