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Ernesto de Hannover ha reaparecido. Y lo ha hecho días después de saberse que había abandonado, de manera voluntaria, la clínica de rehabilitación en la que ingreso a principios de junio. El todavía marido de Carolina de Mónaco se ha convertido en uno de los ilustres visitantes estivales de la isla de Ibiza, donde está en compañía de unos amigos. Algo que al parecer no estaba incluido en sus planes después de comprometerse con el juez que le juzgó por agresión verbal y física a sus empleados. El Príncipe aceptó la posibilidad de reducir su condena si se sometía a un programa de rehabilitación para dejar el alcohol mientras cumplía diez meses de libertad condicional.
El jefe de la Casa Güelfa no se esconde. El programa ‘Viva la vida’ emitía unas imágenes suyas relajado tomando una cerveza en un chiringuito y, días después, volvía a dejarse ver comprando la prensa y tabaco en un establecimiento cercano a la vivienda ibicenca en la que se encuentra alojado.
Aunque superar sus problemas de adicción sí era un mandato judicial, su estancia en la clínica austriaca Vivamayr, no era obligatoria. Fue una decisión voluntaria y, de la misma manera, ha puesto fin a su ingreso. Aún así, esta escapada a España no tendría que tener repercusiones legales. Ernesto tenía la libertad de entrar y salir sin problema alguno ya que la sentencia solo le imponía dejar el alcohol -algo que, según las informaciones recientes, sí ha incumplido-.
«Esto es maravilloso, aquí conoces a gente agradable (…) La mayoría de la gente está aquí para adelgazar, pero yo he venido para lo contrario. Estoy más delgado que nadie», le dijo a la periodista Natascha Großer, con quien charló durante su encierro en la clínica. Su pérdida de peso sigue siendo evidente como puede verse en las imágenes tomadas en Ibiza. Ataviado con una camisa azul, bermudas y mocasines en el mismo tono, la delgadez de Ernesto llama la atención. Es un hombre de 1,82 metros que, al parecer, podría pesar algo más de 40 kilos. Nada que ver con los lustrosos 92 que lucía en su mejor época.
Han sido pocas las semanas que ha permanecido en el elitista centro médico ubicado en la zona de Altaussee. El ‘hotel’ es un lugar donde la discreción está garantizada, que se rige por unas estrictas normas que incluye comenzar la jornada a las 6:30 de la mañana, y donde los únicos líquidos permitidos son agua, té, bebidas vitaminadas e infusiones ‘antiaging’.
Destacando además que, independientemente de su status, Ernesto de Hannover no ha contado con ningún privilegio. Eso sí, durante el breve espacio de tiempo que permaneció en Vivamayr, recibió la visita de algunos de sus allegados, entre ellos Christian, su hijo menor, que viajó desde Madrid para verle, según la revista ‘Bunte’.
La misma publicación ha contado que al principio le costó adaptarse a la vida allí y aportaba datos tan llamativos como que, al segundo día de su llegada, acudió al Romantik Hotel Seevilla donde pretendía disfrutar de una velada. Al no serle posible decidió trasladarse entonces a la Panadería Maislinger, donde bebió cerveza y se tomó un trozo de tarta, saltándose las normas de la clínica y del tribunal que le juzgó.