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31 de agosto de 1997. París. La Princesa de Gales, Diana, también conocida como Lady Di, abandona la suite que ocupa en el Hotel Ritz de la capital francesa para poner rumbo, en un Mercedes S280 negro, junto a su incipiente romance tras su separación del Rey Carlos III (entonces Príncipe), Dodi Al Fayed, hijo del multimillonario, Mohamed Al Fayed; a Arsène-Houssaye, cerca de los Campos Elíseos, donde el joven posee un lujoso apartamento.
En el trascurso del trayecto -seguido por la prensa-, justo cuando el coche atraviesa el Puente de l’Alma, el chófer que traslada a la pareja a su destino, pierde el control. Los tres sufren un aparatoso accidente que acaba con el vehículo empotrado contra una columna del túnel y con la vida, al instante, de Dobi y del conductor, a quien se identifica con el nombre de Henri Paul. Diana, sin embargo, es trasladada de urgencia al Hospital de la Pitié-Salpêtrière, donde le practican una cirugía de más de dos horas de la que no logra salvarse.
Hoy, más de dos décadas después, las circunstancias en las que se produjo el choque siguen dando que hablar, y el suceso todavía suscita todo tipo de teorías no oficiales que incluso sugieren que la muerte de la Princesa de Gales estaba planeada por los más altos cargos británicos. «Para ser honesto, pensé que viviría. Por lo que yo sabía, cuando estaba en la ambulancia, estaba viva y esperaba que viviera. Pero luego descubrí que había muerto en el hospital. Fue muy triste», recuerda uno de los bomberos allí presentes.
Sea como fuere, lo cierto es que la escena descrita anteriormente ha sido objeto de titulares en los últimos días, no por las teorías (que también), si no por lo sucedido con el Príncipe Enrique en Nueva York, el pasado 16 de mayo, donde se encontraba junto a su esposa, Meghan Markle, y la madre de ésta, para asistir a los premios Women of Vision de la Ms. Foundation, en los que la actriz fue galardonada por su defensa mundial de la autonomía de mujeres y niñas.
Casi como en un flash back en cine, los duques de Sussex vivieron una persecución automovilística «casi catastrófica» por el centro de Manhattan. «Anoche, el duque y la duquesa de Sussex y la señora Ragland se vieron envueltos en una persecución automovilística casi catastrófica a manos de un grupo de paparazis muy agresivos. Una persecución incesante, que duró más de dos horas, tuvo como resultado múltiples colisiones cercanas que involucraron a otros conductores en la carretera, a peatones y a dos oficiales del departamento de policía de Nueva York», expresó Chris Sánchez a la CNN.
La versión de la policía
A diferencia de la versión interior, ha sido esta misma semana cuándo la policía de Nueva York ha emitido un comunicado en el que niega los hechos que los duques de Sussex relatan. Según la versión ofrecida por las autoridades, «El martes 16 de mayo por la noche, la Policía de Nueva York ayudó al equipo de seguridad privada que protegía al duque y la duquesa de Sussex. Hubo numerosos fotógrafos que hicieron que su transporte fuera un desafío. El duque y la duquesa de Sussex llegaron a su destino y no se informaron colisiones, citaciones, lesiones o arrestos al respecto».
Asimismo, ante este incidente, el alcalde de la ciudad de Nueva York ha querido dar también declaraciones al respecto. «Me resulta difícil de creer que haya habido una persecución de dos horas a alta velocidad. Incluso una persecución de diez minutos sería muy peligrosa en Nueva York porque tenemos mucho tráfico, mucho movimiento, mucha gente en las calles».