Las tragedias que han marcado la vida de Farah Diba, la última emperatriz de Irán
Farah Diba, la última emperatriz de Irán, celebró su cumpleaños el pasado 15 de octubre
Una fecha que invita a reflexionar sobre su vida de grandeza, pero también de profundas tragedias
La vida de Farah ha estado marcada por una serie de infortunios personales
Farah Diba, la última emperatriz de Irán, celebró su cumpleaños el pasado 15 de octubre. Una fecha que invita a reflexionar sobre su vida de grandeza, pero también de profundas tragedias. A sus 86 años, Farah sigue siendo una figura histórica fascinante, símbolo de un Irán que ya no existe, y que ha experimentado la pérdida de su patria, su familia y su poder. Su vida, que en un principio parecía estar rodeada de lujo y privilegios, ha estado marcada por una serie de infortunios personales que han dejado una huella imborrable en su legado.
Una de las tragedias más significativas en la vida de Farah Diba fue la caída de la monarquía iraní en 1979, un hecho que la obligó a abandonar el país que tanto amaba. Como esposa de Mohammad Reza Pahlavi, el último Sha de Irán, Farah ocupaba un papel central en la política y cultura del país. Su mandato como emperatriz fue un periodo de reformas ambiciosas y modernización, especialmente en áreas como la educación y los derechos de las mujeres. Sin embargo, la Revolución Islámica lo cambió todo. La familia real fue derrocada, y Farah, junto con su esposo e hijos, se vio obligada a huir de Irán, pasando de ser una figura poderosas a exiliada, vagando de país en país en busca de asilo.
La muerte del Sha y la lucha contra la enfermedad
Apenas dos años después del exilio, en 1980, Farah enfrentó otra tragedia devastadora: la muerte de su esposo, Mohammad Reza Pahlavi, a causa de un cáncer terminal. Durante los últimos años de su vida, el Sha sufrió de manera intensa debido a su enfermedad, y su condición fue empeorando mientras la familia real se movía de un país a otro, buscando atención médica.
Tras su muerte, Farah se quedó sola con la responsabilidad de cuidar a sus cuatro hijos -Reza Pahlaví, Leila Pahlaví, Farahnaz Pahlaví y Alí Reza Pahlaví-, en medio de la desesperación por el futuro de su familia y el legado de la dinastía Pahlavi. El duelo por la pérdida del Sha y la inestabilidad que trajo el exilio marcaron profundamente sus años siguientes.
La tragedia de dos de sus hijos
Pero el dolor de Farah Diba no se detuvo ahí. En 2001, su hija Leila Pahlavi murió en circunstancias trágicas en Londres, aparentemente por una sobredosis de medicamentos. Según trascendió, Leila, quien había vivido el exilio desde joven, nunca se recuperó emocionalmente de la caída de la monarquía, sufriendo de depresión durante gran parte de su vida. «Hasta el día de hoy no consigo explicarme por qué se quitó la vida», confesó Farah en una entrevista.
Además, diez años después, en 2011, Farah vivió otro golpe devastador cuando su hijo, Ali Reza Pahlavi, se quitó la vida en su apartamento de Boston. Ali Reza, al igual que su hermana Leila, también batalló contra la depresión y las secuelas del exilio. Para Farah, perder dos hijos en circunstancias tan dolorosas ha sido una carga emocional inmensa, que la ha marcado profundamente en su vejez. «Él y Leila fueron víctimas del exilio que nos tocó vivir. Para ellos era horrible cambiar de un país a otro, mientras en Irán sucedían cosas terribles y se hablaba tan mal de su padre en la televisión. Gracias a las cartas y correos electrónicos sé que puedo hacer mucho por mi país», explicó.
A pesar de las tragedias que han definido su vida, Farah Diba ha mostrado una increíble fortaleza. «Si algo he aprendido en la vida es a no compadecerme de mí misma y a mirar hacia delante». La natural de Teherán se ha dedicado a preservar el legado cultural de Irán y a defender los ideales de modernización que promovió durante su tiempo como emperatriz. Su vida, aunque trágica, es también un testimonio de resiliencia y amor por su país.