Paz Vega denuncia las injusticias de Hollywood y Jesús Castro muestra su lado más desconocido: las claves de ‘Mi casa es la tuya’
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A Paz Vega Hollywood se le ha quedado pequeño, ya se ha devorado la meca del cine. Para ella, estrella del mar y del sur y andaluza trianera por montera, su patria es la esencia de su vida, sus raíces su epicentro. La sevillana redescubrió el encanto de su país- que en América era mera reminiscencia- durante el rodaje en Barbate de su nueva serie de televisión, ‘Perdóname, señor’, en la que comparte cartel con Jesús Castro.
La intérprete y el actor gaditano han visitado el programa de Bertín Osborne, ‘Mi casa es la tuya’, para promocionar la serie que los ha unido profesionalmente y para poner en orden sus vidas. Mientras Paz ha abordado las complicaciones a las que se ha enfrentado en su carrera por su marcado acento sevillano y esas ‘7 vidas’ que exprimió en Madrid -pasando por alto en la entrevista sus problemas con Hacienda-, Jesús Castro no ha dudado en mostrar su lado más sincero y cómo vivió el salto a la fama.
Paz Vega reivindica más papeles para las actrices maduras
Paz Vega se ha dado cuenta que en Estados Unidos hay luces en forma de sueño americano, pero también sombras. Muchas y alargadas, como las que sufre su gran amiga Nicole Kidman, por un solo hecho: ser una actriz madura.
La actriz Nicole Kidman viene siendo cuestionada por sus excesivas operaciones de cirugía estética que han convertido su rostro en irreconocible. Sin embargo, Paz Vega ‘saca las uñas’ por ella y defiende la presencia de la mujer madura en la gran pantalla: «Existe mucha presión por tener siempre 20 años. Se sufre mucho por eso, la mujer lo pasa mal cuando ve que cumple años y no hay papeles. ¡Debería de haber más mujeres guionistas que miraran por esa mujer que traspasa la barrera de los cincuenta! Es muy injusto».
Sus padres y sus inicios en el teatro
Paz Vega era una joven con grandes sueños. De «chica» sufría la sobreprotección de sus padres: «A mí me encantaba la calle y mi madre no me dejaba salir, recuerdo que me tiraba los días en la azotea jugando e inventándome historias con mi hermana Sara». Su madre se ha dedicado toda su vida a hacer las labores del hogar, tarea que sigue ejerciendo en la actualidad. Su padre, Manuel Campos, fue un conocido banderillero. «En mi casa quería tener un niño y no lo consiguieron. Para mi padre yo fui su Manolito. Me cortó el pelo y hacía deporte y carreras de caballos. Siempre llevaba a cabo pasatiempos propios de un niño».
Aquella niña que soñaba con participar en las olimpiadas de nado -su hobby favorito- veía las películas en la televisión a hurtadillas: «Esas películas de blanco y negro fueron importantes en mi decisión de ser actriz. A los 16 fui por primera vez a una obra de teatro, ‘La casa de Bernarda Alba’. Quedé erizada por todo, las butacas, el olor, el telón. Ahí me di cuenta que existía una profesión en lo que veía».
Se refugió a los 15 años en el Centro Andaluz de Teatro de Sevilla mientras terminaba COU. Estuvo compaginando el teatro con su carrera de periodismo a petición de sus padres: «Querían que aparte tuviera una profesión más conocida y estable».
El día en que se montó en el autobús que la llevó a Madrid lo recuerda como el más feliz de sus días: «Estaba yo con mi maleta y miré a mis padres. Ese día pensé: ‘Hasta aquí he llegado con vosotros, ahora comienza mi vida’».
Sus problemas con el acento y su éxito en Madrid
Su llegada a Madrid no fue tan exitosa como esperaba. Hubo quien no creyó en la valía de Paz Vega tan solo por una traba: su acento sevillano. «Mi primer mánager me dijo que con ese acento no iba a llegar a ningún sitio. Eso me creó mucha inseguridad y me daba vergüenza hablar en el supermercado. Fue un comentario terrible para mí».
Sin embargo, esa persona estaba en un error de juicio: Paz estaba destinada al éxito. Un inesperado casting puso en sus manos la serie ‘7 vidas’: «Fue mágico, me cambió la vida. Fue uno de los papeles más importantes de mi vida. ¡Esas collejas de Amparo Baró! Fue un lujo trabajar con ella». La actriz compartía cartel con Toni Cantó, al mismo que llevaba forrado en su carpeta de estudiante.
Abandonar la serie no fue un trago agradable para Paz, pero una oferta tocó su puerta y no pudo negarse: la película ‘Lucía y el sexo’. En la cinta las escenas de sexo eran tan habituales que Paz Vega recuerda que su padre tuvo que levantarse del cine: «Los llevé al estreno y mi padre se levantó y salió de la sala. Nunca le he preguntado si terminó de verla alguna vez». Pudores aparte, este proyecto fue su salto internacional.
Salto a Hollywood
Cuando se trasladó a América tuvo muchos miedos a encasillarse en papales de desnudos: «Lo pasé muy mal, no quería que se me vinculara siempre con ese tipo de papeles. Un día me dije que eso eran tonterías y prejuicios de los demás, no míos». Su vida allí cambió cuando su amiga y productora le dijo que James Brooks quería conocerla: «Sin saber inglés ni nada, hice unas pruebas y me cogieron». Nunca olvidará cómo invitó a sus padres para que la visitaran: «Llegaron en limusina y no me preguntes por qué ni cómo mi padre se hizo amigo de Jack Nicholson».
Pese a sus 10 años de residencia en Estados Unidos junto a su marido, el venezolano Orson Salazar, siempre ha querido que sus tres hijos fueran españoles: «Aunque vivíamos allí en cada embarazo me venía a España para estar con la familia en ese momento tan especial». En los inicios de su noviazgo con el venezolano, Orson no se lo puso nada fácil a la actriz: «Para mí fue un flechazo, me quedé prendada cuando lo vi por primera vez pero él se hizo de rogar».
Jesús Castro, de niño futbolista a actor de ‘narco’
Jesús Castro nunca imaginó su presente. Un niño gaditano que tenía cierta destreza en el fútbol ha acabado siendo uno de los actores revelación. Sabe muy bien lo que es ganarse el pan: «Mi padre me puso a trabajar a los 15 años en su empresa de construcción porque no me gustaba estudiar».
Confiesa que le daba pánico el mundo de la interpretación y que este llegó a su vida de manera fortuita: «En el colegio, algunos compañeros se iban a presentar al casting de ‘Celda 211’ y yo, con tal de que no hubiera clase, convencí a todo el mundo para ir. Hice la prueba acojonado y con monosílabos».
El gaditano ahondó sobre el papel que interpreta en ‘Perdóname, señor’, un joven narcotraficante. En esta coyuntura, Jesús Castro aprovechó el espacio de Telecinco para ‘normalizar’ este negocio, muy extendido en Andalucía. Desoyendo los consejos de Paz Vega- que le advirtió que no hablara de más sobre el tema porque a ella le cayó «la de San Quintín» cuando abordó esta temática con anterioridad- ‘El Niño’ dio su opinión: «Hay muchos padres de familia que no ven otra salida para darles de comer a sus hijos, no hacen daño a nadie. Tengo amigos que juguetean con eso. Con esto no quiero decir que todo el mundo en el sur se dedique a eso, pero allí se le da más normalidad que en otras partes».
No teme que se le encasille como el rostro del narco: «Es verdad que siempre he hecho papeles de eso, pero no temo el encasillamiento. Tal y como están las cosas no estoy dispuesto a rechazar proyectos». Lleva tres años en la cima del éxito y asegura que gracias a su familia tiene los pies en el suelo: «Si mañana tengo que volver a mi pueblo lo haré sin problema».