"Paz Padilla es el demonio": la pintada que reaviva la guerra de la raspa
Paz Padilla defiende el registro legal del logo de su marca NoNiNá, que incluye una raspa de pescado
Comerciantes de Zahara acusan a Paz Padilla de apropiarse de un símbolo popular
La tienda de Paz Padilla ha sido vandalizada con una pintada ofensiva


Lo que empezó como un conflicto legal por los derechos de un logotipo se ha convertido en una auténtica guerra entre bandos en Zahara de los Atunes. La humorista, actriz y empresaria Paz Padilla atraviesa uno de los momentos más tensos de su carrera empresarial debido a la fuerte polémica desatada por el uso de la famosa “raspa” de pescado que representa a su marca de moda NoNiNá. El símbolo, que fue registrado oficialmente en 2019 como parte del diseño de la marca, ha sido señalado por algunos comerciantes locales como un intento de apropiación de un icono cultural que, aseguran, forma parte de la identidad de la zona desde hace décadas.
El conflicto tomó forma hace unas semanas cuando varios comerciantes gaditanos denunciaron públicamente que habían recibido un burofax desde el entorno legal de Padilla, solicitándoles que cesaran el uso de logotipos que, supuestamente, imitaban al de su marca. Aunque el enfrentamiento parecía enmarcarse en el ámbito legal, pronto se trasladó a los medios, las redes sociales y, finalmente, a la calle. Zahara de los Atunes se ha dividido entre quienes apoyan a la presentadora y quienes consideran que su acción es un atropello comercial y simbólico.
Han pitando la pared de la tienda de paz Padilla en zahara de los atunes.
Espero que lo pillen la policía y le meta con un diccionario en la cabeza. pic.twitter.com/95LWKsJkmk
— Adarasiempre 💜✈🚲 (@adarauva) July 31, 2025
La situación se agravó aún más esta semana, cuando la tienda de Paz Padilla en Zahara amaneció con una pintada ofensiva en su fachada: «Paz Padilla es el demonio». El mensaje, escrito en letras negras sobre blanco, ha generado una oleada de indignación. Aunque ni Paz ni su hija, Anna Ferrer Padilla, se han pronunciado directamente tras este acto vandálico, sí han recibido decenas de mensajes de apoyo de parte de sus seguidores en redes sociales. Muchos han condenado el ataque y han exigido responsabilidades: «Me parece una vergüenza que la gente se dedique a este destrozo», o «Espero que pillen al autor y le metan un diccionario en la cabeza», escribían algunos usuarios.
Paz, por su parte, ya ha explicado en varias ocasiones que no ha intentado apropiarse del símbolo de la raspa como tal, sino proteger un diseño concreto y registrado que lleva seis años formando parte de su marca. «Tú puedes usar un oso en tu logo, pero no puedes usar el oso de Tous», justificaba. Añadía que en Zahara hay muchos diseños de raspas y que nunca ha denunciado ni exigido nada cuando esos diseños eran claramente diferentes. «Solo queremos proteger nuestro trabajo, lo que es nuestro diseño concreto, no la raspa como concepto general», explicaba.
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No obstante, la situación ha desencadenado una auténtica campaña de desprestigio contra ella, con memes, ilustraciones críticas y mensajes de odio circulando por redes sociales. Lo más preocupante, sin embargo, ha sido el paso al vandalismo físico, una señal de que el malestar ha salido del entorno digital y amenaza con romper la convivencia en la zona.
En medio del conflicto, Padilla ha insistido en que la solución no está en los platós ni en las redes, sino en los cauces legales adecuados: «Esto no se resuelve con ruido ni con odio, sino en los tribunales, en el Registro de Marcas y con diálogo». A pesar de las críticas, el negocio de NoNiNá ha visto un incremento en sus ventas durante esta tormenta mediática. Muchas personas se han interesado por la marca, lo que da lugar al dicho de que «no hay publicidad negativa». Sin embargo, no todo es positivo. El ataque a su tienda y el rechazo de parte de la comunidad gaditana han hecho mella en el ánimo de Paz, quien siempre ha presumido de su amor por Cádiz y por Zahara de los Atunes. «Siempre he llevado esta tierra por bandera, y es muy injusto que se me ataque así por defender lo que me pertenece», lamentaba.
Hoy, con el negocio bajo el foco mediático y la fachada manchada por la violencia simbólica, Paz Padilla se enfrenta al reto de recomponer su imagen pública y su relación con una tierra que, hasta hace poco, consideraba su refugio.