ENTREVISTA

Jacques Azagury desvela el secreto de estilo de Lady Di: su obsesión por acortar las faldas

Jacques Azagury ha revelado que Lady Di tenía una obsesión por acortarse las faldas

El diseñador fue clave en la transformación de Diana en un icono de estilo

Sus diseños, como los famosos 'Famous Five', reflejaban una nueva Diana: segura, elegante y libre

Diana de Gales en el Royal Preston Hospital. (Foto: Gtres)
Diana de Gales en el Royal Preston Hospital. (Foto: Gtres)
Marta Menéndez
  • Marta Menéndez
  • Televisión, moda y corazón. Periodista de vocación y comunicadora de formación, me he movido entre estudios de radio, redacciones digitales y bastidores de redes sociales. He narrado la actualidad en la 'Cadena SER', seguido la pista a las nuevas tendencias en 'El Independiente' y escrito sobre lifestyle y empresas en la 'Revista Capital'. En 'Diez Minutos', combiné redacción y estrategia digital como Community Manager. Ahora escribo en LOOK, donde cubro actualidad televisiva, moda, celebrities y realeza.
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Detrás del esplendor de los flashes y los titulares que marcaron a fuego el paso de Diana de Gales por la historia, hubo una revolución silenciosa que empezó con algo tan simple como la forma de un escote, el color de una tela… o el largo de una falda. Jacques Azagury, diseñador marroquí radicado en Londres y uno de los modistos más cercanos a la princesa, lo vivió en primera fila. Y ahora, tras cerrar su atelier después de cuarenta años de carrera, revela algunos de los secretos más íntimos y reveladores de aquella mujer que redefinió el estilo real en plena guerra con el sistema que la rodeaba.

«Siempre quería las faldas más cortas», admite Azagury en una entrevista reciente. «Era una pequeña obsesión. Discreta, pero firme. En cada prueba, me pedía que subiera el bajo un poco más». Puede parecer una anécdota trivial, pero en realidad era mucho más. Para Diana, la moda no fue solo un pasatiempo o una cortesía de palacio. Fue un arma de transformación, de afirmación personal. Una forma de reapropiarse de su imagen, especialmente tras su separación de Carlos en 1992 y su divorcio definitivo en 1996. En ese contexto, cortar unos centímetros de tela no era un gesto caprichoso, sino simbólico: un acto de autonomía.

Diana de Gales en un evento. (Foto: Gtres)

Diana de Gales en un evento. (Foto: Gtres)

Azagury recuerda cómo conoció a la princesa en 1986, durante una presentación en el Hotel Hyde Park. Diana, entonces aún sumida en un rol de princesa novata y con un estilo muy rígido, quedó fascinada por un vestido negro de terciopelo bordado con estrellas azules que colgaba de su perchero. Tres semanas más tarde, el Palacio lo llamó para concertar una cita. Así empezó una relación que no solo definió una época del estilo de Diana, sino que acompañó sus años más luminosos y también los más complejos. «El estilo de Diana al principio era torpe, muy británico, con volantes, cuellos grandes, y una silueta que la escondía más que realzarla», explica el diseñador. «Desde nuestro primer trabajo juntos, decidí que había que quitar todo eso. Nada de cuellos, nada de adornos innecesarios. Quería preparar su imagen para el escenario global, no solo para los jardines de palacio».

Y funcionó. A principios de los años 90, la transformación de Diana era evidente. Empezaba a brillar como una mujer independiente, segura, moderna. En ese momento nace The Famous Five, la colección de cinco vestidos diseñados por Azagury que marcarían su etapa final. Con líneas más limpias, colores audaces y siluetas elegantes, estos vestidos representaban una nueva Diana. El primero, el Venecia, en rojo vibrante y bordado con cuentas translúcidas, fue un antes y un después. «Ahí es donde el largo de las faldas comenzó a subir», recuerda Jacques. «Y no fue casual».

Diana de Gales con un diseño de Jacques Azagury. (Foto: Gtres)

Diana de Gales con un diseño de Jacques Azagury. (Foto: Gtres)

Uno de los más memorables, el llamado vestido del Lago de los Cisnes, fue diseñado en junio de 1997, apenas semanas antes del trágico accidente en París. Era de un azul hielo que reflejaba el color de sus ojos y su bronceado dorado. «El escote era cuadrado, profundo, con lazos. Pero lo más audaz era el largo: subido, muy por encima de la rodilla. Por supuesto, lo quería aún más corto». Diana comprendía el poder del vestido como muy pocas mujeres públicas. Sabía que un buen diseño podía decir más que un discurso. En una gala en Washington, por ejemplo, Azagury diseñó un vestido rojo «doble propósito»: discreto por delante, con un escote pronunciado en la espalda, pensando en que tras un evento formal habría una gran fiesta. «Era como ella en ese momento: elegante, contenida, pero con un deseo de vivir intensamente», dice.

Su transformación estética no fue azarosa. Fue calculada, reflexionada y, en gran medida, diseñada junto a Azagury. «Ella confió mucho en mí», dice el modisto. «Yo tenía claro hacia dónde quería llevar su estilo. No fue que ella me diera instrucciones. Fue más bien una colaboración silenciosa, intuitiva. Pero si algo tenía claro, era que quería romper con lo que había sido». Y lo cierto es que parte de esa ruptura se reflejaba en los detalles que el público no veía. «Aunque los vestidos eran aparentemente sencillos, por dentro tenían una estructura muy compleja», revela. «Usábamos corpiños, ballenas, forros secretos que mantenían todo en su sitio. Queríamos que cada vestido se viera impecable, pero también que fuera cómodo y liberador para ella».

La princesa Diana de Gales en Windsor. (Foto: Gtres)

La princesa Diana de Gales en Windsor. (Foto: Gtres)

El último vestido que Diana no llegó a usar, confeccionado para una premiere de Disney en septiembre de 1997, fue negro, dramático y absolutamente deslumbrante. «Tenía una abertura delantera profunda, una cola majestuosa y miles de cuentas cosidas a mano», cuenta Azagury que, más allá de la nostalgia, Azagury sostiene que el legado estilístico de Diana sigue vigente. «Cualquiera de los Famous Five podría usarse hoy y seguiría estando de moda. Diana encontró su estilo a los treinta y se mantuvo fiel a él. Quizás hoy habría añadido mangas o actualizado detalles. Pero la esencia habría sido la misma: femenina, elegante, fuerte».

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