Mesa camilla con Carlota Uribarri: su conexión con Meghan Markle y su amistad con Jesucristo
Así es la hija de Susana Uribarri, que sigue sus pasos y que triunfa en redes
Car, como le llaman sus amigos, nos cuenta lo que le inspira, lo que le asusta y cuáles son sus aspiraciones
Carlota Uribarri tiene 25 años, es influencer, licenciada en Derecho e hija de una de las mujeres que mejor mueve las carreras de los famosos en nuestro país. Ha tenido a la mejor maestra, que a su vez le ha puesto el listón muy alto, pero con fe, optimismo y buen hacer, esta joven está dispuesta a comerse el mundo.
Tras semanas de espera debido a su apretadísima agenda, Carlota recibe a LOOK en la sede de Alfin Producciones, la empresa desde la que Susana Uribarri, su famosa madre, cierra los contratos de personajes de la talla de Tamara Falcó, Ana Obregón, Bertín Osborne o Francisco Rivera. Entre confesiones, una merienda variada y el o sea que tiene como coletilla cada vez que quiere incidir más en alguna de sus frases, Car, como le llaman sus amigos, nos cuenta lo que le inspira, lo que le asusta y cuáles son sus aspiraciones como parte de la generación Z.
Así es Carlota Uribarri
«Carlota es una niña de 25 años, que tiene muchas aspiraciones en la vida, que ojalá consiga. Es una loca de amor por Dios y confía mucho en él, confía mucho en los planes que tiene, y que tiene muchas ganas de en algún momento llegar a seguir los pasos de su madre», se presenta la protagonista a LOOK.
La joven se considera una afortunada y presume orgullosa de la gran suerte de su vida -la que le sostiene-: su madre, la mujer que le enseñó lo que es el amor incondicional, el esfuerzo, la importancia del trabajo la paciencia y la fe. Está claro que para Carlota es inevitable hablar de su progenitora. Sin embargo, y pese a su conocido apellido, tiene su propio nombre y, por sus propios méritos y cada día le siguen más de 20.000 personas en redes sociales -a las que, con su consultorio, como si de una mejor amiga se tratase, les dedica parte de su tiempo-.
Más allá de su evidente belleza, Car esconde -como cualquier hijo de vecino- inseguridades, en las cuáles trabaja cada día. La creadora de contenido confiesa que a veces se auto sabotea al pensar que nunca será suficiente lo que hace -aunque le falten horas en su día entre trabajo de oficina, eventos y la misa diaria que trata de no perderse-. Quizás, como ella dice, motivada por los traumas de su infancia de los que ha profundizado con este medio. Eso sí, cuando se mira en el espejo ve a una gran mujer muy alegre y siempre dispuesta a tenderle una mano a los demás.
La serie de Meghan Markle, decisiva para su carrera
Suits, la serie que protagonizó por Meghan Markle antes de convertirse en duquesa de Sussex, fue decisiva para Carlota a la hora de escoger, con 18 años, su carrera. Aunque actualmente se dedica al mundo del management de influencers, lo cierto es que la protagonista de esta entrevista cursó Derecho. «Me llamaba la atención, me gustaba. Vi Suits, que es una serie muy buena de abogados», nos cuenta.
Aunque no ha ejercido nunca como letrada -aunque no descarta en un futuro hacer el Máster de Acceso a la Abogacía-, cada una de las asignaturas que estudió le ha servido, sin pretenderlo, para cerrar contratos con influencers. En su trabajo de oficina, Carlota capta perfiles que tienen un potencial de representación, una pasión que hereda de cuna.
La joven tiene claro que ahora, y por su temprana edad, es una esponja y que es el momento de exprimir cada una de las oportunidades laborales que se le presentan. Por ello, cuando apaga el ordenador de la agencia en la que trabaja, continúa creando contenidos, pero para sus redes. Comenzó en el universo 2.0 publicando vídeos de moda y lifestyle, pero tuvo un punto de inflexión que le hizo parar y enfocar sus publicaciones de otra manera: «Estoy intentando hacer las cosas con coherencia. Mis seguidores me están conociendo a mí de verdad y están viendo todas mis facetas, tanto la moda como la fe».
La importancia de la fe en su vida
Según sus propias palabras, Jesús es su mejor amigo, y presume de ello -tanto en este encuentro con LOOK como en redes-. A Carlota se le iluminan los ojos cuando habla de su fe y de cómo tuvo un encuentro con Dios a punto de cumplir la mayoría de edad cuando salía con un chico que la apuntó a Effetá, un retiro al que han ido otros rostros conocidos -como Victoria Federica o Tomás Páramo-.
La joven siempre ha sido católica y fue su madre le enseñó este camino. Sin embargo, ahora tiene una fe mucho más madura gracias a su comunidad en Nicodemo, otro retiro que experimentó hace aproximadamente un año y donde ha encontrado un lugar y un grupo de jóvenes que le acercan a Dios y a la Virgen María, a la que tiene una especial devoción.
Desde hace tiempo que la creadora de contenidos comparte abiertamente su fe en redes, no como una moda, ni tampoco como un sentimiento, sino como una forma de vivir que le ha hecho estar en su mejor momento: «Yo lo llamo el Jesus Glow, ¿sabes? Como, Jesus Glow de repente ha vuelto a mí».
Ser hija de Susana Uribarri
A lo largo de esta cita en la oficina de Alfin Producciones, en Pozuelo de Alarcón, ha sido inevitable que Carlota no se refiera a su madre en varias ocasiones. La mujer que, según nos cuenta, le enseñó la paciencia y la importancia de valorar lo afortunada que es pese a las desavenencias de la vida: «Mi madre lucha las batallas de todo el mundo. Es una persona incansable, trabajadora, luchadora y una gran madre. Lo ha hecho todo para sacarme adelante».
En este local, que cuenta con varias estancias y, como no podía ser de otra manera, con varias revistas del corazón, ha sido inevitable que Car no se visualizara, en algún momento, en el despacho de su madre, donde ha cerrado contratos con algunos de los rostros conocidos más importantes del país.
En la hora de tertulia que ha mantenido con este medio, Carlota, con cierta nostalgia, cierta melancolía, ha recordado que durante su infancia -y por el trabajo de su madre-, no pasaron tanto tiempo juntas como quisieran. Aún así le está muy agradecida a su madre, con la que cada año intenta hacerse alguna escapada -casi siempre en Navidad-. También, cuando pueden, no faltan a conciertos de Hakuna, otro de sus planes favoritos.
Aunque siendo una niña -a veces- echó de menos la figura de su madre, ahora entiende que Susana pasara más tiempo fuera de casa del que le hubiera gustado. También comprende que la jornada laboral de su progenitora se alargase más de lo previsto, ya que ahora lo está viviendo en sus propias carnes.
Tal es la confianza entre ellas que, incluso, le han llegado a pedir -en un viaje a Roma- a San Antonio que les mande una pareja a cada una. Fue en la iglesia de Santa María del Trastévere, en el corazón de la ciudad de las ruinas, donde ambas se arrodillaron ante el Santo para hacerle una plegaria: «Mi madre pidió un compañero de vida. Yo quiero un compañero que me acerque a la fe, que me guste y que me haga mejor persona».
Hasta donde quiere llegar
Que ahora esté soltera, no significa que en el pasado no haya tenido relaciones sentimentales. Sin embargo, en esta etapa de su vida, está completamente volcada en sí misma, en sus amistades, en crecer en su fe y en su trabajo -aunque no por ello le cierra la puerta al amor-.
A lo largo de este café, Carlota ha recalcado su deseo de convertirse en una gran representante de famosos, como su madre. Es consciente que está en un momento vital en el que, para construir su propio hogar en un futuro, tiene que ahorrar para poder, como su progenitora, tener su propia agencia -o incluso heredar Alfin-: «Yo ahora me estoy formando para poder ser un poquito igual de crack que mi madre y poder trabajar en su sector y, en algún momento, quedarme con esta empresa donde estamos grabando hoy».
La vocación de Carlota es el amor. Es compartir su vida con un hombre -a ser posible católico- con el que llegar al cielo. Sin embargo, y con sus 25 años, no tiene prisa por vivir, ni tampoco estar en pareja ahora.
Con fe, trabajo y perseverancia, Carlota está en el camino de conseguir sus propósitos y su ambicioso proyecto laboral. También en construir lo que un día fue el sueño de su madre y, por qué no, encontrar a su San José.