La bomba de Las Campos, a punto de estallar: topos, dudosa contratación exprés y una salud en picado
Alarma en el entorno de María Teresa Campos ante un nuevo empeoramiento: «Está muy malita»
Carmen Borrego sobre el aislamiento de su madre: «No quiere ver a nadie»
La sorprendente desidia de Carmen y Terelu empaña la mejoría de María Teresa
Paseos clandestinos en coche y “mustia”: la nueva realidad de María Teresa Campos
Vuelven a llegar a la redacción de Look nuevas noticias sobre lo que sucede intramuros de la casa de María Teresa Campos y desafortunadamente no son buenas. Hace tan solo unas horas que se publicaba que sus hijas habían tomado la decisión de buscarla una cuidadora a domicilio ante el empeoramiento de salud que había experimentado su madre. Lo que Carmen y Terelu transmiten de puertas para afuera es la delicada situación de una mujer absolutamente dependiente y que necesita cuidados las 24 horas del día, pero no ha sido hasta ahora cuando ambas se han puesto en marcha para elegir una profesional que vigile a su progenitora. Una decisión que ha estado comandada por Carmen Borrego, encargada de entrevistar a varias aspirantes y de seleccionar a la candidata elegida.
Esta contratación exprés ha caído con perplejidad y cierta sorpresa entre las personas más cercanas a María Teresa Campos, sobre todo en lo que a su timing se refiere. El motivo es que se ha producido el mismo día -este pasado miércoles- que la revista Semana llevaba a su portada este importante movimiento por parte de Las Campos. En otras palabras, mientras España desayunaba siendo consciente de esta noticia, una persona ajena a la familia entraba en su casa de Aravaca para empezar su primer día de trabajo como cuidadora de Teresa. Visto y no visto.
El desarrollo de los acontecimientos recuerda mucho al que tuvo lugar hace una semana con la primera salida al exterior de la presentadora. En aquella ocasión era la portada de Diez Minutos la que mostraba a una María Teresa muy desmejorada en lo que era su reaparición ante las cámaras desde su recaída de salud, el pasado 10 de enero. La andaluza caminaba agarrada del brazo de su yerno, José Carlos Bernal e incluso sujetaba su teléfono móvil en la mano.
Lo cierto es que al círculo íntimo de la octogenaria periodista le causó cierto estupor verla de esa guisa, teniendo en cuenta que tanto Terelu como Carmen habían insistido semanas atrás en blindar a su madre, en «dejarla tranquila» y, en definitiva, en protegerla. Sobre todo porque en los paseos que hace en coche con Gustavo, escuchando su música favorita, el conductor tiene especial cuidado de evitar a los fotógrafos. Para ello introduce directamente el automóvil en el garaje de casa y desde ahí ambos acceden a la vivienda. Nada de pasearla. ¿Por qué no ocurrió lo mismo en la celebración donde María Teresa fue captada? Este es uno de los interrogantes que preocupan a los amigos que miran por su salud.
La última hora de María Teresa Campos
Este no es el único quebradero de cabeza para los incondicionales de la comunicadora. Más allá del declive propio de la evolución del cuadro médico de Campos, sus cuidados son objeto de debate entre el núcleo duro de la familia y el restringido entorno que la visita frecuentemente.
Los últimos testimonios a los que ha podido acceder Look dibujan una tensa estructura en la que se confrontan distintos grados de implicaciones y el debate acerca de si la contratación de una nueva asistenta es lo mejor en este momento: «Sus hijas tienen que estar ahí con ella, porque este tipo de pacientes necesitan caras conocidas y no extrañas porque vaya quien vaya a verla, las rechaza», nos cuentan.
Con esta bomba de desencuentros y de calma tensa a punto de estallar, lo más importante no deja de ser el estado físico, anímico y de salud de la protagonista. María Teresa no está peor pero tampoco mejor: «Está igual de mal que hace unas semanas pero al menos no va a más. Se despierta varias veces por la noche, está muy flaca, sigue sin comer…», apuntan a este digital quienes la han visto recientemente.
Gustavo: la entrega imperturbable e incondicional
Así las cosas, y mientras las hijas de Teresa plasman una situación más o menos tranquilizadora de cara a la opinión pública, cabe resaltar la figura de Gustavo, el hombre de confianza e hijo que nunca tuvo la presentadora. Su chófer es algo más que eso porque vive mano a mano y día a día, sin separarse de María Teresa, la verdadera faz tras las paredes de su casa: gestión de la rutina de cuidados y necesidades, empleando muchas más horas de las que se pudiera imaginar, así como una importante y altruista preocupación en un tiempo que para la presentadora ha dejado de ser tan feliz.