Manolo García reaparece en plena forma: filosofía zen, humor y dardos al mundo moderno
A sus 70 años, Manolo García conquistó 'La Revuelta' con su carisma, humor y filosofía de vida
El líder de 'El Último de la Fila' habló de su dieta austera, su conexión con la naturaleza y su defensa del mundo rural
Su paso por el programa fue una lección de coherencia, sensibilidad y lucidez

A sus 70 años, Manolo García sigue siendo un huracán de autenticidad. El músico barcelonés entró en el teatro de La Revuelta como una auténtica estrella, recibido por una ovación que dejó al propio artista sorprendido. «Me pongo colorado», decía entre risas, visiblemente abrumado ante el cariño del público y de un David Broncano que reconoció estar ante uno de los recibimientos más calurosos en la historia del programa. Y no era para menos: el líder de El Último de la Fila no solo llegó con su característico humor y humildad, sino también con una dosis de filosofía vital que hizo que su entrevista se convirtiera en una pequeña lección de vida.
Durante la charla, una espectadora le ofreció una palmerita, gesto que él rechazó con ironía y sinceridad: «No, no. El dulce es chungo… me he quitado de todo. Estoy en rollo zen. Solo como lechuga… y algún grillo del bosque. Poca carne, porque comer cosas que huyen es muy chungo». Con esta respuesta, entre risas del público, el artista dejó ver el espíritu ascético y ecológico que lo acompaña desde hace años. «Llevo una dieta muy austera, capricho ninguno», explicó, fiel a una forma de vida que busca la simplicidad y el equilibrio con la naturaleza.
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Broncano recordó que había coincidido con él en una comida tiempo atrás, aunque sin llegar a hablar. «Ni se acordará. Estaba a su bola», bromeó el presentador. Manolo, con la calma de quien ha aprendido a observar más que a hablar, sonrió. «Te dije que era época de mandarinas, ¿no? También te recomiendo las castañas. Y los caquis, pero mejor los de aquí», añadió, en un guiño a su filosofía de consumo local y sostenible. No fue una frase al azar: su regreso a los escenarios con El Último de la Fila en 2026, casi treinta años después de la disolución del grupo, viene acompañado de un mensaje claro de autenticidad y conexión con lo esencial.
Fiel a la tradición del programa, Manolo no llegó con las manos vacías. Regaló calcetines de invierno y un libro a Grison y Castella, y a Broncano le llevó un juguete: una oveja de cuerda que camina. «Por la idea de la alimentación, de lo que representan. Las ovejas limpian montes, ayudan con los incendios… soy de pueblo, y el mundo rural me interesa mucho», explicó con pasión. «Conozco pastores, gente con pequeñas explotaciones que apenas pueden vivir de ello. Hacen una labor magnífica, y quiero reivindicarlo». Sus palabras arrancaron aplausos sinceros: detrás del humor y la ironía, García lanzó un mensaje social de calado, una defensa del trabajo rural y del contacto con la tierra.

Manolo García en ‘La Revuelta’. (Foto: RTVE)
Además, sorprendió a Broncano con un cuadro que había pintado la noche anterior en el hotel: un paisaje montañoso, de trazo sereno y melancólico. «Lo cuelgo hoy mismo», dijo el presentador, agradecido. «Pinto porque necesito hacer cosas con las manos. Si no, me vuelvo loco», confesó el artista, que además de músico es pintor, artesano y defensor del trabajo manual.
Ya en el terreno musical, Manolo aseguró que sigue escuchando a los grandes de siempre: Dylan «hasta el aburrimiento», Van Morrison y los «setenteros de verdad». Al escuchar que Leiva había dicho que le gustaría tener la carrera de «Robe Iniesta o Manolo García», el cantante se mostró agradecido y reflexivo: «Admiro a quienes empatizan y abrazan el mundo. Es bonito que alguien te vea con cariño y respeto», dijo. Pero el momento más contundente llegó cuando arremetió contra la inteligencia artificial y la automatización desmedida. «Pretenden que no hagamos nada. Nos vamos a volver locos. Tenemos que sentirnos útiles», dijo con firmeza. «Solo la acepto para curar, para aliviar el dolor… pero no para acumular fortunas o sustituir personas. Vas al supermercado y antes había quince cajeras, ahora hay dos. Y encima te lo tienes que hacer tú. Yo ahí no vuelvo», sentenció, arrancando una ovación espontánea.