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ENTREVISTA

LKN, el ‘Banksy’ navarro que besa a Amaia y Leire y convierte a Cristiano y Georgina en Reyes de España

LKN, el artista urbano anónimo de Pamplona, convierte paredes en lienzos de deseo y provocación

Desde el beso imposible de Amaia y Leire hasta Cristiano y Georgina como reyes, su obra mezcla cultura pop y crítica social

Cada mural, efímero y sorprendente, transforma lo cotidiano en extraordinario y emociona a la ciudad

  • Marta Menéndez
  • Televisión, moda y corazón. Periodista de vocación y comunicadora de formación, me he movido entre estudios de radio, redacciones digitales y bastidores de redes sociales. He narrado la actualidad en la 'Cadena SER', seguido la pista a las nuevas tendencias en 'El Independiente' y escrito sobre lifestyle y empresas en la 'Revista Capital'. En 'Diez Minutos', combiné redacción y estrategia digital como Community Manager. Ahora escribo en LOOK, donde cubro actualidad televisiva, moda, celebrities y realeza.
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En Pamplona, una ciudad acostumbrada al ritmo tranquilo, las paredes llevan seis años hablando un idioma propio: el de LKN. Un artista urbano enmascarado, anónimo, que trabaja de madrugada y cuyos murales han logrado lo que ni la industria musical ni la crónica social habían imaginado jamás: unir en un mismo beso a Amaia Montero y Leire Martínez, las dos voces de las dos eras de La Oreja de Van Gogh; convertir a Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez en los Reyes de España; elevar a futbolistas a categoría de santos contemporáneos; o rendir homenajes inesperados a figuras como Carla Sofía Gascón o el periodista Julio Ruiz.

Un creador imprevisible y magnético, heredero espiritual de Andy Warhol, obsesionado con la iconografía pop y resignado -aunque no indiferente- a que la mayoría de sus obras no sobrevivan intactas ni una semana en la calle. LKN rara vez habla. Se deja ver aún menos. Su única norma es inquebrantable: ni rostro ni nombre. Su identidad es un secreto tan férreo como sus propios stencils. Por eso esta conversación con LOOK, en exclusiva, trasciende la categoría de entrevista: es una ventana poco habitual al cerebro y a la sensibilidad del artista anónimo más comentado del norte de España.

Amaia Montero y Leire Martínez: el beso que se soñó antes de existir

El mural más comentado del año no nació al calor de las redes, ni como respuesta a un titular, ni como una estrategia para generar polémica. Surgió en verano, mucho antes de que España volviera a pronunciar al unísono una frase que parecía imposible: «Amaia Montero regresa a La Oreja de Van Gogh». LKN visualizó entonces una escena que no necesitaba explicación: ambas cantantes, frente a frente, besándose. Una imagen cargada de simbolismo, de historia, de tensiones imaginadas y de reconciliaciones que el público siempre deseó sin atreverse a admitirlo. «La idea me vino sola», cuenta. «Pero no tenía sentido hacerla en ese momento. La guardé porque intuía que algo faltaba para que se completara».

El detonante llegó meses después, con el anuncio del regreso de Amaia. «Dije: ahora. Este es el momento exacto». Y entonces comenzó la parte más compleja: ejecutar un beso que nunca ocurrió, que probablemente nunca ocurrirá y que debía ser, sin embargo, absolutamente real. No era un reto estilístico: era un reto emocional. «Ha sido una de las obras más difíciles que he hecho. Las caras se deforman en el beso, los perfiles cambian, los labios modifican toda la expresión. A Amaia no lograba cogerle el punto. Era desesperante», cuenta. Fueron horas y horas de correcciones milimétricas, buscando una verdad emocional en una escena ficticia.

‘Deseos de Cosas Imposibles’ de LKN. (Foto: LKN)

Cuando por fin estuvo lista, la colocó de madrugada. Sin anuncio. Sin permiso. Sin aviso. La ciudad amaneció con un beso que respondía a una pregunta que llevaba quince años flotando en el aire: ¿Cómo habría sido ver a las dos voces del mismo mito enfrentadas no desde la rivalidad, sino desde la intimidad? «Mi objetivo no era provocar. Era emocionar. Hacer que alguien, solo uno, se parara al verla y sintiera algo inesperado». La obra, titulada Deseos de Cosas Imposibles, funcionó de inmediato. El título decía lo que el dibujo insinuaba: lo imposible como detonante colectivo. «Era utopía pura. Una fantasía que la gente desea aunque sepa que nunca va a pasar». Pamplona entera habló del mural, se fotografió con él, lo interpretó como reencuentro, como homenaje, como cierre de heridas o simplemente como una imagen poderosa. Y entonces, justo cuando la ciudad comenzaba a integrarlo como parte de su rutina visual, alguien lo destruyó.

Tres días después del estreno, el beso amaneció cubierto de pintura. No se borró una cara. Se borraron las dos. «Me dio un bajón tremendo. Dolió más de lo que pensaba. No creo que fuera por Amaia o por Leire. Si hubiera sido por eso, tachan una. Fue por el beso, por ver a dos mujeres besándose en la calle». LKN habla del vandalismo sin dramatismos, pero con una tristeza tranquila, resignada, la de quien ha aprendido a convivir con la fragilidad de lo efímero. «Casi todas mis obras han sido vandalizadas. Ya forma parte del proceso. Una vez coloco un mural, deja de ser mío. Pero este… este sí me dolió».

Un retrato de Amaia Montero representada como una Diosa. (Foto: LKN)

Que Amaia sea un eje tan recurrente en su obra no es casual. «Yo no escuchaba La Oreja de Van Gogh de chaval. Nada. Si alguien me hubiese dicho que iba a dibujar a Amaia algún día, me habría reído». Pero lo que le atrae no es la música, sino la narrativa del artista que cae y renace. «Me gustan los artistas con heridas, con trayectorias duras. La historia de Amaia tiene dolor, tiene lucha, tiene silencio. Eso me toca». De ahí nació su retrato anterior: aquel en el que la mostraba como una virgen flotante, un gesto que, lejos de santificarla, buscaba protegerla. «Fue un homenaje. Una manera de decir: aquí estás, seguimos mirándote, no desapareces».

Cristiano Ronaldo, Georgina y los reyes del nuevo mundo

Además de capturar la atención con el beso imposible entre Amaia Montero y Leire Martínez, LKN extiende su mirada crítica y juguetona hacia otras figuras de la cultura pop. Su universo no es casual ni superficial: cada personaje que elige es un estudio emocional sobre cómo consumimos imágenes y jerarquías simbólicas. Por eso, cuando decidió representar a Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez como Reyes de España, lo hizo con la intención de combinar ironía y comentario social. «Me dije: ¿Quiénes son los Reyes de verdad hoy? Los influencers, la gente con miles de seguidores, el poder mediático». El mural Retrato Real convierte a la pareja más hipervisibilizada del mundo en monarcas de un imperio ficticio, una sátira evidente que genera la incomodidad justa, obligando al espectador a replantearse quién ostenta hoy el poder real en nuestra sociedad.

Cristiano Ronaldo y Georgina representados como Reyes de España. (Foto: LKN)

La elección de Cristiano y Georgina no fue un capricho: es el ejemplo más visible de la idolatría moderna, de cómo figuras mediáticas absorben admiración, recursos y atención como una monarquía simbólica. «Es curioso, porque yo mismo he venerado a futbolistas en otras obras, casi como si fueran santos. Y luego hago esto, que es exactamente lo contrario: ironía y crítica. Soy una contradicción con patas», admite. Esa dualidad es una constante en su obra: la fascinación por la fama, la celebridad y el mito se mezcla con la necesidad de descontextualizar y cuestionar el lugar de estas figuras en nuestra sociedad.

Pero Cristiano y Georgina son solo la punta del iceberg de su mirada sobre la cultura pop contemporánea. Otros personajes, como la influencer Karla Sofía Gascón o el periodista musical Julio Ruiz, también han sido llevados al espacio urbano para generar reflexión, homenaje o pura emoción visual. Sobre Carla Sofía Gascón recuerda: «Me escribió antes de cualquier polémica para darme las gracias. Fue muy bonito». Y sobre Julio Ruiz, cuando la emisora Radio 3 decidió prescindir de él después de décadas, no dudó: «Julio es historia viva de la música en España. Yo le escuchaba desde adolescente. Cuando le echaron, me pareció injustísimo. Cogí un bus y planté el mural en Madrid». Lo que vino después, un mensaje personal de agradecimiento, le confirmó que el impacto de su arte puede ir mucho más allá del puro espectáculo urbano: puede tocar, emocionar y dejar memoria.

El periodista Julio Ruiz representado en un mural. (Foto: LKN)

LKN: el artista que hace que Pamplona se detenga

En todas estas obras, LKN mantiene su metodología: trabajo por impulsos, sensibilidad al instante, intuición visual. No hay planificación a largo plazo, solo momentos de revelación que se materializan en la pared antes de desaparecer. Y aunque sabe que muchas de sus creaciones serán vandalizadas o borradas, no se desalienta: «Es parte de la calle. Una vez la obra está fuera, deja de ser mía. Lo he aceptado. Siempre jode, pero también forma parte de la vida de la obra». Así, cada intervención urbana se convierte en un instante efímero de reflexión, un golpe de mirada que obliga a cuestionar lo que se da por hecho, a replantear el orden simbólico de la fama y a experimentar la emoción de lo inesperado.

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