La inesperada mascota que acompaña a Juan Carlos I en su exilio
En agosto del 2020, el Rey emérito se exilió de manera voluntaria en Oriente Medio
Juan Carlos I ha contado que en esta etapa solo ha estado acompañado por su nieto y por su mascota
El próximo cinco de noviembre, el mundo entero conocerá la versión de Juan Carlos I sobre su historia. El Rey emérito publicará Reconciliación, sus memorias. En ella se abordarán algunas de las vivencias más polémicas del marido de doña Sofía, como su relación «privada» con Corinna Larsen, su papel en la Transición o en el 23-F, su deseo de tener un acercamiento con su primogénito -al que, al igual que a su mujer (de la que habla con cierta distancia y frialdad), ha visto en muy pocas ocasiones en los últimos años- o su exilio voluntario a los Emiratos Árabes que se ha alargado más de lo que el abuelo de la heredera al trono español esperaba.
Cuando Juan Carlos I voló a Oriente Medio -el 3 de agosto del 2020-, pensó que sería un viaje temporal que solo duraría unos días. Sin embargo, su estancia se ha alargado cuatro años. Cuatro años clave en la historia de su querida España de la que no forma parte. Lo hizo por su hijo, Felipe VI y porque su reinado no estuviera manchado por su pasado o sus decisiones. De hecho, decidió que Abu Dabi sería su destino ya que, de esta manera, la prensa española no pudiera seguir sus pasos.

El Rey Juan Carlos I en Lisboa. (Foto: Gtres)
Precisamente, por lo que considera que es injusto -que es la imagen que se ha generado entorno a su corona-, ha decidido romper su silencio para reconciliarse con su patria, con su familia y consigo mismo. Tras años silenciado y muchos momentos de soledad -en los que afortunadamente ha estado acompañado por su mascota-, ha querido recuperar el control de su historia y contar en primera persona la versión de un rey destronado.
La vida de Juan Carlos I en los Emiratos con su loro
Aquel agosto del 2020 -tras varios meses encerrado en Zarzuela debido a la pandemia de la Covid-19-, Juan Carlos abandonó España para siempre. Aunque si bien es cierto que ha regresado en contadas ocasiones a su segunda casa, Sangenjo -donde ha participado en las regatas-, o a Madrid para la boda de Almeida y Teresa Urquijo, la puerta de palacio se cerró para el emérito a cal y canto y sin fecha para poder regresar a la que ha sido su casa.




El Rey emérito y Felipe VI en el día de la abdicación de Juan Carlos I. (Foto: Gtres)
Tras cuatro años en los que no ha sido protagonista de polémicas ni titulares, Juan Carlos I considera que es la hora de que se haga justicia con su nombre -a pesar de que en estas memorias reconoce sus fallos-. Con el deseo de regresar a su país para morir en su patria querida, el padre de Felipe VI ya se ha olvidado de su promesa de proteger la imagen incluso de los suyos y contar su versión de sus vivencias.
En su repaso por la historia de España -tras el franquismo-, se refleja la nostalgia del emérito por la ingratitud de muchos españoles sobre la etapa en la que reinó -a pesar de que considera que tuvo un papel fundamental tras la dictadura-. «Di libertad a los españoles al establecer la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí», desliza.




Froilán y Juan Carlos en Atenas. (Foto: Gtres)
A pesar de su soledad, durante este tiempo en el exilio ha encontrado dos apoyos muy importantes: el de su nieto, Felipe Froilán de Marichalar, que también decidió mudarse por motivos de trabajo a los Emiratos Árabes -y del que el emérito dice que «es el único que le ha acompañado en esta etapa»; y su loro, que aunque está mudo, su cresta -al desplegarse- brilla con los colores de la bandera de España: rojo, amarillo, rojo. Un animal que le recuerda de donde viene y hacia donde quiere ir.