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El árbol de Navidad

Esta es la tradición navideña que puso de moda la Familia Real Británica

Fue la Reina Victoria y su esposo, el príncipe Alberto, quienes popularizaron una costumbre en el Reino Unido

Hoy en día, se ha extendido por todo el mundo y nosotros también la practicamos con entusiasmo cada año

  • Rosa Torres
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Cada diciembre, una tradición llena de encanto y significado ilumina los hogares de todo el mundo. Con luces brillantes y adornos coloridos, se convierte en el centro de las celebraciones, un espacio para compartir en familia y disfrutar juntos. Esta costumbre, que ha perdurado por generaciones, tiene su origen en un momento histórico importante y sigue siendo una de las más queridas de la Navidad.

Desde tiempos antiguos, los pueblos del norte de Europa decoraban sus casas con ramas de árboles verdes durante el solsticio de invierno, celebrando la llegada de la luz tras la oscuridad. Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando la Reina Victoria de Inglaterra y su esposo, el príncipe Alberto, hicieron que esta tradición se convirtiera en una costumbre global. A partir de entonces, el árbol de Navidad, talado, decorado y colocado con cariño, se hizo esencial en los hogares durante las fiestas navideñas.

La historia de cómo esta tradición se hizo popular es fascinante y, a su manera, mágica. Aunque la reina Carlota, esposa del rey Jorge III de Inglaterra, ya había introducido el árbol de Navidad en la corte real británica a finales del siglo XVIII, no fue hasta 1.848 cuando, en plena época victoriana, la Reina Victoria y el príncipe Alberto decidieron hacerlo parte esencial de las festividades reales. En ese año, la familia real británica fue fotografiada alrededor de un hermoso árbol de Navidad decorado, una imagen que se publicó en el Illustrated London News y rápidamente dio la vuelta al mundo. A partir de ahí, se convirtieron en el centro de las celebraciones en los hogares británicos, como una nueva tradición que unía a las familias en torno al calor del hogar.

La tradición fue rápidamente adoptada por los británicos y luego se extendió al resto del mundo, y no solo por la influencia de la familia real. El árbol, con sus luces brillantes, bolas de colores y espumillón, llegó a ser el símbolo por excelencia de las fiestas decembrinas, llenando los hogares de luz y esperanza. El hecho de talar un árbol y colocarlo en el centro de la casa, decorarlo con esmero y luego despedirlo después de las fiestas, añade una especie de ritual nostálgico que enmarca la celebración del paso del tiempo y la renovación del ciclo de la vida.

La comida también es un elemento esencial de la Navidad, y la Familia Real Británica mantiene sus propias costumbres gastronómicas para la Nochebuena, con un menú fijo que evoca la calidez y el espíritu festivo. La tradicional cena comienza con una ensalada de camarones o langosta, seguida de pavo asado, y finaliza con el famoso pudín de Navidad con mantequilla de brandy. Una tradición que la familia real disfruta con elegancia y, como no, con el brindis de su majestad con el chef, siempre acompañado de un vaso de whisky, celebrando los pequeños placeres que la Navidad ofrece.

Este tipo de tradiciones no son exclusivas de los británicos. En España, la Navidad también está llena de costumbres profundamente arraigadas. Desde el tradicional “turrón” que no falta en ninguna mesa, hasta los villancicos que invaden las calles, España es un hervidero de tradiciones que celebran la Navidad a lo grande. Las familias se reúnen, compartiendo risas y cenas, y se recuerda el origen de esta festividad con la tradicional Misa del Gallo, en la que se conmemora el nacimiento del niño Jesús.

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