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El blog de Paloma García-Pelayo

El día en que Antonio David pidió perdón por última vez a Rocío Carrasco

En junio de 1999 llegó el final del matrimonio de Rocío Carrasco y Antonio David Flores, y el inicio de uno de los más duros enfrentamientos de parejas famosas en España. Este domingo noche la serie documental “Rocío. Contar la verdad para seguir viva” narra los últimos días en los que la pareja vivió bajo el mismo techo, la salida forzosa de Antonio David del hogar conyugal y cómo, poco después, se alió con el polémico abogado Rodríguez Menéndez para ir contra Rocío y la propia Jurado.

La separación matrimonial de Rocío Carrasco y Antonio David Flores dio paso a una pugna que roza la destrucción y que aún no ha terminado. Destrucción mediática, pero sobre todo la de aquella familia que formaron siendo demasiado jóvenes. Se dieron el ‘sí quiero’ en marzo de 1996 y tres años después, ella dijo basta, harta de infidelidades de su entonces marido y del trato que había recibido por su parte, con malas palabras, gestos y hasta episodios violentos, según ella misma relata en la serie documental ‘Rocío. Contar la verdad para seguir viva’. Su segundo hijo, David, había cumplido 6 meses, la convivencia era pésima, las discusiones, continuas -cuando él estaba en casa- y la relación ya había muerto. Ella se lo comunicó justo antes de marcharse con sus hijos, como estaba previsto, una vez la mayor, Rocío, había acabado el colegio. Le adelantó que se iba con ellos a la playa y que en septiembre presentaría la demanda de separación. Sabía que había otra mujer, había vivido varios episodios conflictivos con él, tenía pruebas y ya no le creía. Ni estaba loca -como él insistía, según cuenta Rocío- ni eran imaginaciones. Era infiel y desaparecía de casa cuando le venía en gana. Ya no estaba dispuesta a perdonarlo una vez más. No podía más.

Rocío Carrasco y Antonio David Flores en una imagen de archivo./Gtres JX ©KORPA
09/06/99 MARBELLA

La hija de la Jurado ha detallado en la entrevista que vertebra la serie que la reacción de Flores cuando le comunicó su decisión fue el ya público “¿Qué te vas a separar, Rociíto? Te vas a cagar. Te vas a levantar de una y te va a venir otra”. Asegura Carrasco que su madre la escuchó y que intentó detenerlo, pero que su exmarido se impuso con una colérica contestación en la que le espetó que ella- la Jurado- no sabía de lo que él era capaz. El verano de 1999 fue la separación de hecho –el lecho se había abandonado mucho antes- y a la vuelta de vacaciones, Rocío Carrasco inició los trámites. La tensión en la casa era “insoportable”, según me explicó hace años un miembro de la familia. En casa todos sabían de las andanzas de Flores, más de uno se había encarado ya con él.

La situación era tan tensa que decidieron -desconozco quién- que Antonio David se marchara unos días con José Ortega Cano a los compromisos taurinos que el maestro había firmado en el sur de Francia. “Creo que fue Rocío madre quien pensó que era mejor que estuviera fuera unos días. Lo estaban pasando mal porque veían mal a la niña”, rescato la nota de un cuaderno de hace mas de 10 años. La niña no era otra que Rocío Carrasco: 22 años, casada con un exguardiacivil que le daba “mala vida”, según la propia Jurado, y madre de 2 hijos. Antonio David se marchó con el diestro. Él sabe que esto ocurrió tal cual y también, supongo, debía saber que Rocío iba en serio. Se separaba de él. Fue entonces cuando decidió escribirle una carta de la que, creo, nunca ha hablado. Le pedía perdón. Se arrepentía de todo lo que había hecho, de todo el daño y supongo – que no lo sé- es probable, incluso, que le dijera que no lo haría nunca más. Esa carta llevaba un remite especial.

Antonio David Flores en una imagen de archivo./Gtres

No consiguió ese último perdón. Ya, no. Rocío Carrasco presentó demanda de medidas provisionalísimas en los Juzgados de Alcobendas, para fijar una pensión alimenticia para los menores en noviembre de ese año 1999. Su hijo aún no había cumplido el primer año, pero lo tenía claro. La separación estaba en marcha. Antonio David, sin embargo, no tenía pensado separarse, según me han confiado personas que vivieron esos momentos del entonces matrimonio. Desde que dejaron Argentona tras ser imputado (luego condenado) por un delito de malversación de fondos públicos, el exagente vivía en casa Jurado, con servicio y todas las comodidades inimaginables. No tuvo ni que buscar trabajo. Se lo consiguió su mujer, a quien una firma inmobiliaria contrató de imagen. Ella aceptó siempre y cuando incluyeran alguna labor para su marido. Él hacía su vida y ni tan mal. Cuando 2 años después, Rocío le dice que va a pedir el divorcio se resistió hasta el final. Comenzó con la bonita ¿advertencia? de “Te vas a cagar” y terminó con la decisión de no irse de allí, de casa de su suegra, no fuera que le denunciasen por abandono de hogar, según él mismo ha declarado en los medios en diferentes ocasiones. Ojos que lo vieron y oídos que lo escucharon me detallaron cómo fue su actitud en casa Jurado en esos meses “horribles”. Desafiante, mal encarado, irrespetuoso, conflictivo, escogiendo los adjetivos más benévolos. Uno más: agresivo. Este no es benévolo, pero se ajusta a los hechos que ocurrieron un determinado día en esa casa. Quizá lo cuente Rocío Carrasco.

Antonio David durante el Debate de ‘Supervientes’ en Madrid en 2017/Gtres.

Rocío Jurado se lo tuvo que tragar. Sí, era “La más grande”, pero soportó más de una provocación. Fue más lista. Aguantó y aguantó hasta que un día, después de escuchar de todo, ella también dijo basta e invitó a salir de su casa a esa persona “nefasta” cómo después ella misma describiría a su exyerno. El “nefasto” salió por la puerta el mismo día en el que la artista viajaba a Colombia para ir a recoger a sus hijos, Gloria Camila y José Fernando, junto a su marido. Situación forzosa. Ahora sí que tenía que marcharse sí o sí. El exagente recogió todas sus pertenencias. Seguro que le han oído contar que la Jurado lo llamaba para que fuera a ver a sus hijos cuando se los dejaba su hija Rocío. Según mi información, Antonio David Flores nunca más piso la casa de La Moraleja. Nunca más.

La batalla legal por la custodia de los hijos comenzó de inmediato, tras interponer él mismo la demanda de separación. La contienda no fue desigual- como la que anunció el capitán chileno Arturo Prat en la guerra del Pacífico- hasta que Flores se alió con el abogado más polémico de entonces, Emilio Rodríguez Menéndez. Trabajo con él, por él o para él, no tengo muy claro en qué condiciones, pero sí recuerdo el horror de revista que el letrado editaba con el nombre de “Dígame”. Cada portada era puro terrorismo mediático. Menéndez a los mandos; brazo ejecutor para las intenciones del exagente. Rocío Carrasco y Fidel Albiac, entonces pareja de su exmujer, en el centro de la diana. Otros muchos fueron víctimas de semejante publicación, hasta que por fin la cerraron. Brazo ejecutor y artífice de la demanda que interpuso a Rocío Jurado en la que le pedía 1000 millones de les entonces pesetas.

Condenado en 2 ocasiones, primero en 2002 a 2 años de prisión por la distribución del vídeo sexual grabado al periodista Pedro J.Ramírez en 1997, y después a 6 años de prisión por un delito continuado contra la Hacienda Pública, en 2005, Rodríguez Menéndez será juzgado el próximo mayo por 9 presuntos delitos (organización y grupo criminal, falsificación de documentos públicos, estafa, apropiación indebida, blanqueo de capitales, fraude, coacciones, usurpación de funciones y de intrusismo profesional y “phishing”) según adelantaba esta semana el digital Confilegal.

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