Televisión, moda y corazón. Periodista de vocación y comunicadora de formación, me he movido entre estudios de radio, redacciones digitales y bastidores de redes sociales. He narrado la actualidad en la 'Cadena SER', seguido la pista a las nuevas tendencias en 'El Independiente' y escrito sobre lifestyle y empresas en la 'Revista Capital'. En 'Diez Minutos', combiné redacción y estrategia digital como Community Manager. Ahora escribo en LOOK, donde cubro actualidad televisiva, moda, celebrities y realeza.
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Belén Rueda, a sus 60 años, es una de las actrices más reconocidas y queridas del cine y la televisión española. Su nombre evoca inmediatamente una carrera llena de éxitos, personajes inolvidables y una presencia escénica que ha conquistado al público durante décadas. Sin embargo, a pesar de la popularidad y de la curiosidad constante que despierta, Belén siempre ha sido muy cuidadosa con su vida privada. No es de las que se prodiga contando intimidades, pero de vez en cuando rompe esa regla y permite que se conozcan aspectos más personales, muchas veces sorprendentes incluso para sus seguidores más fieles.
En una reciente entrevista en el podcast El sentido de la birra, presentado por Ricardo Moya, la actriz decidió abrirse y compartir un capítulo poco conocido de su historia: su primer matrimonio, una etapa que ella misma reconoce como breve e intensa. Aunque la mayoría del público la relaciona sentimentalmente con el productor Daniel Écija, padre de sus tres hijos y con quien mantuvo una relación de quince años, Belén reveló que mucho antes ya había pasado por el altar. Tenía apenas 20 años cuando decidió abandonar la carrera de Arquitectura, a la que se había inscrito tras dejar el ballet, y casarse.
La decisión la llevó a mudarse a Italia con su entonces marido, en un momento en el que las comunicaciones no eran lo que son hoy. «En ese momento no había teléfonos, llamar costaba mucho dinero, hablaba con mis padres una vez a la semana», recuerda con una mezcla de nostalgia y asombro por lo diferente que era la vida entonces. Aquella aventura en el extranjero le permitió aprender italiano a la perfección y, además, encontrar un hueco en una escuela de danza, donde se dedicó a enseñar baile español.
Pero el sueño italiano no duró demasiado. Tras dos años de matrimonio, la relación llegó a su fin y Belén regresó a España con 22 años y divorciada. «Hay veces que lo cuento y me parece que no lo había vivido yo», confiesa. El matrimonio, celebrado por la iglesia, terminó con una solicitud de nulidad eclesiástica, un proceso que resultó especialmente doloroso. «Fue durísimo. Te preguntan cosas muy concretas de tus relaciones. Salí rotísima», relata, explicando que las razones alegadas para anular la unión fueron que ninguno de los dos quería tener hijos.
Belén Rueda en la pre-boda de su hija. (Foto: Gtres)
Lejos de detenerse en el dolor, Belén reconstruyó su vida. Tiempo después, conoció a Daniel Écija, con quien compartió quince años de relación y tres hijos: Belén, María y Lucía. Aunque su matrimonio tampoco duró para siempre, lo cierto es que mantienen una relación cordial y han trabajado juntos en varias ocasiones. El pasado 14 de junio, la vida les dio un momento de unión muy especial: la boda de su hija Belén Écija en Menorca, un evento que reunió a familiares y amigos cercanos y en el que ambos padres compartieron el orgullo por su hija.
En lo profesional, Belén continúa sumando proyectos y demostrando su versatilidad como actriz. Ha interpretado personajes complejos, desde heroínas emocionales hasta villanas con un trasfondo oscuro. Ella misma reconoce que hay papeles que dejan huella: «Si es un rodaje dramáticamente oscuro, me cuesta quitarme esa sensación, es como una nube que se queda». Esa intensidad interpretativa, sin embargo, es parte de lo que más le apasiona de su trabajo, sobre todo cuando se trata de personajes con doble cara, aquellos que se muestran amables pero esconden intenciones dañinas.