Ágatha Ruiz de la Prada: "Soy una mujer nueva, no quiero volver a ver a Pedro J."
Ágatha Ruiz de la Prada saca de su vida a Pedro J. Ramírez
Ágatha Ruiz de la Prada “quiere divertirse” con un joven político
Ágatha Ruiz de la Prada ha ‘reseteado’ de su memoria su pasada vida en común con Pedro J. Ramírez y hoy mira al futuro con una imagen completamente renovada. Es otra mujer, por dentro y por fuera. Felizmente divorciada por poderes del periodista, y una vez ‘purgados’ todos los pasajes de su vida conyugal, Ágatha quiere permitirse empezar de cero. Está poniendo todo su empeño. Ha empezado por pintar su casa para que se note que ella es otra, mucho más fuerte y decidida. Hay vida más allá de un divorcio. Eso sí, pese a que se mantiene firme en no querer saber nada de Pedro, no todo fue malo junto a él. «Tengo que ser honesta y decir que se ha portado bien, porque todo lo que me prometió me lo ha dado, incluso un poquito más». La diseñadora se ha ‘desquitado’ hablando de su matrimonio y asegura que, tres meses antes de la ruptura, se habían casado en secreto: «Una mañana me toca a la puerta y me dice que me trae el desayuno. Acto seguido, va y me dice que se quiere separar. ¡Cuando nos acabábamos de casar! Uno de los grandes misterios de mi vida siempre será saber por qué se casó conmigo».
La también marquesa de Castelldosrius sabía que algo no iba bien desde hacía tiempo, sentía una quemazón cada vez que traspasaba el umbral de su casa. «Sentía una premonición, un día me dije ‘Está con una tía’». Cuando el director de ‘El Español’ le despejó sus dudas, ella actuó de una «manera muy femenina»: «Me dije a mí misma: ‘Ágatha, no preguntes nada, ni por qué, ni con quién, ni cuándo’ y continua desayunando».
Según la diseñadora, Pedro argumentó excusas vacuas: «Me dijo que se encontraba muy solo, que los niños estaban conmigo y que Cósima se había ido fuera. Y para acabar me dijo que le quedaban diez años y que quería ser feliz». Ese mismo día, al filo del almuerzo, el periodista volvió a insistir en la separación. «Le hablé entonces de esta casa y de la de Mallorca y me dijo que eran para mí y para los niños. Aunque estaba colapsada, no perdí la cabeza», ha asegurado la diseñadora en la revista HOLA. Tras la funesta noticia, Ramírez quiso quedarse en el hogar durante seis meses más, algo que a Ágatha no le gustó: «Sabía por amigas mías que la convivencia se llega a hacer insoportable».
Ruiz de la Prada se puso manos a la obra para evitar que su todavía marido se quedase bajo el mismo techo que ella: «Llamé al mejor amigo de Pedro, además de un abogado muy conocido. Le pedí consejo y le pedí que hablase con él para que se fuese de casa. Esa misma persona me recomendó que me buscase un abogado rápidamente». En cinco días se firmó todo y desde ese fatídico día del almuerzo no ha vuelto a encontrarse, ni por asomo, con el periodista: «Ni siquiera para firmar el divorcio. Todo se hizo por poderes ante notario. No quiero volver a verle, aunque para él no habría supuesto el más mínimo problema coincidir, porque quiso darle normalidad desde el principio».
Pero Ágatha se niega en redondo a dar esa imagen de familia felizmente divorciada y bien avenida. Para nada. Nunca olvidará tampoco su viaje a Colombia, ese en el que se enteró de quién era esa persona por la que Pedro abandonó su vida. «Una vez en Colombia recibo un mensaje: ‘Ella acaba de salir’. Sentí curiosidad, para qué te voy a engañar». Con la separación y todo lo que contrajo, sus hijos se quedaron igual de noqueados que la diseñadora.
Más que la forma, el fondo ha sido lo que más ha herido a Ágatha. Se siente traicionada, pero sabe que no está sola y se centra en sus amigos y su nueva vida. Eso sí, no quiere novios: «Hay muchas personas en mi vida, pero ningún novio». ¿Su consuelo después de todo este tsunami? Sabe que Pedro se dará perfecta cuenta de lo «extremadamente libre» que era junto a ella.