El abuelo de Pablo Iglesias escribió un libro exculpando al franquismo del asesinato de Lorca

• Agustín de Grado @a_degrado
• Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.
• • 18/07/2020 14:37
  • Actualizado: 19/07/2020 01:36

El abuelo de Pablo Iglesias, Manuel Iglesias Ramírez, colaboró en los años 50, en pleno régimen franquista, a la difusión de la versión que exculpaba a los sublevados del asesinato en Granada de Federico García Lorca, fusilado el 18 de agosto de 1936 en el barranco de Víznar, junto con un maestro y dos banderilleros.

En su libro García Lorca. El poeta universal –publicado por la editorial barcelonesa DUX en torno a 1955, según su ficha en la Biblioteca Nacional de España–, el abuelo del actual vicepresidente segundo del Gobierno citaba, haciéndolo suyo, el célebre artículo de José María Pemán en el que exoneraba de toda responsabilidad en el trágico final del poeta a las fuerzas sublevadas tal día como hoy 84 años atrás.

A pesar de ser un libro dedicado casi en exclusiva a glosar la obra poética y teatral del autor de Romancero gitano, de los que ofrece una muestra antológica, Manuel Iglesias no tuvo empacho en recoger en su libro, entre las páginas 195 a 199, el famoso artículo de Pemán al completo, sin atisbo de crítica, ni siquiera de comentario alguno, lo que hace presumir la completa aceptación de su contenido por parte del abuelo de Pablo Iglesias.

Publicado en el diario Abc el 5 de diciembre de 1948, bajo el título García Lorca, el escritor gaditano hacía afirmaciones como ésta, recogidas por Manuel Iglesias en su obra sobre el poeta: «Creo que no va a ser para nadie una novedad el decir que -¡todavía!- la muerte de Federico García Lorca, el gran poeta granadino, es uno de los cargos que más vulgarmente se utilizan contra España en toda la América de habla española. También es cierto que, a pesar del continuo y polémico manejo del tópico, va abriéndose ya camino la sencilla verdad de que la muerte del poeta fue un episodio vil y desgraciado, ajeno a toda responsabilidad e iniciativa oficial…»

Pemán argumentaba asimismo en su artículo contra la caracterización política de García Lorca como una figura de izquierdas, tal y como citaba el abuelo de Pablo Iglesias en su libro: «García Lorca no fue nunca, siquiera, un poeta de ideas, de entonación civil y social. Cantó con angustia interminable la pena y la luna. Pero, en manos de un poeta, bastan la luna y la pena, por lo visto, para oponerse a un régimen. Víctor Hugo necesitó decir cosas más claras y duras para ser el poeta de los revolucionarios franceses. Aquí, a falta de otra cosa, han tenido que dar proporciones de mitin a la exquisita representación de una gran tragedia de gitanos, boda, luna y puñaladas. ¡Sería encantador que la política, en vez de con estadísticas y discursos, se hiciera siempre con cosas tan tenues y bellas!».

El académico gaditano concluía su artículo en Abc con una llamada contra la manipulación de la muerte del poeta: «Paz al poeta; al poeta grande y desgraciado que está más allá de la utilización política de su muerte vil y de la utilización poética de su duende».

Los historiadores de izquierda han destacado la relevancia del artículo de Pemán -citado tan generosamente por Manuel Iglesias en su obra sobre el autor de Bodas de sangre -a la hora de lavar la cara a la dictadura franquista exculpando a los responsables del alzamiento militar en Granada del asesinato de Federico.

El abuelo del  vicepresidente del Gobierno hizo suyo el célebre artículo de Pemán en el que exoneraba de toda responsabilidad en el trágico final del poeta a las fuerzas sublevadas tal día como hoy 84 años atrás

Así lo ha hecho el historiador Santos Juliá, recientemente fallecido, en su artículo Federico García Lorca, muerte y memoria, publicado en marzo de 2010 en la revista Claves de razón práctica, donde cita explícitamente el artículo de Pemán divulgado por el abuelo de Pablo Iglesias en su obra sobre García Lorca, como parte de la maniobra de blanqueamiento de la dictadura surgida precisamente del golpe militar, la guerra civil y la represión contra quienes eran considerados supuestamente contrarios a la sublevación. Algo que la izquierda nunca ha aceptado. Lo sorprendente es que el abuelo de Pablo Iglesias contribuyera a este blanqueamiento siendo como era miembro del PSOE en la clandestinidad desde 1946.

La versión del asesinato de García Lorca a manos de los sublevados el 18 de julio de 1936 es permanentemente reivindicada por Pablo Iglesias en su política de revancha histórica y agitación guerracivilista, con tuits como el publicado el año pasado con motivo de los 119 años de su nacimiento.

Se trataba, como se supo después, de una edición autorizada por el mismísimo Francisco Franco, según recogió en su libro Mis conversaciones privadas con Franco su primo Francisco Franco Salgado-Araújo. El propio Franco le reconoció a su primo que había dado el plácet a la edición de las obras completas del poeta «para probar mi imparcialidad, no obstante haber sido muy izquierdista García Lorca», lo que significa que el dictador era muy consciente del daño a su imagen y a la del régimen que provocaba la memoria del poeta asesinado.

Lo sorprendente es que el abuelo de Pablo Iglesias contribuyera a este blanqueamiento siendo como era miembro del PSOE en la clandestinidad desde 1946

Que Franco no había tenido que ver en el asesinato de García Lorca lo reconoce hasta el mismo Ian Gibson, el gran estudioso de la muerte del autor de La casa de Bernarda Alba. Pero para el régimen era importante entonces desvincularse completamente del cruel destino del poeta, coincidiendo además con los primeros pasos para el fin del aislamiento internacional de España, que en diciembre de 1955 ingresaba en la ONU.
El régimen franquista intentó maniobras similares a la de García Lorca con figuras como Antonio Machado o Miguel Hernández, cuyo recuerdo la oposición antifranquista abanderaba en el mundo en sus campañas contra la dictadura. La apropiación por la dictadura de ambos poetas, como la de Federico, pasaba por la previa despolitización de sus vidas y de sus muertes. Hubo en esa época, entre los años 1957 y 1958, hasta un intento del régimen para repatriar los restos de Machado desde Collioure (Francia).

El libro del abuelo de Pablo Iglesias era una contribución más a la normalización del recuerdo de García Lorca por la España franquista. Obviamente, esa normalización pasaba por hacer que no fuera un recuerdo incómodo para el régimen. Para ello estaba el artículo exculpatorio de Pemán que, convenientemente rescatado siete años después por Iglesias Ramírez, podía renovar todo su poder blanqueador al ser repetido entre las páginas de un libro aparentemente inocuo.

Tan poderoso era el propósito de blanqueamiento que la causa de la muerte de García Lorca ni siquiera era mencionada. Así, Manuel Iglesias concluyó su libro con la reproducción exacta de la cronología de la vida y obra de Federico aparecida en las Obras completas de Aguilar autorizadas por Franco. Esa cronología lorquiana citada por Iglesias concluye de forma abrupta al llegar al trágico verano de 1936, como si su fallecimiento hubiera sido por causas naturales: «16 de julio: Sale de Madrid para Granada. Julio: muere».