El Madrid no rompe el hielo
Al Real Madrid le pesaron las cadenas en Pamplona y no pudo romper el hielo para asirse a una Liga que se le escapa partido a partido, como diría Simeone, que la tiene a huevo. Los de Zidane no pudieron con un Osasuna serio y organizado, que se vio favorecido por la climatología y por un césped pesado y deslizante.
Zidane siguió en su empeño de repetir con el mismo bloque con el que lleva jugando desde noviembre. La noticia, en la previa del duelo de Pamplona (que quizá nunca debió jugarse), era la titularidad de Hazard, que ocupaba la banda izquierda del ataque del Real Madrid. El hueco lo dejaba libre un Asensio que, como en una partida de dominó, pasaba a ocupar el hueco libre dejado por Lucas Vázquez a la derecha que, a su vez, retrasaba su sitio en el campo para ocupar la plaza del sancionado Carvajal.
Con un ambiente gélido y un campo nevado a trozos, como si le hubieran puesto azúcar glass por encima, comenzó el duelo entre Osasuna y Real Madrid. Ritmo lento, con los jugadores más pendientes de sostenerse sobre el césped de El Sadar que de ser precisos y preciosos con el balón. Replegaban los locales en busca de las contras y manejaban la pelota los visitantes, pero sin acelerar mucho.
El resumen de la primera media hora podría hacerse en una palabra: NADA. Ni el Real Madrid encontraba los caminos entre la tupida defensa de Osasuna ni los navarros inquietaban el área de Courtois. Sí que lo hicieron a balón parado en un córner que se envenenó pasado el minuto 30 y que el portero belga sacó con apuros bajo palos.
Respondió el Real Madrid con una acción por la izquierda de un Hazard desaparecido hasta entonces, que no encontró rematador porque Sergio Herrera, portero de Osasuna, metió una mano salvadora. Era el primer aviso del equipo de Zidane, que empezaba a entrar en calor. Los blancos atacaban por la izquierda con más insistencia que Pablo Iglesias y, desde allí, pretendían hacerse fuertes.
El planteamiento de Osasuna dificultaba las intenciones del Real Madrid. Dos líneas muy juntas y paralelas de cuatro y de cinco jugadores, una defensa adelantada, pocos espacios y pocos errores defensivos. Los blancos, que se pasaban la pelota al estilo parabrisas, tampoco encontraban ni el vértigo ni el talento necesario para generar superioridades que provocaran fisuras en la zapa rojilla.
Un Madrid congelado
No les dio tiempo porque, con el ritmo gélido y cansino al que se jugaba el partido, consumiéronse los minutos hasta el descanso sin que las áreas fueran holladas. Ni Osasuna ni Real Madrid se asomaron a las respectivas áreas rivales, así que al descanso nos fuimos sin goles, casi sin ocasiones y con muy, pero que muy poco fútbol. Eso sí, frío, había más que en la fila de los congelados de Mercadona.
Del descanso volvió el Real Madrid como si sus jugadores se hubieran tomado un caldito mezclado con café y Red Bull. Cercaron el área de Herrera en busca de un gol que podría descongelar el empate en El Sadar. Les faltaba un punto de precisión e incluso de fortuna. La que no tuvo Asensio en el 48 en un disparo cruzado que despejó con una preciosa palomita el meta de Osasuna.
Respondieron los locales con alguna contra en busca de la espalda de Lucas Vázquez, pero en el área del Real Madrid mandaba Courtois con puño de hierro. Definitivamente, el partido se había roto. Los de Zidane tenían prisa y Osasuna tenía necesidad. Un par de disparos consecutivos desde la frontal de los de Zidane avisaron a Herrera de que el Madrid empezaba a llamar (y ya en serio) a las puertas del gol.
Zidane no espabila
Pero ya se había consumido una hora de partido y Zidane dudaba (como siempre) a la hora de mover ficha. Calentaban Vinicius y Valverde pero el noruego, no. Y eso que arreciaba la nevada en Pamplona. Marcó Benzema un gol que fue anulado por irregularidad doble: fuera de juego primero y mano después. Otro aviso de los blancos.
De repente Osasuna se echó al monte y empezó a presionar arriba la salida del balón del Real Madrid. En la banda Zidane seguía deshojando la margarita de los cambios como una quinceañera enamorada. Hizo el primero en el 65: Valverde por Asensio. El Madrid pasaba a un 4-4-2 para descongelar un poco a Modric.
La tuvo Osasuna en el 70 con una volea dentro del área a bote pronto después de un desajuste defensivo de Sergio Ramos. La pelota volvió del cielo con nieve, la misma que había en el césped. A Zidane le entraron las prisas y metió dos cambios de golpe: Isco y Mariano por Hazard y Modric.
Mariano salió con ganas de aprovechar su ratito entre los defensas de Osasuna. Se movió, tiró desmarques y trató de ofrecer soluciones a sus compañeros. No fueron suficientes. Primero, porque al Real Madrid le faltaba tiempo. Segundo, porque le faltaba talento. Y así se le escaparon otros dos puntos en El Sadar donde al equipo de Zidane le pesaron mucho esas cadenas que el Atlético parece tener echadas a la Liga.