Marco Asensio ya está aquí
Marco Asensio fue uno de los nombres propios de la victoria del Real Madrid sobre el Celta de Vigo. Con un gol y una asistencia, el balear se confirma como uno de los hombres importantes del ataque y explica la confianza de Zidane en su talento
Los Reyes son Lucas y Asensio
Cuestionado, condenado e incluso, como le ocurrió a su compañero Lucas Vázquez, memetizado en las redes sociales. El comienzo de temporada de Marco Asensio no ha sido fácil entre sus propios errores y la altísima exigencia que le impuso la opinión pública, pero meses después del punto de partida, con un tramo insulso de titularidad y otro de suplencia marcada, el ’11’ del Real Madrid ya está aquí, a tope, y con las cifras, por fin, de su lado para completar una paleta de recursos al alcance de pocos atacantes a nivel mundial.
Porque muy pocos, casi ninguno puede dudar del talento innato de Marco para jugar al fútbol. De explosión prematura, el Real Madrid confirmó a los pocos meses que su apuesta por ese prometedor jugador balear era prácticamente un seguro. Goles en citas importantes, desparpajo, y una arrancada + disparo que hicieron pensar en el máximo a los aficionados madridistas, los mismos que con la subida de la responsabilidad, inversamente proporcional al hype, acabaron por defenestrar a un jugador tocado en su juego, pero de apenas 24 años y con una grave lesión a sus espaldas.
Por suerte para Asensio, en la cúpula del Real Madrid no han dejado de confiar en su futuro… y en su presente. Tampoco en el cuerpo técnico. Con múltiples discrepancias, lógicas en su mayoría, en los últimos meses, Marco provocaba la unanimidad a la hora de darle una nueva oportunidad, o las que hiciesen falta, para desplegar su mejor juego. Zidane lo sabía y por ello le dio las llaves de la titularidad a principio de campaña, retiradas semanas después tras una mala racha, aunque sin apartar al futbolista, que siempre contaba con 15-20 minutos desde el banquillo, a la espera de un atisbo de resurrección que llegó ante el Granada.
En coincidencia con la lesión de Rodrygo, Asensio subió su cuota de minutos para salir en el 37′, y desde ahí dar rienda suelta a la imaginación y al talento que, repetimos, nunca se le ha cuestionado. A Marco se le pedía mayor atrevimiento y cifras, y contra los nazaríes dio dos de cal hasta lograr el MVP del choque. La confianza estaba por las nubes y fruto de ello se sacó de la chistera un taconazo de otro planeta, de espaldas y en volea, que sólo el palo evitó que se convirtiera en uno de los goles de 2020. No contento con ello, un centro suyo se tradujo en el gol de Casemiro, clave para sellar los tres puntos.
Resucita Marco, resucita el gol
A partir de ahí, no todo iba a ser coser y cantar para Marco, el exigido. Su lenguaje corporal no es el mejor, y puede despertar cierta desidia, pero mirando detenidamente la actuación ante el Elche, un disparo supersónico, marca de la casa, del ’11’, provocó un rechace desde el palo para que Modric rematara la faena con un cabezazo. De nuevo la madera se cruzaba entre Asensio y el gol(azo), pero sólo era cuestión de tiempo que este llegase. El Madrid, por el camino, pinchaba, provocando las críticas para un Asensio gris, pero no más que la práctica totalidad de sus compañeros.
Zidane lo vio, preguntado hasta la extenuación por su confianza en el canterano del Mallorca, y cuando muchos esperaban a Hazard contra el Celta, el técnico respondió alineando a uno de sus hombres de confianza, de sus soldados. Asensio, verso libre pero pragmático cuando es necesario, volvió a acostarse a la banda izquierda y, como hiciera con Casemiro previamente, le servía en bandeja un centro de gol a Lucas, que no lo iba a desaprovechar. Segunda asistencia consecutiva en el Di Stéfano, esta vez con sólo cinco minutos de partido disputados.
Asensio se transformó por minutos en un trabajador incansable, fruto de la motivación por ganarse el puesto, y se llevó por el camino una amarilla en uno de sus esfuerzos. Su cambio parecía seguro por este motivo y por la necesidad de la estrella del plantel, Hazard, de contar con los suyos, pero el fútbol le debía a Marco un gol, y se lo iba a pagar antes de que acabase la función.
Próxima parada: consolidarse en el once
Intercambiando los papeles con Lucas Vázquez, el balear se aprovechaba de una cesión del extremo de la banda opuesta para hacer una de las cosas que mejor sabe y más le cotizan, definir ante el portero. Amagando el disparo al primer palo, Marco esperó a que Rubén Blanco se venciera hacia un lado para cruzar, alto y al medio, inapelable, y por fin marcar el deseado tanto, dedicatoria incluida, antes de poner minutos después camino a los vestuarios, de nuevo acompañado por una sonrisa fruto del deber cumplido.
«Es un proceso largo, sabía que me iba a costar un poco, pero al final es ir acumulando minutos y partidos y se están viendo los resultados», afirmaba el protagonista ante los medios, entrevistado como una de las estrellas del encuentro, como el héroe que antes de iniciar su ascenso fue villano, y ahora, con la confianza del jefe, no quiere bajarse de lo más alto hasta dejar su sello fijo en el once del Real Madrid. De él depende, pero por el momento ya se puede afirmar. Marco Asensio ya está aquí.