La vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha pedido a los españoles que apaguen el aire acondicionado porque vienen «días de aumento de la demanda y de reducción de la energía eólica» que incrementarán el precio del gas y la electricidad. El consejo de la ministra no deja de resultar un sarcasmo, porque para apagar el aire acondicionado habría que tenerlo previamente encendido, algo que millones de españoles no se pueden permitir, pese a las altísimas temperaturas, ante el brutal incremento de la factura.  Si hace apenas mes y medio el Ejecutivo se jactaba de haber logrado sacar adelante su propuesta para topar el precio del gas y anunciaba que esa medida lograría lograría reducir el precio de la luz hasta un 30%, ahora -constado el fracaso de la denominada excepción ibérica- el mensaje ha cambiado y lo que revela es una absoluta impotencia.

La realidad ha pasado por encima del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que se rinde a la evidencia: en verano nos piden que apaguemos el aire acondicionado y, cuando venga el frío, nos pedirá que cerremos los radiadores. La advertencia de Ribera se produce justo el día que Rusia ha cortado el suministro de gas a Europa a través del gasoducto Nord Stream, un corte que, en principio, durará diez días por cuestiones de mantenimiento de la instalación, pero que puede ser indefinido si así lo decide Vladimir Putin. La luz subirá por encima de los 300 euros MW/hora dejando en papel mojado todas las promesas y parches de un Ejecutivo que ya sólo se limita a recomendar «prudencia en el uso de la energía». Resulta una ironía que la ministra haya llegado a la conclusión de que, ante la que está cayendo, la solución es apagar el aire acondicionado. Señora Ribera, el problema está en que no podemos encenderlo. Y lo más grave es que usted y su Gobierno no se enteran de cómo