Dámaso Burgos: «Han engañado a los agricultores convencionales, les han borrado la memoria»
Mostramos un ejemplo de neorruralismo en Madrid: cómo se produce una vuelta al campo desde la ciudad y dedicarse a la agricultura como cambio vital
La Agricultura Sostenida por la Comunidad en Torremocha de Jarama produce sus propios alimentos basándose en la agroecología


Dámaso Burgos Pérez abandonó su barrio de Madrid y su trabajo en el sector de la construcción en un momento de cambio vital buscando reconciliarse con sus raíces campesinas, volviendo a vivir el campo como lo hacían antaño sus abuelos ganaderos y decenas de miles de agricultores.
Ahora es capataz y socio fundador de la CSA Vega de Jarama, aunque cuando le preguntas cómo se siente o cómo se define ante los demás, responde rápidamente «yo soy campesino».
Alimentar a familias
No se dedica a la ganadería como sus antecesores, ahora es agricultor en Torremocha de Jarama (Madrid), en un modelo de gestión agrícola fuera de lo habitual que no busca rentabilidad, sólo tiene como objetivo el alimentar de manera sana a las familias.
Este madrileño criado en un barrio obrero podría ser la definición de lo que se conoce como neorrural, una palabra que no aparece en la Real Academia, pero que sí recoge el Diccionario del Español Actual como persona «que abandona la ciudad para adoptar un modo de vida rural».
De la ciudad al campo
Le entrevistamos gracias a un viaje de prensa organizado por la Coalición Por Otra PAC y la asociación intermunicipal Red Terrae para conocer de primera mano iniciativas de agroecología destinadas a recuperar terrenos abandonados, fijar población en los entornos rurales y conseguir más rentabilidad a los productores comercializando en circuitos cortos.
Dámaso abandonó el andamio y la gran ciudad, donde impulsó una cooperativa, y ahora es el agricultor que proporciona alimentos de temporada a una comunidad de unas 150 familias que viven en el entorno de Torremocha de Jarama. Él hizo hace unos años el viaje inverso que millones de españoles iniciaron en la década de los 50, la migración del campo a la ciudad, la que hicieron sus ascendientes.
Agricultores para una comunidad
Se formó en agricultura, ganadería, gestión forestal y compostaje, y fue uno de los impulsores del proyecto de Agricultura Sostenida por la Comunidad en Torremocha de Jarama, lo que se conoce como una CSA.
Producen sin pesticidas ni herbicidas, de forma ecológica, aunque huyen de los sellos de certificación por considerarlos un negocio y orientados a grandes explotaciones. Para ellos no es rentable el tener que entrar en los sistemas de certificación, ya que mantienen 6 hectáreas de terreno que dan 70 variedades anuales diferentes, entre 12.000 y 14.000 kilos de verdura al año.
«Tampoco es lógico tener que pagar por algo que hacemos correctamente, sin envenenar el entorno, los que tendrían que pagar son los que promueven un modelo agrícola insostenible», sentencia.
Dámaso trabaja en Torremocha de Jarama, cultivando un terreno de la Comunidad de Madrid que fue ocupado en un primer momento y, tras la intermediación del consistorio, ahora disfrutan de una concesión que se renueva cada seis años desde 2016.
OKGREEN: Para empezar con esta entrevista, es necesario saber qué es una CSA.
DÁMASO BURGOS: Es una comunidad que sostiene a la agricultura en este caso, aunque yo a veces, como chascarrillo, me gusta darle la vuelta y decir que somos los agricultores los que sostenemos a la comunidad.
P.: ¿Cómo es la CSA Torremocha de Jarama?
R.: Pues es bastante plural con un grupo supernutrido donde hay profesionales y mentes de todas las clases y edades. Es un grupo crítico brutal, bastante heterogéneo. Se da en un municipio como Torremocha de Jarama, que ya tiene esa pluralidad de por sí y acoge a gente de distintas ideologías.
P.: ¿Cuál es el sistema de vuestra CSA?
R.: Es un sistema asambleario. Todo se decide de manera horizontal, aunque es verdad que los agricultores tenemos libertad de cátedra, por llamarlo de alguna manera, ya que tomamos algunas decisiones que no tenemos que trasladar. Sin embargo, si hay alguna que afecta al grupo se lleva a una asamblea y entre todos abordamos la solución.
P.: ¿Cómo funciona en cuanto el sistema de producción? ¿Qué recibe un socio?
R.: A cambio de la cuota que pagan de participación se entrega una cesta semanal. La cuota es directamente proporcional al consumo que hagas. Por ejemplo, si tú recibes una cesta al mes, pagas una cuota inferior al que recibe cuatro cestas, es decir, cuatro al mes.
Cómo estándar un socio que recibe una cesta a la semana paga unos 100 euros al mes aproximadamente por un mínimo de seis kilos cada una, con una variedad de unas siete verduras, dependiendo de la temporada.
P.: ¿Cuántos sois ahora mismo?
R.: En la asociación hay 150 familias y 2 trabajadores en nómina.
P.: ¿El ser socio te obliga a trabajar en la CSA?
R.: Sólo si quieres sí, pero no estás obligado. Hay unas 60 familias muy activas que colaboran voluntariamente.
P.: ¿Cuál es el producto estrella ahora mismo?
R.: Tras las lluvias y las inundaciones podría ser la judía verde. El año pasado fue la judía verde, el calabacín. Experimentamos con la acelga y fue brutal. La lechuga también fue de vicio, así como el ajete. Luego empezaremos con el tomate, el pimiento, la berenjena.
Y para el invierno, las crucíferas a tope: brócolis, coliflores, repollos, romanesco. También el puerro se nos da muy bien.
P.: ¿Cómo comenzasteis?
R.: Comenzamos desde la necesidad y con mucha precariedad, desde el desempleo y con la preocupación de nutrir de manera saludable a nuestras criaturas, nuestros hijos. La necesidad de crearnos nuestro propio puesto de trabajo en el municipio donde vivíamos, por un tema de cambio social que había, y sigue habiendo, en el año 2016.
P.: Entonces, ¿qué hacías antes de establecerte aquí?
R.: Yo trabajaba y era socio de una cooperativa en el sector de la construcción. Decidí cambiar, porque no me apetecía seguir con el vínculo con Madrid y con el tema de la construcción. En un cambio profesional y personal, me formé en trabajo forestal y conservación del medio y así recuperé algunos valores agrícolas y surgió esta oportunidad.
P.: ¿Tienes antecedentes en la familia en el mundo de la agricultura?
R.: Sí, ganaderos por las dos partes, paternos y maternos.
P.: ¿Salir de la ciudad y volver a vivir en el medio rural, en el campo, tiene que ver con que tengas antecedentes familiares agrícolas?
R.: Yo creo que sí. Puede ser que tengas siempre las raíces ahí. Pero conozco casos que no, pero hay menos. A lo mejor los padres no, pero con los abuelos siempre tienes ahí un poco el anhelo este de volver al pueblo.
P.: ¿Cómo te identificas dentro de la actividad de la agricultura? ¿Cómo te presentas ante la gente del sector?
R.: Yo soy campesino. Así me siento.
P.: Pero tú no eres un campesino al uso…
P.: Yo creo que sí.
P.: Campesino, suena muy rural y a la vez algo romántico… ¿Os sentís como los raros del lugar?
R.: No, yo me siento muy acogido por la comunidad convencional por llamarla de alguna manera. La verdad es que para ellos hemos sido también como un revulsivo. Nos hemos sentido muy bien acogidos por ellos. La verdad que al principio había un poquito de escepticismo e incluso expectación, pero yo creo que hemos cumplido las expectativas.
P.: ¿Cómo os sentisteis al llegar aquí a Torremocha de Jarama?
R.: Bien, ha habido un muy buen feeling con ellos. Yo estoy todo el día pidiéndoles favores. Quiero hacer una mención especial a que nos prestamos entre nosotros, porque somos de compartir. Estamos deseando poder devolver esos favores que nos hacemos.
P.: ¿Qué habéis aprendido de los lugareños, de este territorio?
R.: El sacrificio, la persistencia, la perseverancia. El estar ahí machacando todo el rato, el ser constantes. En mi caso ya traía la constancia antes por mi ocupación y por la forma de ser, quizá. Pero aquí se ha visto muy reforzada.
Por ejemplo, en cuanto a algo más práctico, hace tres años me enseñaron a labrar manualmente, a cómo mantener los surcos rectos, algo que no se hace ahora porque los tractores tienen autoguiado.
P.: ¿Y qué han aprendido ellos de vosotros?
R.: ¡Uf! ¡Pues no sé! No lo sé. ¿Qué han aprendido? Yo creo que también les hemos dado la lección de la constancia. No se esperaban que fuéramos a aguantar tanto. Más bien hemos sido sinceros y capaces de poder conversar con ellos de cualquier cosa. Yo he tenido conversaciones aquí que le abrirían las carnes a cualquiera de política muy heavy. Por ejemplo, con el tema de la posguerra.
Hay un ideal marcado también, pero hemos sido capaces de analizar, aún teniendo ideologías diferentes, que estamos en un mismo bando que es el de la producción de alimentos.
Esa diferencia ideológica de alguna forma ha venido casi impuesta, puede que incluso en los dos lados. El objetivo es que nos gusta el campo, cuidar del medio y producir los alimentos para nuestras familias.
P.: ¿La ideología común es el campo?
R.: Sí, pero lo otro, la ideología es algo que se ha creado para dividirnos de alguna manera. Esas conversaciones se han dado aquí. Se han dado tomando un café. Yo creo que el ser sincero es uno de los mayores aprendizajes. El confiarte con alguien, el abrirte.
P.: Pero estás cultivando al lado de unos agricultores que utilizan los productos que tú rechazas.
R.: Yo no los he criticado para nada. No he hecho ninguna crítica si hacen uso de químicos. Sí, critico su uso. Pero creo que ellos han sido engañados. Les han borrado la memoria. Los han reseteado facilitándoles este tipo de sistema.
Pero, si les refrescas la memoria, se acuerdan de otras prácticas, las valoran y vuelven otra vez a utilizarlas. Pero de alguna forma tienen miedo. La presión a no producir los alimentos les vuelve a empujar a esas prácticas.
Hay un miedo al no producir, a no estar a la altura de los objetivos que te obliga de alguna forma a seguir usando esas herramientas, los fertilizantes químicos, abonos, tratamientos… Pero ellos saben producir de otra manera. Lo tienen en la memoria. Lo que pasa es que les asusta. Yo los veo como víctimas, pero me solidarizo mucho con ellos. Pero no puedo culparles de ello.
P.: ¿Cómo os sentís con la Política Agraria Común (PAC) europea?
R.: No nos vemos para nada reflejados, ni apoyados, ni identificados, con lo que es la PAC. Está por pura obligación para mantener el epígrafe de producción agrícola. Porque podemos perderlo. Como nos lo hace un sindicato, pues no nos lleva tiempo.
P.: ¿En general no os aporta nada?
A nosotros no nos aporta realmente nada. Lo que pasa es que está mal regulada. Tengo otros amigos agricultores, a mayor escala, que sí veo que les aporta algo. Creo que está mal escalado. Está para beneficiar a mega agricultores, a la mega industria agrícola.
P.: Os denomináis una finca agroecológica, pero no tenéis sello como tal… ¿Por qué?
R.: Regeneramos el suelo haciendo unas rotaciones lo más amplias posibles entre los propios cultivos, dejando el suelo descansar y metiendo cultivos que aporten al suelo, haciendo agrocompostaje.
No creemos en los agroquímicos, porque no nos gustan y porque nos dan miedo. Pensamos que se puede producir de manera natural, que podemos aceptar los déficits de producción y que en la belleza está la calidad del producto. No son necesarios al final de cuentas.
No creemos en los sellos, son un negocio. Somos transparentes con nuestra propia comunidad y eso es suficiente. Los sellos ecológicos pueden servir para monocultivos, para grandes extensiones. Nosotros cultivamos 70 variedades al año, sería muy caro.
P.: ¿Cómo veis el futuro?
R.: Queremos seguir creando puestos de trabajo y produciendo más alimentos, de otras variedades, como leguminosas o producir legumbres en seco. También el trasladar y replicar este modelo llevando nuestra experiencia todo lo que se pudiera.
P.: ¿Qué le pedirías a las administraciones?
R.: Apostar más por este tipo de proyectos para que el relevo generacional pueda verse más más fortalecido sin tantas trabas burocráticas. No todo el mundo cuenta con una cantidad grande de dinero o con un legado para meterse en un modelo de producción convencional.
Yo le planteo a mi alcalde que el relevo generacional no está dentro de las casas que tienen las tierras. A lo mejor el legado está dentro de los hijos de los neorrurales que vienen aquí a dormir. Sus padres trabajan fuera, pero a sus hijos a lo mejor les inquieta.
Hay que darle una vuelta a lo que entendemos como relevo, que no se queden en las casas. Pero claro, si tú no eres hijo de agricultor, ¿cómo accedes a todos los medios de producción? ¿Cómo accedes a la tierra? Es un tema a discutir largamente.
P.: ¿Eres feliz con esta vida?
R.: Soy feliz. Lo que pasa es que siento muchas frustraciones, pero yo creo que viene por esa parte de campesino, que no estamos nunca contentos con nada. Pero sí me considero una persona muy afortunada, trabajo en un espacio que adoro.
Lo cuido para que siga siendo así de adorable, aunque tenga muchas frustraciones porque no todo sale como tú quieres. Lo que aprendo es que tengo que aceptar lo que me viene de alguna forma y ser rápido en la reconducción de la solución de los problemas.
P.: Cuando tú veías a los agricultores con los tractores en Madrid, en París, en muchas ciudades manifestándose, ¿qué pensabas?
R.: Que los estaban engañando, que eran herramientas. Porque se estaban apartando de sus actividades principales. Los estaban llevando allí de alguna forma a avalar otros intereses mayores.
P.: ¿Cuál sería el mejor argumento para convencer a un agricultor convencional y pasarse a este lado de la agroecología?
R.: Intentamos sobre todo el prescindir de los insumos externos. Intentamos siempre buscar la manera de ser autosuficientes y siempre estar en el lado del empoderamiento, compartiendo… No digo que no haya que comprar cosas y que la tecnificación no es positiva.
Les diría que abran su mente y que no todo es comprar. Que no todo es individualismo, porque desde lo colectivo se puede ser mucho más rico sin tener un millón en el banco. Y, sobre todo, no tener que trabajar tanto, porque se pueden repartir un montón de tareas, no tener que producir dinero para entregárselo a otro. Yo creo que así se es más rico que el que más tiene en el banco.
P.: Ya que has sacado el tema del dinero y la riqueza. Tú cómo te sientes, ¿rico o pobre?
R.: Pues yo tengo en el banco cuatro perras. Tengo tres hijos que alimentar, una hipoteca que no sé cuándo terminaré de pagar, pero no me siento pobre. No me siento pobre porque tengo dos manos y yo sé hacer de casi todo, desde construcción a trabajo forestal pasando por producir mis alimentos en la horticultura y en la ganadería. Soy rico en sabiduría y en conciencia. Tengo mucha conciencia de clase, sobre todo.
P.: Para terminar, ¿qué esperas que nos llevamos nosotros de aquí como periodistas?
R.: Espero que os llevéis un revulsivo mental. Que os sirva para ver que un grupo de gente se puede organizar, ser más independientes de lo que nos da y nos refleja el sistema, lejos de los estándares que están establecidos.