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Cuando pensamos en los riesgos que conlleva dejar el coche al sol, lo primero que nos viene a la cabeza suele ser el calor sofocante al entrar una vez regresemos. Sin embargo, hay peligros mucho más serios que pueden pasar desapercibidos… hasta que es demasiado tarde. En España, donde las temperaturas pueden superar los 40 grados en verano, la combinación entre edificios modernos con fachadas acristaladas y una mala elección de aparcamiento está provocando que muchos coches aparezcan derretidos.
Y no se trata de una exageración. Recientemente, un coche aparcado frente a un edificio con grandes ventanales sufrió daños tan graves que varias piezas del vehículo comenzaron a derretirse literalmente por el calor. Lo peor: todo sucedió sin que nadie lo se diera cuenta. Lo que parecía una simple plaza de aparcamiento se convirtió, sin saberlo, en una verdadera trampa.
¿Por qué hay coches derretidos por las calles?
Hace unos días, un conductor acudió a un taller mecánico con un problema cuanto menos curioso: parte del retrovisor y del pilar B de su coche estaban deformados y semiderretidos. A simple vista, parecía que el coche había estado expuesto a una fuente directa de calor extrema, como si se hubiese acercado a una hoguera. Pero no.
Lo que había ocurrido era que el propietario había dejado su vehículo aparcado frente a un edificio con una fachada con cristales oscuros y altamente reflectantes. Durante varias horas de exposición directa al sol, el reflejo concentrado de los rayos solares sobre la carrocería del coche actuó como una lupa, generando temperaturas tan elevadas que algunas partes del vehículo comenzaron a derretirse, y el interior, especialmente el respaldo de los asientos, mostró marcas de quemaduras reales.
El ‘efecto lupa’: cómo un edificio puede quemar tu coche
Lo que sucedió tiene una explicación física muy sencilla, aunque sus efectos pueden ser devastadores. El llamado «efecto lupa» se produce cuando los rayos solares pasan a través de un material traslúcido o se reflejan sobre una superficie pulida, y estos haces de luz se concentran en un punto específico, elevando la temperatura de ese punto de forma extrema.
En este caso, las ventanas del edificio actuaron como una gran lupa estática, proyectando los rayos solares sobre un único punto del coche con una intensidad inusual. Este fenómeno es más común de lo que se cree, especialmente en ciudades donde los edificios albergan grandes cristaleras con tratamientos reflectantes. Aunque estas superficies están diseñadas para reducir el calor en el interior del edificio, en ciertas condiciones pueden concentrar la energía solar y redirigirla con fuerza hacia el exterior.
Consecuencias inesperadas: del plástico deformado al incendio inminente
El conductor, al volver a su después de unas horas, notó que algo no iba bien. Según sus propias palabras, «había una zona del asiento trasero que echaba humo y ya tenía un agujero negro, como si alguien hubiera apagado un cigarro ahí». El plástico del retrovisor estaba blando al tacto, y la pintura del lateral mostraba burbujas. Cinco minutos más de exposición podrían haber desencadenado un incendio.
Y es que los materiales que se utilizan en los vehículos (plásticos, espumas, tejidos sintéticos) tienen puntos de fusión relativamente bajos. Bajo condiciones extremas, como las generadas por el efecto lupa, no solo pueden deteriorarse, sino que pueden arder si entran en combustión al alcanzar la temperatura de ignición.
¿Quién se hace responsable de los daños?
Este tipo de situaciones plantea una cuestión compleja: si el daño lo provoca reflejo de un edificio, ¿es posible reclamar? La realidad es que probar la relación directa entre el reflejo de un inmueble y los daños en el vehículo puede ser difícil, salvo que existan pruebas claras o testigos. Algunos propietarios de edificios pueden haber sido advertidos anteriormente y podrían ser responsables civiles si se demuestra negligencia, pero en la mayoría de los casos, el conductor tendrá que asumir el coste de la reparación.
Los coches derretidos al sol no son una simple anécdota, sino una advertencia real para todos los conductores. Aparcar mal no siempre significa bloquear una entrada o ocupar una plaza indebida. A veces, lo peligroso es dónde y cómo incide el sol sobre tu coche.
Evita dejar el vehículo frente a fachadas acristaladas, especialmente si reciben sol directo durante horas. Antes de aparcar, observa si hay reflejos intensos o el suelo brilla de forma anormal; si es así, busca otra ubicación. Por otro lado, utiliza parasoles reflectantes para proteger el interior y cubre retrovisores o piezas plásticas con fundas si vas a dejarlo mucho tiempo expuesto. Siempre que puedas, elige zonas de sombra, aunque suponga caminar un poco más.
El «efecto lupa» es silencioso, imprevisible y puede tener consecuencias graves. Por eso, es fundamental estar atentos al entorno, especialmente durante los meses más calurosos del año. Tu coche (y tu seguridad) pueden depender de un simple detalle que la mayoría pasa por alto.