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En los últimos años, los conductores han manifestado una creciente preocupación por la presencia de radares móviles en las carreteras. Esta inquietud no sólo se debe a las multas por exceso de velocidad, sino también a la sensación de que estos dispositivos se están utilizando más como una herramienta para recaudar dinero que como un método efectivo para reducir accidentes. A diferencia de los radares fijos, cuya ubicación está claramente señalizada, los móviles se pueden instalar en cualquier punto, lo que genera incertidumbre y desconfianza entre los usuarios de la vía.
Cada vez que aparece un nuevo vídeo en redes sociales mostrando un radar escondido en un lugar cuestionable, se reaviva el debate entre los conductores. ¿Es justo colocar radares donde no hay peligro evidente? ¿No debería la DGT centrarse en los tramos realmente conflictivos? Las asociaciones de conductores insisten en que la prioridad debe ser salvar vidas, no sancionar de manera encubierta. La DGT, por su parte, defiende su estrategia alegando que la imprevisibilidad de los radares móviles es precisamente lo que consigue que los conductores reduzcan la velocidad en todo momento, no sólo cuando saben que les están vigilando.
Radares móviles de la DGT
Los radares móviles se han convertido en uno de los recursos más eficaces de la DGT para controlar la velocidad en las carreteras. A diferencia de los radares fijos, cuya instalación es pública y está regulada, los móviles gozan de una flexibilidad que permite colocarlos prácticamente en cualquier sitio. Desde detrás de arbustos hasta camuflados en coches estacionados o escondidos detrás de señales de tráfico, su localización no está sujeta a obligación de aviso previo.
Uno de los modelos más utilizados actualmente es el radar Velolaser. Este dispositivo ha revolucionado el control de velocidad gracias a su tamaño compacto (alrededor de 50 centímetros), su ligereza (pesa apenas 3 kilogramos) y su autonomía operativa. Funciona con batería, se conecta de manera inalámbrica a los sistemas de control policial y se puede instalar en cuestión de segundos. Esta discreción lo convierte en una herramienta ideal para los agentes, y en un auténtico quebradero de cabeza para los conductores.
Ubicación
El aspecto más polémico de estos radares es precisamente su ubicación. Muchos conductores han documentado, mediante vídeos y fotografías, situaciones en las que estos dispositivos estaban colocados en sitios poco éticos, como detrás de una señal de «Ceda el paso» o en tramos donde nunca ha habido incidentes de tráfico. Estas ubicaciones, en zonas de baja siniestralidad, hacen que algunos ciudadanos sospechen que su colocación responde más a una estrategia recaudatoria que a una política de prevención.
Es importante recordar que la DGT tiene potestad para colocar estos radares en cualquier lugar de la red viaria española, ya sea en carreteras secundarias, vías urbanas o incluso en tramos donde no se ha detectado ningún riesgo especial. Para la institución, esto se traduce en una herramienta más para lograr que los conductores respeten los límites de velocidad en todo momento, no únicamente en los puntos señalizados.
Multas por exceso de velocidad
Las sanciones por superar los límites de velocidad varían según la gravedad de la infracción y el tipo de vía. A grandes rasgos, las multas pueden oscilar entre los 100 y los 600 euros. En los casos más leves no se pierden puntos del carnet, pero a medida que aumenta el exceso de velocidad, se pueden perder hasta seis puntos e incluso incurrir en delitos penales si se supera el límite por un margen considerable.
Por ejemplo, circular a 81 km/h en una vía limitada a 50 km/h ya puede suponer una sanción de 300 euros y la pérdida de dos puntos. Si se sobrepasan los 100 km/h, la multa asciende a 600 euros y la pérdida es de seis puntos. Además, cuando se detecta una conducción especialmente temeraria, el Código Penal contempla penas de prisión de entre tres y seis meses.
Una de las preguntas más habituales entre los conductores que sospechan haber sido captados por un radar es cuánto tardará en llegarles la notificación. Según declaraciones del propio director de la DGT, Pere Navarro, el plazo habitual es de entre dos y siete días si el conductor está dado de alta en la Dirección Electrónica Vial (DEV).
La DEV es una plataforma que permite recibir las notificaciones de tráfico de forma digital, evitando así esperas o la posibilidad de que la multa llegue fuera de plazo. Para facilitar aún más las gestiones, se ha habilitado también la Dirección Electrónica Habilitada Única (DEHú), un buzón digital unificado en el que se reciben notificaciones de distintos organismos públicos, incluidos Hacienda, ayuntamientos y, por supuesto, la DGT.
El uso de radares móviles seguirá siendo objeto de debate en España mientras no exista un consenso claro entre la DGT y los conductores. Lo que para unos es una herramienta de control efectiva, para otros no deja de ser un instrumento de recaudación encubierta.
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