Carnet de conducir DGT

Adiós al carnet de coche para todos los conductores que tengan estas enfermedades: lo confirma la DGT

Carnet de coche

Conducir es, para muchas personas, sinónimo de libertad, independencia y autonomía. Tener el carnet de coche abre la puerta a un sinfín de posibilidades: ir al trabajo, llevar a los niños al colegio, hacer viajes, o simplemente moverse por la ciudad. Sin embargo, esa capacidad de desplazarse al volante está sujeta a ciertas condiciones, especialmente relacionadas con la salud del conductor. En España, la Dirección General de Tráfico (DGT) es muy clara al respecto: no basta con haber aprobado el examen teórico y práctico.

La vigencia del carnet de coche depende de la edad del titular y de su estado de salud. Hasta los 65 años, se renueva cada 10 años. A partir de esa edad, la renovación es más frecuente: cada cinco  años. Pero en todos los casos, es obligatorio superar un examen médico que evalúa si el conductor mantiene las capacidades físicas, cognitivas y sensoriales necesarias para ponerse al volante sin poner en riesgo su vida ni la de los demás. Este reconocimiento médico, que se realiza en los centros autorizados por la DGT, incluye una revisión completa de aspectos como la agudeza visual, la audición, la coordinación, el estado psicológico y la existencia de enfermedades que puedan alterar la atención, los reflejos o la toma de decisiones.

Enfermedades que pueden suponer la retirada del carnet de coche

Conducir exige estar en plenas condiciones físicas y mentales, por lo que algunas enfermedades pueden llegar a ser un impedimento para renovar el permiso. La DGT)contempla una serie de patologías que, según su evolución y la evaluación médica correspondiente, pueden hacer que una persona no sea apta para continuar al volante. La prioridad es evitar situaciones que pongan en peligro la seguridad vial debido al deterioro de las capacidades del conductor.

Entre las enfermedades de mayor riesgo se encuentran aquellas que afectan al sistema neurológico. El accidente isquémico transitorio (AIT), aunque sea pasajero, revela una alta probabilidad de sufrir un ictus, lo que requiere una valoración médica exhaustiva. De forma similar, el Alzheimer y otras formas de demencia progresiva conllevan un deterioro cognitivo que afecta la memoria, la orientación y el juicio, por lo que, en fases avanzadas, se consideran incompatibles con la conducción.

Las enfermedades cardiovasculares también pueden suponer un problema. Los aneurismas en vasos principales, especialmente si hay riesgo de rotura, y las arritmias severas que provocan síncopes o desmayos, son motivo de restricción. Asimismo, haber sufrido un infarto agudo de miocardio recientemente obliga a un periodo de recuperación, y en ciertos casos, puede derivar en la pérdida definitiva del permiso.

Otras condiciones que pueden limitar la capacidad de conducción incluyen la apnea del sueño debido a la somnolencia diurna que puede generar. Las crisis epilépticas o pérdidas de conciencia recientes también representan un peligro al volante, por lo que se debe demostrar la estabilidad del paciente antes de renovar el carnet.

Además, enfermedades como la diabetes insulinodependiente, si provoca hipoglucemias frecuentes, o el hipotiroidismo con complicaciones neurológicas, también pueden ser motivo de retirada del carnet. Finalmente, patologías como la EPOC avanzada, el Parkinson en fases terminales, la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, el cáncer activo bajo tratamiento intensivo, o las nefropatías que requieren diálisis, pueden limitar gravemente la capacidad física y mental del paciente, lo que afecta directamente su aptitud para conducir.

En el ámbito de la salud mental, la depresión severa, los trastornos de ansiedad graves o cualquier tipo de trastorno cognitivo o emocional que altere la percepción de la realidad son considerados con especial atención. De igual manera, quienes portan desfibriladores automáticos o marcapasos, aunque suelen llevar una vida normal, deben demostrar que no existe riesgo de fallo del dispositivo.

La DGT no aplica estas restricciones de forma automática. Cada caso se evalúa de manera individual por los médicos del centro autorizado. Dependiendo del diagnóstico, se puede renovar el carnet con ciertas condiciones: por ejemplo, con una validez menor (uno o dos años en vez de cinco o diez), con la obligación de pasar controles médicos más frecuentes o incluso con restricciones específicas (no conducir de noche, o sólo dentro de ciertos límites geográficos).

Además, hay que tener en cuenta que algunas enfermedades pueden tener un impacto temporal. Es decir, el carnet no se retira de forma definitiva, sino que se suspende hasta que el paciente se recupere o se estabilice. Esto ocurre, por ejemplo, con las depresiones reactivas, ciertos tratamientos oncológicos o tras una intervención quirúrgica reciente.

Perder el carnet de coche por motivos de salud puede ser una experiencia difícil, sobre todo para quienes dependen de su vehículo en el día a día. No obstante, esta medida busca garantizar la seguridad en las carreteras, protegiendo tanto al propio conductor como a los demás usuarios. Es fundamental comprender que conducir exige estar en plenas condiciones físicas y mentales. Conocer las enfermedades que pueden limitar esta capacidad es clave para actuar con responsabilidad.

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