La silenciosa reconciliación de ‘El cordobés’ con su otra hija extramatrimonial
Primeras palabras de Manuel Díaz tras el reconocimiento de su padre
Primeras palabras de Virginia Troconis tras la reacción de Manuel Benítez
“Lo he soñado toda mi vida y con esto se demuestra que los sueños que se persiguen se pueden hacer realidad”. Estas palabras fueron escritas con el corazón el pasado lunes 27 de febrero por María Ángeles Benítez Raigón, una cordobesa que a los 47 años, y tras toda una vida esperándolo, ha obtenido el reconocimiento y el cariño de su padre. “Los que de verdad me conocéis, no sabéis lo que significa para mi esto”.
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La Audiencia Provincial de Córdoba falló en abril del 2000 reconociendo la paternidad
Su historia no es anónima. No es una más. Ella es la primogénita de un mito vivo de la tauromaquia, Manuel Benítez ‘El Cordobés’. Nació en Córdoba el 30 abril 1969 y, durante 31 años, ni ella ni su madre –soltera por aquel entonces- consiguieron que el Califa del Toreo la reconociese legalmente como su hija. Sí lo hacía en privado, pues durante esos años la vio en seis ocasiones y le escribió una dedicatoria por el día de su Primera Comunión que ella guardaba como un tesoro. Eran escasos detalles, pero los había, tal y como confirmó años después María Ángeles en palabras concedidas a ‘La Razón’: “A mí siempre me pasaba dinero bajo cuerda, sin que lo supiese su esposa, hasta que le puse le demanda para que me reconociese como la hija legítima que soy”.
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Eso sucedió en el año 2000 y ahí se acabó lo poco bueno que había entre padre e hija. Una demanda de filiación para ser reconocida legalmente cortó por completo la comunicación. Benítez desapareció del mapa, incluso cuando la justicia le reclamó en dos ocasiones para someterse a las pruebas de ADN. Nunca se prestó, pero aún así, y en parte por eso, la Audiencia Provincial de Córdoba falló en abril del 2000 en sentencia firme reconociendo la paternidad reclamada. María Ángeles recibía entonces el apellido Benítez y una pensión de 50.000 pesetas de entonces al mes. El parecido físico, las cartas que el diestro había enviado desde América a la madre de María Ángeles, algunas fotografías de la furtiva pareja y la atesorada dedicatoria de Comunión tuvieron la culpa.
María Ángeles consiguió el apellido que anhelaba, pero nada más. Ha tenido que esperar diecisiete años más para obtener el resto: el reconocimiento, el afecto y la atención de un padre al que lleva toda la vida esperando. “Es muy reciente”, asegura con timidez. Tanto, que casi no se atreve a hablar de ello por miedo a estropearlo. Divorciado de Martina Freysse, Manuel Benítez es otra persona que nadie conoce. Afable, cercano, conciliador… Un giro de ciento ochenta grados que en los últimos meses le ha llevado al maestro de Córdoba a ajustar cuentas con la vida. A sus ochenta años, se ha acercado a la hija que rechazó en su día pero que jamás se cansó de esperarle. “Lo he estado soñando toda la vida”, repite una y otra vez. Ahora, padre e hija mantienen contacto, se llaman y se acompañan, como sucedió hace dos semanas cuando Benítez llevó del brazo a su primogénita al estreno de un documental sobre su figura en Córdoba. “Ya no me esconde”, confiesa orgullosa, casi sin creérselo aún.
El otro ajuste de cuentas de ‘El Cordobés’ comenzó el día en que se prestó voluntario a realizarse las pruebas genéticas para confirmar su paternidad de Manuel Díaz, al que recientemente se ha referido como “su hijo” por primera vez. Ha sido en la distancia y con cámaras de por medio. Aún tiene con él pendiente la difícil tarea de llamárselo a la cara. Sabe que Díaz tampoco le pondrá impedimentos el día que quiera dar ese paso que, visto lo visto, podría estar más cerca de lo que nunca se pensó. Manuel Benítez ha dejado atrás cincuenta años de matrimonio con Martina Freysse –con la que tuvo cinco hijos- y la eterna duda de quién fue el instigador de que todo esto no sucediese antes.