Casa Real

FAMILIA REAL DE MÓNACO

Todos los golpes que han estado a punto de hundir a Charlene de Mónaco para siempre

Charlene de Mónaco estuvo un tiempo apartada de sus compromisos institucionales

La princesa ha sido cuestionada por su relación con Carolina y Estefanía de Mónaco

  • Daniel Hernandez
  • Periodista, escritor y amante de la crónica social y experto en televisión. Durante años he seguido la trayectoria de nuestros famosos y en LOOK conocemos todos sus secretos
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Antes de formar parte de la Familia Real de Mónaco y pasar a la historia gracias a su relación con el príncipe Alberto, la princesa Charlene ya había conseguido brillar con luz propia. Era nadadora profesional y tenía por delante un futuro perfecto. Participó en los Juegos Olímpicos de Sídney en 2000 y fue varias veces campeona de su país. Sin embargo, el destino le tenía preparado varios golpes que le borraron la sonrisa de un plumazo. De hecho, en la realeza europea se la conoce como «la princesa triste». Pero, ¿cuáles son las peores noticias que ha recibido?

La actual mujer de Alberto de Mónaco sufrió una lesión que le impidió seguir luchando por su sueño. Su equipo médico le recomendó que se tomase un descanso, que no entrenase con tanto empeño y que se dedicase a descansar durante una larga temporada. Por ese motivo, renunció a los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 y decidió emprender una nueva aventura. Fue así como se asentó en el Principado y poco a poco formalizó su historia con Alberto. Al principio, fueron muchos los que dudaron de ellos, pero el tiempo ha demostrado que forman un buen equipo.

Mónaco, un mundo distinto

Los obstáculos que Charlene se encontró en su camino profesional modificaron su hoja de ruta y le llevaron a un mundo distinto. Tal y como ella misma ha contado, adaptarse a Mónaco no le resultó nada fácil, no entendía las costumbres del Principado y pensó que jamás encajaría allí: «Me sentía literalmente como un pez fuera del agua».

Charlene de Mónaco y el príncipe Alberto en su boda. (Foto: Gtres)

El glamour, la moda y la exclusividad eran cosas que no le interesaban, a pesar de que actualmente es uno de los grandes referentes del lujo silencioso. Cuando reflexiona sobre sus orígenes, dice: «Pensé que todo era diversión, diversión, diversión y no pensé en mi look. Llevaba todo el día jugando al voley playa, me pinté las uñas de rojo y me puse un vestido verde. En aquel momento pensé que estaba estupenda, pero mirando hacia atrás, me doy cuenta de que mi debut en la sociedad monegasca debería haber sido mejor ejecutado». Ahora ha aprendido la lección y, como no podía ser de otra forma, ocupa un papel fundamental dentro de la Familia Real.

Un matrimonio muy comentado

Charlene de Mónaco y el príncipe Alberto se llevan 20 años de diferencia. Él nació en 1958 y ella en 1978, así que esta diferencia de edad fue la excusa perfecta para cuestionar la relación. Los rumores nunca desaparecen e incluso estuvieron presentes cuando pasaron por el altar: el 1 de julio, fecha en la que se celebró la ceremonia civil y el 2, durante la ceremonia religiosa. La situación empeoró cuando la princesa rompió a llorar mientras su futuro marido no hacía nada por consolarla. ¿Eran lágrimas de emoción, de miedo, de nervios? Sólo ella sabe la verdad y prefiere no compartirla con su pueblo.

El príncipe Alberto dando un beso a Charlene de Mónaco. (Foto: Gtres)

En 2021, una década después de la boda, la princesa Charlene se enfrentó a uno de los golpes más duros de su vida. Realizó un viaje a Sudáfrica por un asunto relacionado con su fundación y contrajo un problema de salud que le llevó a ser intervenida en tres ocasiones distintas, dos de ella con anestesia general. Después de esto, tardó mucho en aparecer y no fueron pocos los que aseguraron que se había separado de Alberto porque este no le estaba apoyando.

La pérdida de su primo

Hace unos meses, Charlene de Mónaco acaparó la atención de toda la prensa internacional cuando desveló que había tenido que hacer frente a una dura pérdida cuando sólo era una niña. «Es un tema que me afecta profundamente, no solo como nadadora. De niña, mi primo Richard se ahogó en un río, muy cerca de la casa de mi tío. Tenía solo cinco años. Fue devastador. No creo que ese dolor desaparezca jamás», comentó al respecto. Ahora que tiene poder e influencia, ha usado este drama para ayudar a otras personas y, a través de su fundación, ha puesto en marcha unas campañas para enseñar a nadar a aquellos que lo necesiten.

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