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CASO DE PATERNIDAD

EXCLUSIVA | Ingrid Sartiau: “tengo cartas que prueban que don Juan Carlos es mi padre”

Ante la victoria de Delphine Boël, que ya ha sido reconocida como hija legítima de Alberto de los belgas, Ingrid Sartiau continúa su batalla por la paternidad del rey Juan Carlos.

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El reciente reconocimiento de Delphine Boël como hija legítima del rey Alberto de los belgas después de varios años de intensa batalla judicial ha recordado el caso de su compatriota, Ingrid Sartiau. A sus 54 años, Sartiau lleva desde 2013 intentando que se la reconozca como hija del rey Juan Carlos, después de que su madre le asegurase que era fruto de una relación entre ella y el monarca. Una ardua y larga batalla en los tribunales que, a diferencia del caso de Delphine, aún no ha llegado a buen puerto, sino más bien todo lo contrario.

Después de muchos años, Delphine Boël ha conseguido ser reconocida  / Gtres

En 2015 el pleno de la Sala Civil del Supremo rechazaba la demanda  por 7 votos en contra y 3 a favor, aduciendo como argumento el aforamiento del monarca, a pesar de que don Juan Carlos ya no se encontraba ejerciendo la Jefatura del Estado, que un año antes había cedido a Felipe VI. Una decisión que, en primer momento, acababa con las esperanzas de la belga. Pero no solo eso, los juristas además estimaban que la demanda de Sartiau incurría en contradicciones y resultaba “lisa, llanamente falsa, frívola y torticera. Argumentos todos ellos que resultaron muy dolorosos para Ingrid, que no ha reclamado en ningún momento compensación económica alguna: “mi único deseo es ser reconocida, no es una cuestión de dinero. Trabajo como todo el mundo. Si hubiera algún tipo de herencia, esa tendría que ir para el pueblo español”, afirmaba hace unos años en conversación con Look.

Montaje de Ingrid Sartiau y el rey Juan Carlos

A pesar de esto, la belga no ha perdido la esperanza: “Tengo mucha paciencia, voy a seguir luchando”, comentaba a este digital en el pasado. Sartiau parece dispuesta a seguir la estela de Boël, por mucho que pueda costarle. Y es que, a pesar de que hasta ahora Ingrid no ha conseguido su objetivo, el éxito de Delphine abre una nueva puerta hacia el futuro. La hoy princesa ofrecía ayer una rueda de prensa en la que animaba a todos aquellos que pudieran encontrarse en una situación similar a que no se rindieran y que lucharan por sus objetivos. Sin duda, todo un alegato de motivación para la hija de Lilian Sartiau.

Ingrid Sartiau no pierde la esperanza / Gtres

Este digital ha podido hablar en exclusiva con Ingrid, que además, hace unos meses se enfrentó a  uno de los momentos más duros de su vida: la muerte de su madre, su gran referente. Tranquila y con la vista puesta en el futuro, la belga asegura que se encuentra bien, feliz por tener a los suyos cerca y a salvo del coronavirus. Ingrid mantiene que se alegra mucho por el triunfo de Delphine Boël, aunque no ha tenido la oportunidad de conocerla personalmente: “estoy muy emocionada por Delphine y  por su familia. La suya ha sido también una gran batalla y su éxito me anima a continuar con la mía”, mantiene Sartiau. Sin embargo, al igual que la artista, Ingrid siente cierta tristeza: “es una lástima que tengamos que luchar para ganarnos el reconocimiento”.

Aunque en 2015 el Supremo rechazaba la demanda de paternidad contra el rey Juan Carlos y dejaba en el aire la posibilidad de que se llevara a cabo un análisis de ADN, Sartiau no está dispuesta a que las cosas se queden así: “tengo cartas que prueban que Juan Carlos es efectivamente mi padre”, sentencia.

Ingrid Sartiau en una imagen de su álbum privado / Cortesía

Consciente de la complicada situación por la que pasa en estos momentos el exmonarca, Ingrid prefiere mantenerse en cierta manera al margen: “como no conozco el fondo de la historia de Juan Carlos, no tengo opinión dada, aunque me parece lamentable que se haya tenido que exiliar”, sostiene.

A diferencia de Delphine Boël, Ingrid Sartiau no quiere ni siquiera optar a la posibilidad de llevar el apellido Borbón, pero tampoco lo rechaza si llegara el caso: “no quiero ser princesa ni se me ocurriría cambiarme el apellido, por una cuestión de respeto a mi madre, pero podría añadirlo de manera puntual”. La belga tiene claro que lo único que reclama es el cariño de quien considera que es su padre: “le pido al rey Juan Carlos que me escuche, que conozca a mis hijos, poder contarle que voy a tener un nieto. Quiero el amor de mi padre, aunque sé que eso no va a ser posible”, resalta.

Ingrid Sartiau en una imagen de su infancia / Cortesía

Ingrid mantiene que tiene pensado insistir en su demanda: “estamos preparando todas las pruebas nuevas”. La belga aseguraba en una reciente entrevista en su país natal que su equipo legal le había dicho que tenía que recopilar todos los indicios que pudiera tener al alcance y así lo está haciendo. “Mi intención es que de cara a final de año pueda viajar a Madrid, pero si no resulta, llegaré hasta Estrasburgo si es necesario”.

Dado que lleva varios años inmersa en este proceso, Sartiau reconoce que le ha llegado a afectar a su salud, sobre todo en los primeros momentos: “me ha costado una casi una depresión y mucho dolor, porque el Tribunal consideró que estaba vendiendo una fantasía. Tengo la mala suerte de que sea un rey, pero si hubiera sido un carnicero, habría dado los mismos pasos», declaraba hace unos meses.

A lo largo de los últimos años, la belga ha intentado ponerse en contacto con el que considera su padre por diversos medios, siempre sin éxito. Un camino muy complicado en el que ha estado acompañada por su marido y sus hijos. Lo que más le pesa es que podría llegar el día en el que don Juan Carlos ya no esté y ella no habrá tenido la oportunidad de despedirse de él: “tengo miedo de que un día reciba malas noticias. Cómo voy a hacer para decirle adiós. Nunca me autorizarán una visita si se pusiera enfermo”, aseguraba hace unos años la hija de Lilian Sartiau. Ella no es la única que de un tiempo a esta parte ha iniciado algún tipo de proceso para reclamar la paternidad por parte del exmonarca, sino que se conocen otros casos como los de los ncatalanes Albert Solá y María Alexandra, esta última, la menos mediática de todos.

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