Estefanía de Mónaco y el circo: una pasión profunda y amores imposibles
La princesa Estefanía de Mónaco cumple 59 años a principios de febrero
La princesa está muy comprometida con el mundo del circo
Una pasión que heredó de su padre, el príncipe Rainiero de Mónaco
El Principado de Mónaco y el circo son dos conceptos que llevan ligados desde hace décadas, gracias a la pasión del príncipe Rainiero por el mundo circense. Una pasión que han heredado algunos de sus hijos, especialmente, la princesa Estefanía de Mónaco, pero también su hermano, el príncipe Alberto, actual jefe del Estado.
La vida de la menor de los hermanos Grimaldi no tiene el glamour de la de Carolina de Mónaco, pero si el brillo y las luces del mundo circense. Porque en la complicada trayectoria vital de la princesa Estefanía de Mónaco, el circo ha tenido mucho que ver.
El circo siempre ha estado presente en su vida, gracias a la pasión de su padre, el príncipe Rainiero, por todo lo que tuviera que ver con este ámbito. El soberano fue el fundador del Festival Internacional de Circo de Montecarlo en 1974, del que ahora Estefanía y su hija mayor son las mejores representantes. «He heredado el gusto por el circo y por los elefantes de mi padre», dijo hace algún tiempo la hermana de Alberto de Mónaco en una entrevista a un diario británico. Unas declaraciones en las que reconoció. Además, que desde muy joven ha seguido muy de cerca a los principales circos y conoce a la mayoría de personas relacionadas con el sector.
Sin embargo, nadie podría haber esperado que la devoción de Estefanía de Mónaco pudiera ir mucho más lejos que la de su padre, hasta el punto de que pasó una parte de su vida viviendo en una caravana, como parte de uno de los circos más conocidos del mundo.
Amores frustrados
Gracias a Rainiero, Estefanía de Mónaco conoció al que, sin duda, ha sido uno de los amores que más ha marcado a la princesa. Fue en un momento complicado de su vida, después del fracaso de su matrimonio con Daniel Ducruet y el nacimiento de su tercera hija, Camille, de quien, por cierto, se tardó bastante tiempo en conocer la identidad de su padre, el guardaespaldas Jean-Raymond Gottlieb.
En esa etapa de la vida de su hija, Rainiero presentó a Estefanía a Franco Knie, domador de elefantes y propietario del Circo Knie, uno de los circos más importantes del mundo. La princesa acompañaba a su padre a la celebración del Festival Internacional de Circo de Montecarlo cuando cayó rendida a los pies de Knie, con el que comenzó una relación.
Estuvieron juntos desde el año 2000 a 2002 y en esa época la princesa vivió con sus tres hijos en una caravana en Zurich y aprendió incluso a montar elefantes. Es más, su hija mayor, Pauline, participó en algunos de los espectáculos circenses. Sin duda, toda una aventura, pero una vida poco apropiada para una princesa y sus hijos.
La princesa y el domador quisieron dar más pasos en su relación, incluso casarse, pero la mujer de Knie puso todas las trabas posibles. De hecho, cuando supo de la relación con Estefanía de Mónaco cuentan que se enfadó tanto que le negó el divorcio y se plantó ante la situación.
Estefanía tuvo que renunciar a su sueño circense y volver a Mónaco en 2002, sobre todo, porque este tipo de vida -bastante precaria- no era la más adecuada para sus tres hijos. Sin embargo, nunca pudo dejar de lado el circo y después de Franco Knie llegó a su vida otro artista, Adans Lopez Peres.
Curiosamente, el nuevo amor de la princesa fue empleado de Franco Knie y con él sí que pudo casarse, a pesar de la oposición de su familia. La boda fue discreta, en una ceremonia civil en Suiza a la que no asistió nadie de la familia. Aunque nunca se confirmó, algunas fuentes aseguraron que el príncipe Rainiero desheredó a la princesa, pero el matrimonio no duró mucho, así que la decisión del entonces soberano no tuvo efecto.
Aunque no cabe duda de que la historia de la princesa Estefanía de Mónaco con el circo ha estado marcada por episodios cuanto menos complicados -en el ámbito amoroso-, lo cierto es que su pasión por el mundo circense es inmensa. Ella sigue, a día de hoy, ejerciendo como presidenta del Festival Internacional de Circo de Montecarlo y su hija mayor, Pauline Ducruet, no falta a su cita con la Nueva Generación. Además, ha estado totalmente volcada con los elefantes Nepal y Baby a los que rescató en el año 2013 del zoológico de Tête d’Or en la ciudad de Lyon, donde se desató la sospecha de un brote de tuberculosis. La princesa les salvó de la muerte y los llevó a los terrenos de los Grimaldi en Roc Agel, donde los ha cuidado hasta su muerte.