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Sandringham: el corazón de la Navidad de la familia real británica y un refugio lleno de historia

Sandringham ha sido el refugio de los Windsor durante generaciones

Se trata de una propiedad de 8.000 hectáreas ubicada en Norfolk

  • Lito Reyes
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La finca de Sandringham, un refugio de historia y emoción, ha sido el lugar donde la familia real británica ha celebrado las navidades durante generaciones. Adquirida en 1862 por la Reina Victoria y el príncipe Alberto para el entonces príncipe de Gales, el futuro Eduardo VII, esta mansión de estilo jacobino en Norfolk se ha convertido en un emblema de la tradición real, tanto por sus bellos jardines como por los recuerdos imborrables que guarda entre sus paredes.

Un legado lleno de nostalgia

Situada en un terreno de 8.000 hectáreas, la propiedad no solo es conocida por su grandeza arquitectónica y paisajística, sino también por el peso histórico que la rodea. La Reina Isabel II, quien heredó la finca tras la muerte de su padre, el rey Jorge VI, en 1952, ha sido especialmente devota de este lugar, al que ha dedicado innumerables momentos familiares. La tragedia que marcó su historia, el fallecimiento de su padre en Sandringham, dejó una huella indeleble en la reina, que siempre mantuvo un cariño especial por la casa, a pesar de los rumores sobre su deseo de demolerla y construir algo más moderno. Afortunadamente, sus planes nunca se concretaron y la mansión sigue fiel a su estilo original, recordando la historia de los Windsor y la realeza británica.

Sandringham. (Foto: Gtres)

La finca no solo es hogar de la familia real en estas fechas señaladas, sino también de una impresionante variedad de actividades. Además de su papel como residencia real, Sandringham alberga una granja en funcionamiento, establos con caballos y zonas de caza, que son parte del ocio favorito de varios miembros de la familia, como la Reina Isabel II, gran amante de la equitación, y el príncipe Carlos, quien disfruta de la naturaleza en sus cuidados jardines, diseñados por Geoffrey Delecoe.

Una Navidad llena de tradiciones

Cada año, la Casa de Sandringham se convierte en el centro de las festividades navideñas, con una tradicional cena de Navidad que se sirve en un ambiente íntimo y familiar. Como ha relatado en varias ocasiones el chef real Darren McGrady, el menú incluye tres pavos rellenos, papas al horno, puré de coles de Bruselas, quesos finos y jamón de York, un festín de siete tiempos que la familia disfruta juntos antes de asistir a la tradicional misa de Navidad en la cercana Iglesia de Santa María Magdalena. Esta iglesia es un lugar de encuentro espiritual para los Windsor, y su cercanía a Sandringham hace que sea el destino habitual para la misa del 25 de diciembre.

Sandringham. (Foto: Gtres)

A lo largo de los años, la finca ha sido escenario de momentos entrañables, como el bautizo de la princesa Charlotte, en 2015, o las numerosas fotografías familiares tomadas en sus majestuosos jardines. Este último es uno de los grandes tesoros de la propiedad, que fue abierto al público en 1908 por el rey Eduardo VII, y desde entonces sigue siendo un lugar de admiración para los visitantes.

Un lugar de recuerdos, también para los corgis

Sandringham no solo alberga recuerdos de la historia de la monarquía, sino que también es el último hogar de los corgis de la reina Isabel II, sus adorados perros que han sido sus compañeros más cercanos a lo largo de los años. En sus jardines descansa un pequeño cementerio dedicado a estas mascotas que, con su presencia, marcaron momentos felices en la vida de la monarca.

El rey Carlos III en un servicio religioso en Sandringham. (Foto: Gtres)

Sandringham, un lugar de lujo, historia y tradición, sigue siendo el refugio predilecto de la familia real británica. Un refugio que, aunque lleno de belleza y naturaleza, también guarda recuerdos de momentos tristes que han marcado a los Windsor a lo largo de los años.

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