Rocío Carrasco, en su Domingo de Resurrección
Este domingo noche, 25 años después de aquel 31 de marzo de 1996 en el que Rocío Carrasco se casaba con Antonio David Flores, se estrena en Mediaset la serie documental “Rocío. Contar la verdad para seguir viva”. Un tsunami televisivo absoluto que comenzó este martes cuando de manera inesperada se anunció el estreno. 25 años de aquella novia de 19, enamorada, embarazada y feliz que empezó a morir en vida poco después de nacer su segundo hijo en diciembre de 1998 y ocho meses después tomó la decisión de separarse.
Asegura que ha callado “por terror y por la cara de esos dos niños que son mis hijos”. Tras una crisis definitiva en la que tocó fondo y quiso acabar con su vida, según su propio testimonio, Rocío Carrasco rompe su contenido silencio. Más de dos décadas de una historia personal jamás contada y que a las diez de la noche de este domingo marcará un antes y un después, no solo en la vida de Rocío Carrasco sino en la de su exmarido, Antonio David Flores y sobre todo en la de sus dos hijos, Rocío y David.
Su decisión de contar su experiencia de vida junto a Antonio David Flores, tanto durante los tres años que duró su matrimonio como durante las dos décadas posteriores de enfrentamiento familiar y judicial, llega 25 años después de aquella boda en la capilla de la finca Yerbabuena, propiedad de José Ortega Cano. Cuando se conocieron en el verano de 1994 en Chipiona, se enamoraron como chiquillos; ella tenía 17 años y él, 19. Entonces ella era la única hija de Rocío Jurado, una de las artistas más valoradas y admiradas en España y América Latina, y del campeón de boxeo Pedro Carrasco. Antonio David, un joven malagueño y Guardia Civil de profesión, un completo desconocido. La niña Rocío vivía una adolescencia complicada, mucho. Solo pensaba en cumplir 18 años para marcharse de su casa. Y así lo hizo el 29 de abril de 1995, de la mano de Antonio David rumbo a Argentona, localidad de la provincia de Barcelona, donde él estaba destinado. Rocío se quedó embarazada y en marzo de 1996 se casaron. La boda se retransmitió por televisión y su separación, también. 25 años después solo queda fracaso, dolor y daños irreversibles entre ellos.
La decisión de Rocío ha pillado por sorpresa a Antonio David, en mi opinión. Su silencio le ha facilitado una impunidad mediática casi absoluta. Muchos son los titulares que ha lanzado como dardos envenenados en contra de su exmujer a lo largo de los últimos años, muchas las veces en la que la ha cuestionado como madre, sobre todo después de la muerte de Rocío Jurado en 2006. El enfrentamiento judicial comenzó cuando se separaron en 1999. Primero por la custodia, luego por la manutención; continuó con embargos por impago por parte del padre y con una serie de demandas civiles por derecho al honor y a la intimidad como respuesta a las intervenciones en los medios de comunicación. Así toda una vida hasta que, en diciembre de 2016, Rocío Carrasco presenta una demanda por lesiones por maltrato psicológico y retención de un menor, (sobreseída provisionalmente). Ya lo había denunciado también por presunto delito de alzamiento de bienes e insolvencia punible, al descubrir que su exmarido había falseado sus ingresos para no abonar la pensión atrasada. El caso está pendiente de celebración de juicio, en el que Flores se enfrenta a una petición de 5 años de prisión y a una petición de fianza de 60.000 euros en concepto de responsabilidad civil.
La separación fue un infierno desde el principio, pero el momento más doloroso llegó cuando, en mitad de la batalla por la custodia, su hija mayor protagoniza un episodio de agresiones en casa y golpea a su madre. Fue en julio de 2012. Antonio David presentó una denuncia contra ella, en nombre de su hija, entonces menor. La investigación judicial terminó volviéndose en contra y fue la niña la que salió condenada. Nunca se contó en los medios hasta que, una vez cumplida la mayoría de edad de la joven, el digital ‘Vanitatis’, en una información firmada en febrero de 2020 por Nacho Gay, publicó la denuncia, la posterior resolución y los detalles de aquella mañana en la que la hija de Rocío Carrasco y Antonio David Flores dejó a su madre tirada en el suelo y se marchó para siempre, desgraciadamente.
No sé hasta donde llegará Rocío Carrasco. Quizá cuente qué le contestó Antonio David el día en el que ella le dijo basta, que se quería separar; quizá, qué ocurrió durante el embarazo de su hijo, o que pasó con una escultura de su madre; o sobre aquel día, embarazada, en la playa. Cómo gestionó la petición de custodia compartida o qué papel tuvo en la herencia de la Jurado. Tal vez, detalle cuántas fueron las veces que la enfrentó a sus hijos o cómo actuó tras la agresión de su hija; quizá cuente qué ocurrió en el coche que llevó a la niña aquel día al colegio o cómo se negó a regresar a su hijo en tiempo y hora para que estuviera con ella el día de su boda con Fidel Albiac; tal vez, explique el porqué de la demanda por secuelas psicológicas y cómo pidió ayuda profesional porque no podía con la vida y desde cuándo. Quizá su hija lo escuche por primera vez.
Me dicen que Rocío está fuerte, que ha dado el paso convencida, porque lo necesitaba. Casi morir para renacer. Este domingo noche, el Domingo de Resurrección de Rocío Carrasco.