El restaurante español vetado para Trump: demasiado aceite de oliva y compromiso en el mantel
José Andrés ha vuelto a los titulares por la queja de un comensal en su restaurante en Las Vegas
José Andrés y Donald Trump mantienen una guerra abierta desde hace casi una década
Por el momento, no se espera que Donald Trump visite nuestro país
Un comensal indignado en Las Vegas ha vuelto a poner el nombre de José Andrés en los titulares. Su queja: que en Bazaar Meat, uno de los restaurantes del chef en la ciudad, no había aceite de oliva español. Nada de un entrecot pasado o una cuenta desorbitada. El drama, al parecer, era la procedencia del aceite. A primera vista puede parecer una queja absurda, pero hay algo de simbólico en ese gesto: la expectativa de encontrar en un restaurante de José Andrés una representación purista -casi patriótica- de la cocina española, frente a una realidad mucho más compleja, global y, sobre todo, coherente con la visión del chef.
Porque José Andrés no cocina sólo con ingredientes: cocina con ideas. Y ahí es donde empieza la historia del hombre que, muy probablemente, nunca se sentará en uno de sus restaurantes en España: Donald Trump. Aunque el presidente no ha mostrado intención alguna de visitar nuestro país -ni hay previsión de que lo haga-, si algún día lo hiciera, sería más fácil verle comiendo en un VIPS que en Little Spain. No sólo porque sus gustos tienden más al filete con kétchup que al jamón ibérico de bellota, sino por una razón mucho más clara: la guerra abierta que mantiene con José Andrés desde hace casi una década.
La enemistad comenzó en 2015, cuando el chef rompió su contrato para abrir un restaurante en el hotel Trump de Washington, tras las declaraciones xenófobas del entonces candidato sobre los inmigrantes mexicanos. Trump respondió con una demanda. El asturiano, lejos de achantarse, le plantó cara. Desde entonces, sus caminos se han cruzado más veces en titulares que en pasillos, y nunca en buenos términos; siendo la última bofetada institucional la de enero de 2025, con Trump ya de nuevo en la Casa Blanca. Entre sus primeros gestos, decidió cesar oficialmente a José Andrés del Consejo Presidencial para el Deporte, el Ejercicio y la Nutrición. El chef ya había anunciado su dimisión una semana antes, pero el comunicado del equipo presidencial olía más a revancha que a formalidad. Un «hasta nunca» con firma de Oval Office.
Con ese trasfondo, pensar que Trump reservaría mesa en uno de los locales del chef en Madrid o Barcelona es casi una provocación. Los restaurantes de José Andrés son, para Trump, territorio enemigo: demasiada diversidad, demasiada humanidad, demasiado compromiso social, y sí, demasiado aceite de oliva virgen extra (a veces, incluso español).
El imperio gastronómico del chef José Andrés en España
En España, José Andrés ha consolidado espacios como Zaytinya, ubicado en el hotel The Madrid Edition, donde mezcla sabores griegos, turcos y libaneses con técnica de alta cocina; y Little Spain, un proyecto que trasladó desde Nueva York, esta vez en versión más reducida pero igual de castiza donde la tradición se mezcla con técnica y modernidad. En sus entrevistas recientes, ha declarado su amor por platos como el cocido madrileño o la tortilla de patata bien jugosa. No sólo dirige un imperio culinario: exporta una manera de entender el mundo desde la cocina. Una que incomoda a quienes prefieren muros a puentes, y banderas a personas.
El episodio del cliente molesto por el aceite en Las Vegas es sólo un síntoma más del lugar simbólico que ocupa hoy José Andrés en la cultura global: entre los fogones y la política, entre la cocina y el activismo. Por eso sus restaurantes no son simplemente lugares donde se come bien. Son espacios donde se sirven convicciones. Y en ese menú, Donald Trump no aparece como comensal.