La Reina Letizia cumple 52 años
La Reina doña Letizia cumple hoy 52 años. Una edad fantástica para la mayoría de las mujeres y que para ella no es una excepción. De la ex periodista que los españoles conocimos el día de su presentación oficial en Zarzuela apenas queda nada. Del nerviosismo e incertidumbre al entrar a formar parte de la Familia Real española, a la seguridad y el aplomo que muestra 20 años después de ejercer con profesionalidad y entrega su trabajo.
Probablemente haya tres momentos muy diferenciados de la esposa de Felipe VI. El de su etapa como princesa de Asturias, el de Reina de España y el actual, el de Reina pero, además, madre de una heredera que es ya mayor de edad y comienza su papel público por su cargo.
Letizia como princesa de Asturias
Doña Letizia ostentó ese título desde el día de su boda con don Felipe el 22 de mayo de 2004 hasta el 19 de junio de 2014 que fue proclamada Reina consorte de España. Una década en la que, por condición de su rango, tenía un papel más secundario ya que el Jefe del Estado era el Rey don Juan Carlos. En esa época se convirtió en la madre de la princesa de Asturias y de la infanta Sofía, garantizando así la sucesión, principal papel, históricamente hablando, de cualquier heredero o rey en ejercicio.
Los primeros años no debieron de ser fáciles por la siempre compleja adaptación a algo nuevo y, en este caso, un papel como ser, ni más ni menos que la esposa del futuro Jefe del Estado y la madre de la futura Reina de España. Papel que, a tenor de los resultados que podemos apreciar en doña Leonor, ha sido totalmente satisfactorio.
Las constantes críticas a todo lo que hacía probablemente provocaron en ella más inseguridades de las que podremos suponer. Tampoco ayuda el hecho de que se analizara constantemente más su estilismo que su papel institucional que se toma con absoluta profesionalidad, como así la definen siempre las personas de su entorno más cercano. Doña Letizia llegó a una institución donde las cosas se hacían de una manera más pausada y diferente a lo que ella estaba acostumbrada a hacer siendo una ciudadana normal y corriente con todo lo que ello conlleva.
Es de suponer que para una persona que se prepara con minuciosidad los temas de los lugares que visita pueda resultar frustrante que sólo se hagan eco de la marca del vestido que lleva o de si se ha tocado demasiado el pelo. Papel difícil el suyo porque, además, ni puede ni debe pronunciarse. Es más, cuando se ha mostrado más cercana se le ha acusado de «tocar demasiado, gesticular mucho» o, por el contrario, si se ha mostrado más «comedida», se la ha tachado de fría o hierática.
Un aire nuevo en la Casa Real
Doña Letizia proviene de clase media. Sabe qué significa ir a la universidad, buscar un trabajo, madrugar, trabajar por la noche, pedir un crédito para pagar una hipoteca, usar el metro, pagar facturas, quizás hasta pudo saber qué era no llegar a fin de mes. En definitiva, cuando llegó a la Casa Real española aportó la visión de un ciudadano español normal. Una aportación que, sin duda, ha favorecido enormemente a la Corona por cuanto de conocimiento de qué significa ser un ciudadano normal, aporta.
Ciertamente no fue educada para el cargo desde la cuna como sí lo fue Doña Sofía, pero este hecho no ha supuesto en absoluto que no haya podido desempeñar su labor como soberana consorte de manera impecable dando una excelente imagen de España fuera de nuestras fronteras. Tanto ella como el Rey Felipe representan, hoy por hoy, una buena imagen de España. Ni más ni menos que el papel que se espera de unos reyes en cualquier monarquía.
Letizia, Reina de España
Pasar de ser princesa de Asturias a Reina de España, además del enorme salto a nivel institucional que ello implicaba, supuso un impulso en cómo se empezó a sentir, con una mayor seguridad en sí misma y con una Familia Real totalmente renovada tras la abdicación de Juan Carlos I.
El papel como Reina de España que ha desarrollado en esta década se ha caracterizado por una marcada agenda dedicada a causas antes desconocidas como las enfermedades raras y que, gracias a su «patronazgo», les ha dado una enorme relevancia. Todo lo que ella hace es noticia. Desde las cosas más importantes hasta las que parece que menos la tienen. Todo en ella es noticia y visto con lupa e interés supremo. También con críticas exacerbadas sobre lo que hace o deja de hacer.
Doña Letizia tiene tantos detractores como defensores pero una cosa está clara y es que, salvo el incidente de la Catedral de Palma con la Reina emérita, nunca ha cometido un error, ni un traspiés. Cumple su papel como Reina de forma impecable y fuera de nuestras fronteras goza de una gran reputación.
Los que la conocen la definen como una persona con un nivel de autoexigencia elevadísimo que hace que muchas veces pueda parecer poco natural. Algo lógico si tenemos en cuenta que, en cada paso que da, hay como mínimo 50 objetivos escudriñando el más mínimo gesto. Una presión que no todo el mundo podría aguantar.
Su papel como madre de la futura Reina
Es indudable que el papel que han ejercido (y ejercen) los Reyes de España como padres es impecable. Toda España ha sido y es testigo de la exquisita educación que tienen las dos hijas, la princesa de Asturias y la infanta Sofía, quienes, por cierto, están siendo educadas de forma bastante parecida a pesar de los destinos diferentes de cada una.
Algunas voces han criticado a la Reina como «excesivamente controladora» pero el lenguaje no verbal no deja lugar a dudas. Son una familia que en su intimidad tienen una gran complicidad y eso se transmite cuando están en actos públicos. La princesa de Asturias está formándose todavía pero ya ha dado sobradas muestras de la profesionalidad con la que asume lo que le ha tocado por herencia, sin elegir. Seriedad pero a la vez naturalidad, dulzura pero también una gran seguridad en sí misma. Sin duda el trabajo de educación de los Reyes con respecto a sus hijas está fuera de toda duda.
Lo que parece innegable es que ambos, tanto el Rey como la Reina, se sienten muy orgullosos de sus hijas como la mayoría de los padres y así lo demuestran en público, sin disimular incluso los momentos emotivos, especialmente los últimos que han tenido que ver con la formación de la princesa de Asturias.
Lo que piensa, una gran incógnita
Es evidente que Doña Letizia ha sabido elegir muy bien a su círculo más íntimo porque ninguna de sus amigas, la mayoría de ellas periodistas como ella, han desvelado jamás las más que probables confesiones que la Reina les habrá podido hacer en privado. Los españoles podemos intuir cosas cuando ella, por ejemplo, quiere transmitir algo a través de su ropa, consciente como es de que siempre se analiza con detalle todo lo que se pone, pero como el resto de reinas y reyes, Letizia no opina en público porque no puede. Su papel debe ser neutral con respecto a temas tan sensibles como puede ser la política.
No sabemos qué piensa pero sí podemos afirmar que ha aportado un aire fresco a la Corona, una institución que tiene por delante la tarea de convencer a las generaciones venideras en la figura de su continuidad encarnada en Leonor y Sofía. Para ello deberán estar muy atentos a qué se les pide. Fue una cierto abrir el perfil de Instagram aunque lo hicieron con un enorme retraso. La princesa Leonor y la Infanta Sofía son millenial y como tales tienen otros códigos de comunicación que pasan también por TikTok que harían bien en abrir para poder contar en primera persona, tal y como hacen otras casas reales europeas, aquello que hacen. Muy especialmente el papel que como heredera ostenta siendo, además de princesa de Asturias con sus premios, la princesa de Gerona, también con sus respectivos premios y princesa de Viana con los premios que, de momento ni han cambiado de nombre (se llaman Príncipe de Viana), ni han contado todavía con la presencia de la heredera en Pamplona, ciudad donde se celebran y que tanto arraigo histórico tienen con la corona de España.