"A mi plin, yo soy Ordóñez Dominguín" y otros momentos que convirtieron a Carmen Ordóñez en un icono
Se cumplen 20 años de la muerte de Carmina
La memoria de Carmina Ordóñez sigue viva a través de sus tres hijos y sus cuatro nietos
Que veinte años no es nada es, con permiso de Carlos Gardel, solo la letra de un tango. Veinte años son muchísimos y hoy, concretamente, lo son de una manera dolorosa para todas las personas que quisieron a Carmen Ordóñez. Carmina. Vivió 49 años, todos ellos como persona conocida. Hija del único torero al que llamaron ‘maestro de maestros’ y mujer de personalidad arrolladora, Carmen se casó con Paquirri cuando apenas tenía 17 años, tomando entonces las riendas de una vida apasionante que, tal y como ella había llegado a asegurar, no llegaría a los 50.
Hoy en día la memoria de Carmina Ordóñez sigue viva a través de sus tres hijos y sus cuatro nietos. Sus idas y venidas en el amor nunca repercutieron en el papel más importante de su vida. Ser madre, y ser una buena madre, siempre fue prioritario para ella, que fue pionera cuando, en pleno proceso de divorcio de Paquirri –algo no tan común a finales de los 70-, renunció a cualquier parte de la herencia de su exmarido que le pudiera corresponder con tal de mantener la patria potestad de Francisco y Cayetano. Así era ella.
Como la mayoría de personajes icónicos de la historia, Carmen contaba con detalles propios e irrepetibles, como su constante movimiento de melena y ese «divinamente» que, a pesar de sonar poco creíble en sus últimos y más complicados años de vida, bien le valió para ganarse el apodo de ‘La Divina’. Además, su estilo a la hora de vestir no obedecía a las normas preestablecidas, siendo lo que ahora se conoce como influencer de moda sin plantearse siquiera su capacidad de crear tendencias. Que las normas estaban para saltárselas Carmina Ordóñez lo tenía claro, y buena muestra de ello fue su comentadísima mantilla azul Klein como parte de su look de madrina en la boda de su hijo Francisco con Eugenia Martínez de Irujo. Un enlace marcado por las tradiciones y que la emparentaba de manera directa con la longeva Casa de Alba.
Carmina Ordóñez se casó tres veces. Francisco Rivera Paquirri, Julián Contreras y Ernesto Neyra fueron, a su manera, sus grandes amores, pero el último de ellos fue también uno de los grandes tormentos de su vida ya que, tal y como la propia Carmina terminó revelando, el bailaor le sometió durante el tiempo que duró su relación a malos tratos físicos y psicológicos. Una denuncia muy criticada por una sociedad que entonces callaba ante este tipo de agresiones y que, además, no dio sus frutos ya que Neyra terminó siendo absuelto.
Pero si algo demostró Carmen a lo largo de su corta e intensa vida fue que poca gente como ella tenía capacidad de sobreponerse a los golpes y desengaños y salir del paso de cualquier polémica airosa, sin pudor a mostrarse tal cual era, con ese descaro que hizo ilustre su respuesta a Karmele Marchante cuando, durante una entrevista en el mítico Tómbola, la catalana le insistía en que la gente quería saber de qué vivía y dejar de verla como a una chula: «Yo soy chula porque puedo, además a mí plin, yo soy Ordóñez Dominguín, a ver quién se puede llamar así».