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La futura primera dama de Estados Unidos es todo un misterio

Melania Trump, tan fotografiada como desconocida

De Melania Trump se ha escrito mucho pero se sabe poco. Se ha hablado mucho de su estilismo, de la historia de su vida, de sus orígenes, de su amor de madre, de la historia de amor o no amor con Trump pero no se sabe qué piensa porque apenas se ha expresado. Es más, habla bastante mal inglés, a pesar de llevar décadas viviendo en Estados Unidos. Lo que sí se sabe de ella es que no le gusta nada ser primera dama. No está en absoluto interesada en la política y detesta vivir en la Casa Blanca. A ella lo que le gusta es vivir como lo que es, multimillonaria, ir de compras y cuidarse. Estar en primera línea de fuego informativo le disgusta y apenas lo disimula en un rostro cuyo santo y seña es la cara permanente de cabreo. Aunque esta vez parece que las cosas han cambiado. A lo mejor es solo sea un espejismo pero la Melania de este segundo triunfo ha aparecido muchísimo más relajada, confiada y sonriente.

La psicóloga Lara Ferreiro, autora del best seller Adicta a un gilipollas tiene claro que «se trata de un perfil muy frío y calculador, en parte por su origen eslavo y haber sido criada en una dictadura comunista, eso marca mucho un carácter de resistencia y desconfianza y poco dado a demostraciones cálidas con desconocidos». Melania, efectivamente, se crio en la ex Yugoslavia (ahora Eslovenia) y con 26 años se fue a vivir a Estados Unidos con sus padres, aunque previamente había estado en Italia trabajando como modelo. Melanija Knavs, así es su nombre en esloveno y de soltera, nació en 1970 en Novo Mesto, una pequeña ciudad similar a una isla rodeada casi en su totalidad por el río Krka. Creció en la ciudad de Sevnica, bajo la dictadura del mariscal Tito. Allí vivió con sus padres, Viktor y Amalija Knavs, y hermana Ines. Su padre, Viktor, además, era miembro del Partido Comunista, algo que odia profundamente su marido.

Objetivo: buscar un hombre millonario

«Es inmigrante, ha pasado penurias y es bastante probable que haya sido educada por su madre en el empeño de buscar a un hombre rico, muy rico aprovechándose de su físico, esto es un clásico», explica Ferreiro. Desde luego sí que cumplió y con creces su objetivo ya que cuando se casó con Donald Trump este ya era multimillonario. Y famoso. «Algo que ella lleva regular, pero que sin duda, lleva mucho peor el hecho de ser la primera dama. Odia ser el centro de atención y es de las pocas cosas que sabemos de ella por ella, porque lo ha dicho».

Donald Trump con Melania en 2004, un año antes de casarse. (Foto: Gtres).

Lo que no calculó nunca es que su marido se metería en política. Cuando se conocieron sí parece que hubo conexión, al menos sexual y un clásico dentro de los clásicos, hombre rico ofrece seguridad y dinero a una mujer guapa que da, a cambio, su cuerpo y belleza para que él presuma de esposa. «Creo que se gustaron mucho sexualmente hablando y a ella sobre todo de él le gustó su dinero». Se ha hablado mucho de si han estado muchas veces a punto de separarse pero nunca llega ese divorcio. «Es más que probable que no estén ya juntos como pareja y si eso es así y siguen juntos es porque hay un acuerdo económico muy jugoso para ella porque no quedaría muy bien un presidente republicano divorciado, ¿quién va a decorar la Casa Blanca si Melania queda fenomenal en esas fotos con el árbol de navidad?».

El perfil de Melania es justamente el opuesto de la vice segunda dama. O al de una Hillary Clinton o Michelle Obama. «No es una intelectual ni lo pretende. A ella le interesa la moda, ir de compras y quedar con sus amigas». Pero es que tampoco hay un precedente como ella en perfiles de primeras damas menos intelectuales, como pudieron ser las esposas de los Bush o de Reagan, que eran amas de casa, madres de familia y que hicieron lo que se esperaba de un perfil así, defender causas solidarias, sonreír en las fotos, ser una excelente compañía para su marido y no generar polémicas. Unos floreros, en suma.

Sus pocas causas solidarias

En el anterior mandato hubo más luces que sombras en la figura de Melania, precisamente por su opacidad. Al principio de la otra etapa como primera dama pareció que se iba a interesar por luchar contra el acoso en redes sociales pero ni siquiera eso tuvo un gran recorrido. «Es que es una mujer frívola y superficial a la que le importa poco Estados Unidos, sólo le importa tener su gran mansión en Nueva York y estar alejada de la Casa Blanca y el entorno de Washington que le aburre bastante».

Algo que tradicionalmente han hecho todas las primeras damas y en que Estados Unidos está muy bien visto y es esperable, es la faceta de ser la anfitriona de la Casa Blanca. Eso tampoco fue un papel que brillara en ella puesto que realizó pocas recepciones de iniciativa propia.

También es cierto que la hostilidad que le mostraron los medios fue un detonante «para que a ella se le quitaran las ganas». Ciertamente los periodistas están más pendientes de sus modelos pero «porque no parece una primera dama, sino una millonaria celebritie, sus estilismos no están al alcance de cualquier, fue famoso aquél día que se bajó del coche presidencial con un abrigo de 50 mil euros. Ella en esas cosas no tiene reparo en disimular y paga las consecuencias en fuertes críticas como el día que se presentó en un lugar en el que había habido fuertes inundaciones vestida con unos taconazos y como si fuera a un desfile, no mide, parece no recordar que representa como «consorte» la presidencia de Estados Unidos.

Sí pronunció su apoyo a Israel

El escándalo de los audios

Sin duda uno de los grandes escándalos fue el de las conversaciones que tuvo por teléfono con una antigua asistente, Stephanie Winston Wolkoff en julio de 2018 y quien después publicaría el libro Melania and me en octubre de 2020. En dicha grabación se escucha cómo Melania se queja de la decoración de la navidad de la Casa Blanca, otro clásico de las primeras damas: «Estoy trabajando y rompiéndome el trasero con las cosas de Navidad, ¿a quién le importa un carajo las cosas y las decoraciones navideñas? El audio se emitió por la CNN.

Su faceta como madre

Como madre sí parece que ha recibido más elogios que críticas. Cuando su marido se instaló el 20 de enero de 2017 en la Casa Blanca, ella permaneció durante un tiempo en la casa matrimonial de Nueva York alegando que no quería romper el ritmo escolar del único hijo que tienen en común, Barron y que por entonces tenía 10 años.

Melania le da el biberón a su hijo Barron en el años 2006. (Foto: Gtres).

De hecho de las pocas veces que se ha pronunciado, una fue el aborto con el que está de acuerdo al igual que su marido y en contra de lo que muchos creen y la otra es sobre su hijo. Los rumores hablaban de que su hijo era autista y partieron en 2016 de la comediante Rosie O´Donell la que lo sugirió. Finalmente tuvo que pedir disculpas que Melania no aceptó porque «actuó por pura malicia y por odio a mi marido, haciendo un daño irreparable por lo que ninguna disculpa puede reparar el daño que se le infligió», escribió en sus memorias. «El autismo no tiene nada de vergonzoso, simplemente que mi hijo Barron no lo es», explicó. O´Donell echó más leña al fuego y declaró después de esto que Melania no tenía ninguna intención de defender la causa del autismo.

Lo que sí parece claro es que en su faceta como madre se comporta como una persona preocupada por estar presente y, aunque tendrá personal de servicio, sí que parece claro que ha sido ella quien lo ha educado personalmente. «Ahora que su hijo es mayor de edad y está ya en la universidad, podremos ver seguramente una Melania más relajada en ese sentido ya que no tiene una excusa tan real como de peso como es la ocuparse de su hijo en Nueva York», concluye Lara Ferreiro.

Se abren, pues, todas las incógnitas con respecto a ella y a su nuevo papel en la Casa Blanca. Ni ella ni su marido son los mismos ni tampoco las condiciones para gobernar. Además, ahora tiene una gran sombra en la figura de la segunda dama, Usha Vance que viene pisando muy fuerte y es un personaje de lo más atractivo para la prensa. Pero hay una cosa que ya nos ha dejado a través de sus gestos y es que esta vez está más sonrientes. ¿Los motivos? Sólo ella los conoce. Como siempre.

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