Magdalena Pérez, la asesora de imagen de Pedro Sánchez sobrepasada por la cara vista del presidente
Todos los ojos están puestos en ella y en su recorrido dentro del núcleo duro de presidencia para que su jefe luciera siempre perfecto
La directora de maquillaje (como ella misma se define) podría ser la mano que adereza el rostro de un presidente que se ha hecho rogar hasta aparecer casi dos horas más tarde
El contouring de Pedro Sánchez es mucho más que una anécdota nadando dentro del fango de la corrupción que rodea (o no sólo eso) al presidente del Gobierno. Es también la materialización de la careta de un dirigente que ya ni cree en sí mismo e intenta a marchas forzadas pegarse (con maquillaje) un rictus teatralizado para intentar provocar compasión a la desesperada. Aunque muchos dijeron que se trataba de un movimiento para esconder el deterioro físico del sabueso de la Moncloa, lo cierto es que un gran sector de expertos aputan ya todo lo contrario. Pedro Sánchez tiró de sombreado cosmético el pasado jueves para mostrar un rostro más delgado y un hundimiento de los ojos que le hiciera parecer preocupado tras su pseudodecepción de Santos Cerdán (a pesar de que muchos siguen insistiendo en que el hombre enamorado es conocedor de todo). Y este lunes, 16 de junio, volvió hacerlo. De la misma forma.
Antes de ponerse en el púlpito frente a los medios (tras un mes sin ruedas de prensa) sus asesores de imagen, como hacen siempre, trabajaron a marchas forzadas para conseguir un rostro que, por desgracia para ellos, acabó convirtiéndose en ambos casos en carnaza de meme consiguiendo el efecto perverso de su principal objetivo: dar pena. Como no podía ser de otro modo, en cuestión de horas, su nombre, el de Magdalena Pérez, volvía a la actualidad informativa a pesar de que, después de conocer su trabajo de asesoría para Sánchez allá por el 2021, pasara a tener un perfil más que bajo, por eso de que sus cuentas y sueldo no eran del agrado de muchos contribuyentes.
Magdalena, una experta en imagen en el punto de mira
Con el resbalón en la imagen pública como última firma de la carísima asesoría de imagen de presidente (ganando un sueldo similar al de un Abogado del Estado), todos los ojos están puestos en ella y en su recorrido dentro del núcleo duro de presidencia para que su jefe luciera siempre perfecto. La contratación de Magdalena Pérez, licenciada en Periodismo por la UCM, se materializó en septiembre del 21, momento en el que pasó a formar parte de los sueldos de la corte de Pedro.
El suyo, dentro de la categoría A1 de los estamentos en el staf, se cifró en más de 54 mil euros brutos al año y su misión fue, como se publicó en su día: «gestionar los medios técnicos y audiovisuales necesarios para la cobertura informativa de las actividades públicas del presidente del Gobierno, del ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, y de la portavoz del Gobierno». Por aquel entonces era conocida por ser la directora de comunicación de los centros de estética de Carmen Navarro, después de dos décadas de experiencia como reportera en Telemadrid.
En paralelo a los datos que se iban conociendo sobre su contratación, publicado por varios medios, y avanzados por Voz Populi, la propia Pérez, en conversaciones con La Otra Crónica, trató de quitar hierro y peso a su cargo buscando, son sus declaraciones, suavizar la frivolización de sus competencias: «Mi trabajo es mucho más técnico, mucho menos fashion», explicaba. Sea como fuere, lo cierto es que hasta hoy, y hasta que se demuestre lo contrario, Magdalena ha viajado con el presidente a lo largo y ancho de España y también fuera de nuestras fronteras. Ya sea en Peugeot o en Falcon el nombre de la asesora de Sánchez ha sido noticia en varias ocasiones, también hace sólo unas semanas cuando se supo que Moncloa había duplicado su gasto en «servicios especializados de imagen».
En todos estos avances presupuestarios dentro del histórico beauty de Sánchez se ha señalado otro nombre, el de Ana Renedo. La directora de maquillaje (como ella misma se define) podría ser la mano que adereza el rostro de un presidente que se ha hecho rogar hasta aparecer casi dos horas más tarde para hacer un anuncio a cara vista que ya no convence ni tras los muros de su particular palacio.