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A corazón abierto

Kiko Rivera, de ser amenazado por ETA a sus terribles adicciones: "Me ponía 10 gramos de cocaína"

Kiko Rivera habla de su vida privada con más crudeza que nunca

Recuerda cómo estuvo a punto de morir por el exagerado consumo de drogas que realizaba

El tercer (y fatal) aniversario de Kiko Rivera con Cantora como protagonista

Desde que Kiko Rivera decidió apartarse de la televisión y rechazarla como fuente principal de ingresos, no es habitual escucharle hablar con crudeza y de manera franca de su vida privada. Ha habido que esperar a su extensa charla con Jordi Wild para escuchar el alegato de una persona arrepentida de sus experiencias pasadas y que lucha por cambiar radicalmente por tener un nuevo estilo de vida. El hijo de Isabel Pantoja busca estar más sano tras los sustos de salud sufridos y que a punto han estado de privarle de seguir disfrutando de su familia.

Tres horas es tiempo más que suficiente para recorrer su vida de la A a la Z, pero comenzó por el principio, es decir, su infancia en Cantora, lugar que define como «un puto parque de atracciones». «Mi madre no me dejaba salir, pero sí tenía libertad en casa: campo de fútbol, de tenis, circuito de motos, caballos, burros… Yo era muy feliz, muy feliz, dentro de una burbuja de oro», empieza diciendo.

Kiko Rivera se ha sincerado hasta el punto de desvelar aspectos que no se había atrevido hasta la fecha, como ser víctima -sin saberlo- de la banda terrorista ETA: «Yo estaba en el colegio interno de Toledo y, de repente, aparece mi madre. Me saca de la clase, me lleva a casa y me tiene quince días sin salir de casa. Venían a verme amigos, pero yo no podía salir, ni siquiera al jardín. Con los años me comentó que había estado amenazada por ETA».

El hijo de Isabel Pantoja reconoce lo difícil que fue lidiar con el proteccionismo que ejerció su madre sobre él: «Mi madre a mí hasta los 18 años no me dejaba hacer absolutamente nada, no podía ir a discotecas, no podía salir por las noches, no iba al cine, si quería ir mi madre me ponía a alguien que me esperaba y me tenía que montar en el coche e ir a casa… Llamé a un colega y le pedí dinero, le dije ‘quiero independizarme, hoy he cumplido 18 años, ahora me puedo marchar, pero ahora no tengo dinero, necesito que me pagues un loft durante un año…», explicaba ante la atenta mirada de Jordi Wild.

Kiko Rivera  / Instagram

Lo que hizo fue pedir dinero prestado a un amigo para alquilarse un loft en Sanchinarro. Esa fue la época de mayor alternancia en fiestas, discotecas y de más ajetreo nocturno. Empezó a hacer valer su condición de ‘hijo de’ y se lleno los bolsillos. Rivera cuenta que llegó a ganar  más de 100.000 euros por semana y llegó a gastarse 8.000.000 de euros en dos años, sobre todo en fiestas. He ahí el borde del abismo.

Las adicciones de Kiko Rivera

Verse con dinero y tanta vida social le hizo malgastar el dinero en perjuicios para su salud: «Mi vida cambió a mal, me surgieron problemas peores… la noche, droga, mujeres. El vicio en todo su máximo esplendor». Esto se tradujo en un consumo disparado de drogas: «Yo me podría haber muerto en una de mis noches locas que me he puesto 10 gramos de cocaína. Con 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24 25, 26 27… Es que yo me he pasado consumiendo muchos años a diario. Bastante bien estoy». Tan cruel y desgarrado como real.

Kiko Rivera en el aeropuerto, en Madrid / Gtres

Además, habló del tiempo de su madre en la cárcel: «Fueron los dos años más malos de mi vida, en los que mi mujer me ha aguantado infidelidades, llegar a casa drogado de la hostia, buscar peleas inventadas para tener una excusa para marcharme de casa para drogarme… Era el vicio de los 18 multiplicado por 20, con mi madre en la cárcel, casado y con hijos. No tenía ni un puto duro y lo poco que tenía me lo gasté en droga», sentenció.

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